El ex vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, reflexionó respecto al triunfo de Javier Milei y advirtió que este escenario se debe, en gran medida, a la imposibilidad de los sectores progresistas de canalizar las demandas sociales que se extienden desde hace casi una década y se profundizaron a partir de la crisis mundial que se desató tras el estallido de la pandemia de Covid-19 a inicios de 2020.

Durante la entrevista en el programa radial Siempre es Hoy, uno de los intelectuales más influyentes de los últimos años explicó que la imposibilidad de concretar el triunfo del peronismo de la mano de Sergio Massa se dio porque “el conjunto de reformas que empujó el progresismo latinoamericano a inicios del siglo XXI entraron en una etapa de agotamiento.”

En este contexto, el catedrático expuso que aquellas políticas que en algún momento dieron esperanza y previsibilidad al pueblo argentino cumplieron su función y durante este tiempo no se logró profundizar en los derechos de segunda generación, demandas propias de estos tiempos.

“El mundo cambió y las reformas que impulsamos no tenían herramientas para enfrentar a la crisis del Covid y la crisis mundial. Estos límites para afrontar con audacia las reformas permitió que los problemas de la crisis económica sean aún más grandes. El progresismo no pudo remontar los errores del gobierno de Mauricio Macri y tampoco pudo enfrentar el nuevo contexto mundial que incrementó la crisis”, sostuvo García Linera para explicar la derrota de Unión por la Patria, espacio al que le reconoció el “esfuerzo extraordinario” para alcanzar 45% de los votos con 140% de inflación.

Además, hizo especial hincapié en la imposibilidad del todavía oficialismo para comprender a la juventud, que este año representó el 50% del padrón electoral. Según sostuvo, la porción de la sociedad que nació después de las históricas reformas que se gestaron a inicios de los 2000 tienen “otras expectativas, otros mecanismos de información y otras frustraciones.”

Además, y consciente de que gran parte de la juventud y los sectores que antes eran afines al progresismo se encuentran abatidos por la informalidad, García Linera expuso que el gobierno no sólo no llegó a comprender las exigencias de este sector, sino que “se le han dedicado políticas sociales, de “curita” temporal«. 

El fenómeno de Milei, quien en dos años logró construir una carrera política sin precedentes en la historia nacional, se deba, según explica el el vicepresidente, a su capacidad de lograr comprender la ansiedad social que se gestó luego de tantos años de crisis. La irresponsabilidad de no tomar decisiones “fuertes en un momento fuerte” hizo que la gente “empiece a mirar a quién sí se las ofrece”, explica.

Sin embargo, aunque gran parte de este sector haya confiado ciegamente en quien le propuso un paquete de mejoras, García Linera sostiene que esta es una marginalidad que no va a desaparecer, sino que se va a mantener por los próximos 40 o 50 años.

En este punto, la mano derecha de Evo Morales sostuvo que “las propuestas de Milei son de un anacronismo absoluto. Como sucedió en Brasil, Argentina será un laboratorio anacrónico en un mundo que se está desplazando hacia una combinación de libre mercado con proteccionistas. El mundo financiero no está esperando para desembarcar en Argentina para dejar su dinero, esto no son los años 90. En tiempos de crisis global, los capitales prefieren dejar su dinero en lugares seguros como Estados Unidos.”

Intentando construir un halo de esperanza alrededor de un peronismo nuevamente derrotado, Álvaro García Linera explicó que, a partir de ahora, se deberá recoger la experiencia de la derrota y buscar canalizar la rebeldía de la juventud. Esto sucederá sólo “si es capaz de construir un horizonte de expectativas que contenga a esa rebeldía.” Atrás deberá quedar la memoria emotiva de mantener vigente la idea de conformarse con lo hecho durante los primeros 15 años del nuevo milenio. 

Dueño de una experiencia excepcional, el ex vicepresidente puso sobre la mesa cuál debe ser el rol del peronismo a partir de estos resultados. “Después del duelo, hay que reorganizar la vida y parte de esta reorganización requiere los máximos esfuerzos para mantener la unidad, porque hay que enfrentar los embates económicos, culturales y morales que vendrán de parte de la ultraderecha. Hay que pensar en nuevas reformas para articular como bandera y tener autocrítica. En estos años, en la resistencia, las reformas de segunda generación del progresismo deberán volver a convertir a este sector en el partido del cambio y el bienestar social”, sostuvo.

Además, expuso que será imprescindible pensar cómo se gesta el inevitable traspaso de mando. “Los líderes históricos deberán impulsar a los nuevos líderes que levantarán nuevas banderas de justicia social, adecuadas al nuevo tiempo y con la capacidad de articular a todos los argentinos, incluidas a la juventud y la informalidad que forman el 50% de la sociedad”, concluyó.