Los números de la efeméride asombran tanto que hasta el propio protagonista se muestra abrumado con el peso de la cifra. Es lógico, no son muchos los artistas que construyen una relación tan duradera y profunda con su público. Desde finales de los ’60, Víctor Heredia supo delinear una carrera que este año cumple cinco décadas de vida. Los festejos incluyen la edición de los discos 50 en vuelo capítulo 1 y 50 en vuelo capítulo 2 y su presentación oficial, este sábado y domingo en el Teatro Ópera.

Los discos funcionan como el repaso por un cancionero de clásicos en nuevas versiones con invitados notables como Silvio Rodríguez, Jairo, Joan Manuel Serrat, León Gieco, Ricardo Mollo, David Lebón y Raly Barrionuevo, entre varios otros. En las últimas horas, como para corroborar su muy buen presente, el cantautor recibió el Grammy Latino en la categoría premio a la excelencia musical 2017.

Heredia confiesa que no recuerda exactamente cuántos discos hizo durante todos estos años, pero que el factor de cumplir 50 temporadas sobre los escenarios es algo que no le preocupa: «Sinceramente, no llevo la cuenta de cuántos discos tengo pero estoy contento de tener dos más. 50 en vuelo representa para mí algo muy lindo, sobre todo porque tiene la participación afectiva de un montón de amigos. Es una celebración a la que llegué porque vino alguien y me dijo: ‘Negro, estás cumpliendo unos 50 años con la música’. Yo no me acordaba y me corrió un escalofrío (risas). La realidad es que el tiempo para nosotros, por suerte, no pasa ni existe. Y te das cuenta cuando un mal amigo te recuerda semejante número (más risas). Eso es lo que de verdad te hace mirar hacia atrás y tener ese vértigo. Pero cumplir 50 años de carrera me obliga a seguir mejorando. Lo tomo así. Mejorar como compositor, letrista y generador de proyectos. Todo eso siempre te pone en un presente atemporal que no te permite darte cuenta de que cumplís 50 años. Bendita sea la música que después de tanto tiempo nos permite seguir disfrutando a Paul McCartney, Bob Dylan o Mick Jagger. Toda esa gente que tira para adelante y que aún nos emociona”.

–¿Te ves tocando como esos músicos por mucho tiempo más?

–Sí. Pero también me lleva a pensar lo estúpido que era cuando era pibe. Yo solía decir: «¿Y ese viejo cuándo va a dejar de cantar?». Supongo que debe haber un montón de pibes que deben estar pensando lo mismo de mí. Yo veía a grupos de gente grande y me preguntaba cuándo se iban a bajar del escenario. Ahora sé que no se bajan nunca porque lo único que te baja de ahí es la vida. Más allá de eso, las vocaciones no se bajan porque esta es una vocación y de las vocaciones no te salvás. Es lo mismo que escribir o hacer artesanías.

–Los discos tienen unos 28 temas de diferentes épocas. Aunar todas esas temporalidades en un todo armónico debe haber sido difícil.

–Alguien me dijo que teníamos que hacer los temas más importantes y lo dijo pensando en eso que me preguntás. Por suerte tengo una mirada distinta a la de los productores: para mí las canciones más importantes no siempre son las más exitosas. Hay otro plus ligado al gusto del otro, porque hice ofertas de canciones y acerté más o menos en un 15 o 20 por ciento. Es decir, el disco se armó con la propuesta del otro artista que iba a realizar el dueto conmigo. Algunos aceptaron y otros me tiraron ideas sugiriendo qué les gustaba de mi repertorio. Por ejemplo, cuando le pedí a Ricardo Mollo que participara, me respondió que tenía una sola condición. Ahí me quedé pensando, porque yo le aceptaba cualquier condición con tal de que grabase conmigo (risas). Entonces me dijo: «Quiero cantar ‘El viejo Matías’. Después me enteré de que su pedido era muy emotivo porque ese tema lo llevaba a la infancia, que fue cuando escuchó por primera vez esa canción. Eso me impactó. Después, a Raly Barrionuevo le propuse hacer un tema y él me propuso hacer «Ay, Catamarca». Enseguida le pregunté el motivo y me dijo que su mamá era catamarqueña.

–Varias de tus canciones rondan sobre temas que afectaron a la sociedad en el pasado. Sin embargo, esa temática parece estar más presente en estos tiempos que cuando fueron compuestas.

–A mí me han acusado de escribir canciones coyunturales (risas). Y hoy, después de 50 años, me digo: «Qué coyuntura tan larga» (más risas). Es tremendo eso porque algunos pretendieron minimizar mi trabajo y, sin embargo, las canciones siguen presentes.

–Entonces tampoco podés zafar de esa «coyuntura» en la actualidad.

–No se puede. Creo que más allá de mi necesidad de escribir, siento que no puedo hacer algo que ya hice. Es como si escribiese otra vez el «El viejo Matías». Ya está, ya lo hice.

–No hace mucho, Teresa Parodi contaba en este espacio que el estado actual de la cultura es visto de manera muy crítica por productores, cineastas y artistas en general. ¿Cuál es tu mirada al respecto?

–Si uno evalúa la posibilidad extraordinaria que significó la creación del Ministerio de Cultura y evalúa cómo se ha reducido hoy todo ese esfuerzo, es insólito. Pero lo irónico de todo eso, y algunos me acusan de ser demasiado optimista y esperanzado, es que hay cosas que no se pueden robar. Es decir, se puede intentar silenciar un diario, canal de televisión o radio, pero lo que no se puede silenciar es la conciencia colectiva. Ese esfuerzo por la cultura que hizo Teresa tiene brotes verdes. Esos brotes son los jóvenes que disfrutaron de lo hecho. Creo que a esos brotes verdes les tienen miedo, por eso los persiguen, les meten miedo, les mandan a la policía, piden documentos, se meten en las escuelas. Pero no los van a poder silenciar. Podés hacerlo conmigo porque estoy viejo y por ahí me canso, pero los pibes no van a parar nunca.

¿Cuándo?

Víctor Heredia presenta «50 en vuelo capítulo 1» y «50 en vuelo capítulo 2». Este sábado y domingo a las 21 en el Teatro Ópera (Av. Corrientes 860).