El aumento de las tensiones en la alianza Cambiemos y dentro de la UCR entró en el terreno de lo indisimulable. El malestar radical con el PRO se acumula por tres vías distintas: los sectores que no querían el acuerdo con Mauricio Macri por diferencias ideológicas profundas, los que están enojados porque el partido amarillo los destrató y ahora avanza en la incorporación de peronistas, y los que comienzan a ver que las decisiones económicas del presidente llevan al país hacia una crisis, que tendrá inexorables costos políticos. 
Esta semana la fricción dentro del partido centenario quedó retratada en el contraste entre Ernesto Sanz y Ricardo Alfonsín. El hijo del ex presidente –que se opuso en su momento al acuerdo con el macrismo– cuestionó fuertemente la presencia de Aldo Rico en los festejos del Bicentenario y aumentó el volumen de sus críticas a la política tarifaria del gobierno. Sanz, en cambio, intentó poner paños fríos y apareció en televisión para retratar la relación de los boinas blancas con los amarillos como una pareja en plena luna de miel. “No hay enojo. Somos parte del gobierno”, remarcó el principal impulsor de Cambiemos. 
A modo de respuesta, Alfonsín le dijo a Tiempo: “Hay que aclarar que Sanz ya no es el presidente del partido y recordarle que fue Macri el que dijo que este no era un gobierno de coalición”. “Vemos con preocupación no sólo la forma en que se toman ciertas decisiones en el Ejecutivo sino el rumbo que sugieren. El mercado no soluciona los problemas por sí solo. Nosotros (los radicales) no hemos podido participar del debate de las principales políticas que se impulsaron hasta ahora”. 
Por lo bajo, las quejas son más importantes. La UCR de Azul emitió un duro comunicado contra sus aliados del PRO este fin de semana. El tema sería una mera anécdota en un pequeño pueblo si no fuera porque ilustra el mal humor creciente en todo el territorio bonaerense. El centro del enojo, en este caso, es la estrategia de “captación de peronistas” lanzada por el PRO, que en el caso de Azul se plasmó en la incorporación del intendente local, Hernán Bertellys, que llegó al cargo el año pasado con la boleta del Frente para la Victoria, y que lógicamente es rival de los radicales en su pueblo. 
Lo mismo puede decirse de la incorporación al Gabinete de María Eugenia Vidal del ex massista, intendente de San Miguel con pedido de licencia, Joaquín de la Torre. El dirigente se quedó con el Ministerio de la Producción, que antes tenía el radical Eduardo Elustondo. Para intentar una solución salomónica, Vidal no tuvo mejor idea que desdoblar el ministerio y crear el de Ciencia y Tecnología, que quedó a manos del boina blanca. “Es como que te saquen la administración de un supermercado y a cambio te den un kiosco”, se quejan en la UCR. 
La cuestión no se limita al principal distrito del país, que es central por su peso electoral. Situaciones similares se repiten en La Pampa, de la mano del ex futbolista Carlos Mac Allister, caudillo amarillo en esa provincia. Mac Allister ha hecho públicas sus tensiones con el cacique radical pampeano Francisco Torroba, y “amenazó” con armar una lista de “PRO puros” para 2017. Otro tanto sucede en Córdoba. 
El runrún es tan profundo que algunos operadores políticos radicales ven en la reforma electoral, que ya comenzó a circular entre los diputados, un intento de debilitar a la UCR. La reforma tiene en su eje principal la incorporación del voto electrónico (por cierto, con una serie de condiciones como para que sólo la empresa que ya trabajó en la Ciudad con ese sistema gane la licitación). Los boinas blancas sostienen que la implementación de ese sistema “ayuda al PRO a prescindir” de ellos “porque ya no hará falta una estructura partidaria que pueda garantizar la fiscalización de las 80 mil mesas que se despliegan en una elección nacional”. 
El rumbo
Como se escribió al inicio de esta nota, a los dirigentes radicales que siempre estuvieron en contra del acuerdo por diferencias ideológicas se suman los que ven con preocupación la velocidad a la que se desgasta el gobierno. 
Un operador radical todo terreno que toma el pulso del Conurbano Bonaerense sostuvo, por caso, que en Florencio Varela escuchó una buena cantidad de veces la frase “Scioli tenía razón”, en referencia a las “advertencias” que ex candidato presidencial hizo en la campaña electoral para el balotaje y en el debate televisivo con Macri. “La situación de la gente es muy complicada”, sostuvo el mismo referente. 
Hasta Enrique Coti Nosiglia, amigo personal de Macri y eterno operador en las sombras, ha hecho circular hacia adentro del partido centenario su malestar con las políticas del oficialismo y con la posición de Sanz, que en lugar de tomar distancia hace el mayor de los esfuerzos para mostrar a los boinas blancas como parte del rumbo elegido por el presidente. “Si la situación no está peor es porque la gente se indigna con las denuncias de corrupción contra el gobierno anterior. ¿Pero cuánto tiempo puede durar eso?”, se preguntaba el mismo referente, dejando la incógnita en el aire. «