Uruguay también define su futuro el 27 de octubre próximo. En paralelo con la Argentina, ese domingo también se realizarán las elecciones generales y las campañas de los grandes partidos incluyen a esta orilla del Plata. Por estos días varios de los candidatos y muchos dirigentes cruzan el río para plantar su palabra en Buenos Aires. Es el caso de Gonzalo Civila, diputado por Montevideo por el Frente Amplio y secretario general del Partido Socialista uruguayo.

En diálogo con Tiempo, advirtió sobre la importancia que tendría para el Uruguay un triunfo de Alberto Fernández en Argentina, de la mano con una victoria de Daniel Martínez, el candidato del FA, que de ese modo buscará su cuarto periodo consecutivo en el gobierno, luego de los dos de Tabaré Vázquez –actual presidente oriental- y el del Pepe Mujica.  

Civila asegura: “Somos internacionalistas y no podemos obviar la mirada sobre el proceso argentino. Ver las consecuencias de la política de (Mauricio) Macri en la Argentina es tremendamente triste. Aspiramos a que el pueblo argentino pueda tomar la decisión que remita salir de esta situación tan crítica. Para Uruguay es una buena oportunidad. Alberto Fernández se encontró hace poco con Daniel Martínez. Hay un muy buen diálogo. En Argentina viven más uruguayos que en muchos departamentos del Uruguay. Eso nos hermana. Social, cultural, histórica y políticamente tenemos muchísimas lazos en común. Un camino inteligente es llevarnos bien y abordar políticas para caminar juntos.

-¿Cómo impacta la recesión argentina en la economía uruguaya?

-Los efectos de las crisis argentinas siempre fueron enormes en Uruguay. Hoy uno de los diferenciales que puede exhibir el FA es que los actuales efectos están mucho más amortiguados que en otras épocas. Nuestra realidad no es la de una crisis económica o social y seguimos creciendo y sosteniendo políticas de inclusión.  

-¿Influyó en Uruguay la derechización de Argentina y de Brasil?

-Una de las consecuencias fue que en Uruguay surgió un partido militar encabezado por quien era comandante en jefe hasta hace poco tiempo (Guido Manini Ríos), que tiene puntos de contacto con un discurso autoritario escuchado en actores de la política brasileña. Por otro lado, el proyecto que sustentan los partidos históricos uruguayos, tanto el blanco como el colorado, son muy similares al proyecto de Macri. Cuando uno rasca un poco en las propuestas, todo va dirigido a disminuir la incidencia del Estado y aumentar la del mercado. Hay ataques a los trabajadores: un proyecto del rico para el rico. La experiencia de estos años de Macri en la Argentina nos da que destruyeron todo lo que estaba bien y empeoraron lo que estaba mal.

-¿La derecha en Uruguay siempre hizo desastres como en Argentina?

-La derecha es la derecha en cualquier parte del mundo, con las características de cada país. No son iguales las derechas de Argentina y Uruguay, porque no son similares las políticas ni las idiosincrasias de nuestros pueblos. Pero la concentración del ingreso en pocas manos, allá o acá, deriva en consecuencias sociales complejas. Hay dos mundos de valores muy distintos. Para nosotros, la solidaridad es un componente central de cualquier proyecto: no es posible un país dejando tirado a un tercio de la población. Para ellos, no sólo es posible, sino que es necesario.

-Los discursos políticos de las derechas en la región son parecidos. Una coincidencia en ese sentido es el tema de la corrupción. ¿Cómo impacta en el FA? El caso Sendic fue muy fuerte.

-No con la intensidad que tomó en la Argentina. Pero es un tema que siempre está presente y en esto el FA tiene para mostrar una gestión más trasparente y honesta que cualquiera de los otros partidos que estuvieron en el gobierno y, además, una actuación muy decidida cuando aparecieron casos en los que hubo alguna sospecha… Para ser claro, la discusión sobre Raúl Sendic se laudó con una decisión terminante, que le privó al compañero de la posibilidad de volver a ser candidato. Y eso que no hubo un dictamen de la Justicia que diera lugar a mayores sospechas.

-¿Cuánto influye en Uruguay el poder mediático en estos temas?

-Los medios de comunicación son factores de poder importantes. Influyen en la construcción de opinión. El sistema de medios de comunicación de Uruguay sigue siendo muy adverso a que se expresen todas las ideas en igualdad de condiciones. No hemos logrado revertir la concentración de medios. Pero con esa misma composición, el FA supo ganar elecciones.

-Daniel Martínez continuaría el proceso de dos líderes muy claros, muy fuertes. ¿Qué significancia tiene eso?

-El Frente está atravesando una etapa de recambio generacional. Daniel implica una renovación pero es un hombre con mucha experiencia. Dirigente sindical durante muchos años, trabajó en el mundo productivo, en lo privado, fue presidente de Ancap, ministro, senador, intendente… Tiene la fortaleza y la capacidad para conducir este proceso de cambio. 

-Venció en la interna a pesar no ser el candidato del Pepe Mujica, un líder con enorme incidencia en el FA.

-El resultado de la interna fue muy elocuente. Es saludable el recambio. Martínez conoce el territorio. Hoy está consolidado y con una compañera de fórmula como es Graciela Villar, de larga trayectoria. El FA está fortalecido en el trabajo con la gente. Vemos una recuperación fuerte en todo el territorio. Otra vez están en juego dos proyectos de país muy distintos. Es el gran debate. Un proyecto que tiene como eje la solidaridad, la necesidad de construir más igualdad e libertad, y de esa forma fortalecer la democracia. Y un proyecto en el que el mercado es el que asigna los recursos, con la riqueza concentrada en pocas manos. Esa historia ya la conocemos. Hay consecuencias directas en lo que ha sido la aplicación del modelo del FA, positivas para la vida de la gente. Mejoras en nivel laboral, salarial, la obtención de bienes y servicios que antes no se disponía. Amén de explicarlo, se vive, y hay un reconocimiento. Claro que tras 15 años de gobierno, la demanda se complejiza, hay un desgaste y además algunos cambios no son comprendidos como cuando estábamos en la oposición.

-En 2004 ganaron en primera vuelta y con mayorías parlamentarias. En las dos elecciones siguientes, 2009 y 2014 hubo balotage.

-Hay avances visibles y se reconocen, pero hay un trabajo en la construcción de la gente para cambiar su propia realidad en la que el FA no ha tenido en la misma intensidad de cuando era oposición. Pero el resumen es que son tres periodos de crecimiento económico, con mejor distribución del ingreso y con avances en todos los indicadores sociales. Sacamos muy buena nota en estos 15 años. También estamos enfrentados a una situación regional y nacional distinta a la que se vio en el primer tramo. El gran desafío es el cambio dentro del cambio. Una política económica más centrada en beneficiar a las Pymes, a la economía social, el cooperativismo… Una economía con más valor agregado, con tecnología que enfrente los nuevos desafíos del mundo del trabajo.

-¿Los grandes cambios deben pasar por la economía?

-Ahí hay un capítulo. Otro tiene que ver con un cambio cultural y de convivencia en la sociedad. Tenemos una sociedad muy violenta. Uruguay ha asistido a un proceso de violentización de las relaciones sociales que se expresan en el delito, pero no sólo ahí. Los indicadores de violencia doméstica y de género son preocupantes, aunque no sólo en Uruguay. Por otra parte, entre otros temas, también nos falta políticas de vivienda y de hábitat, especialmente para las periferias, donde tenemos situaciones que no deberían existir.

-Uruguay junto con México son los dos únicos países que están apoyando una salida negociada a la crisis de Venezuela. Es una campanilla que resuena en todos las derechas de la región.

-Es un tema de debate en la política uruguaya. Creemos en una salida democrática y pacífica. En este sentido, entendemos que Alberto Fernández se ha manifestado de acuerdo. Implica negociación entre las partes. Azuzando la confrontación interna no es la forma en que vamos a construir una salida al tema grave que atraviesa Venezuela.