“Los quemé en la parrilla del fondo de mi casa”, declaró el viernes a la noche el chofer Oscar Centeno sobre los cuadernos donde supuestamente anotó a lo largo de diez años los viajes en los que dijo haber llevado millonarias coimas en efectivo a ex funcionarios.

El jueves comenzó un largo juego judicial y mediático en la causa cuando el chofer deslizó la posibilidad de que los cuadernos originales no estuvieran en su poder sino en casa de su mujer. A partir de ahí, el fiscal Stornelli inició un raid hacia la casa de su mujer, donde el arrepentido se puso a rebuscar en roperos hasta que su esposa le dijo mirándolo a los ojos: “¿Pero no te acordás que los habías quemado?”.

A pesar de que Centeno contestó afirmativamente a la pregunta, se realizó otro operativo en la casa del cuñado, en la localidad de Bella Vista, sin resultados. Así publica el diario La Nación los avatares de la búsqueda de los dichosos cuadernos de los que ni el hollín encontraron.

Según publica el mencionado diario, el juez Claudio Bonadio dudaba en convalidar el pacto que el fiscal Stornelli había sellado con el “arrepentido” si no aparecían los cuadernos que Centeno había afirmado tener en su poder. “Era una película de Woody Allen”, le dijo un funcionario judicial a la periodista Rodríguez Niell.

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El exchofer de Roberto Baratta había llevado la mentira demasiado lejos y si el juez Bonadío no homologaba el pacto con el fiscal, podía ir preso. Entonces se arregló una nueva indagatoria que comenzó a las 17:30, en la que el chofer, ya doblemente arrepentido, afirmó que había quemado los cuadernos en la parrilla de su casa sin testigos que pudieran corroborar su accionar.

Con esta última versión de los hechos, el juez finalmente decidió excarcelar a Centeno e ingresarlo al programa de protección. A partir de esa medida, comienza a correr el reloj porque en un año sus dichos deben ser probados en los tribunales.