Con Leandro Santoro a la cabeza, Unión por la Patria (UxP) se prepara para dejar hasta la última gota de sudor en una cancha inclinada hacia el macrismo en la Ciudad de Buenos Aires. Hasta el 22 de octubre, el peronismo mantendrá el esquema de una campaña segmentada, recorridas diarias barrio por barrio y la defensa de los inquilinos como bandera con un único objetivo en mente: llegar al ballottage.

El día a día está coordinado por el titular del PJ de CABA, Mariano Recalde, quien fue designado como jefe de campaña desde que se conoció la candidatura de síntesis. Con la ayuda del vicejefe de gabinete nacional Juan Manuel Olmos, otro histórico dirigente de la Ciudad, las tropas tienen asignadas actividades diarias que incluyen timbreos, reparto de boletas, y extensas caminatas por las avenidas más importantes de la Capital.

Al igual que a todas las dimensiones de UxP, el escándalo que se desató luego de conocerse el estrafalario viaje del ahora ex jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, también golpeó la recorrida electoral en la Ciudad. Sin embargo, la decisión de la cúpula es minimizar el impacto y esquivar las definiciones. Sin dejar de deleitarse con una catarata de insultos para el lomense, desde la Ciudad pretenden que el rebote no sea tan significativo y no manche la carrera a la segunda vuelta. Lejos del enojo, UxP tiene, además, otro as bajo la manga que podría ser su pase dorado a las elecciones de noviembre.

Después de que el resultado de las PASO porteña de Juntos por el Cambio dejara al radicalismo a un punto de ser quien represente al partido en las generales de octubre, el PRO está decidido a mantener vigente el pie de guerra.

Massa respaldó a Leandro Santoro en el cierre de campaña antes de las PASO.
Foto: Camila Godoy Telam

Fuentes cercanas a ambos dirigentes coinciden con la descripción de que Jorge Macri no perdona los “golpes por debajo del cinturón” que caracterizaron la campaña del titular de Evolución, Martín Lousteau. Las reiteradas insistencias del radical para medirle el nivel de pedigree porteño y las picantes chicanas que sobrevolaron toda la campaña hicieron que el vaso del primo del ex presidente se llenara. La gota que lo rebasó fue la exigencia del radicalismo para quitar de la listas al entonces candidato a primer legislador, Franco Rinaldi, por sus dichos antisemitas. Desde allí, la relación fue irrecuperable.

Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA y mano derecha de Lousteau, y Daniel Angelici, histórico referente de las boinas blancas porteños, fueron los designados para establecer los nuevos vínculos tras del resultado del pasado 13 de agosto. Después de obtener el 27,2% de los votos -Macri sacó 28,7%-  el radicalismo pidió en la primera mesa de negociación el 40% de los cargos pero la negativa fue inmediata. A cambio, el ex intendente de Vicente López ofreció un ministerio. El radicalismo también se negó.

Según pudo reconstruir este medio, Macri está dispuesto a romper con todas las alianzas que Horacio Rodríguez Larreta supo gestar a lo largo de sus ocho años al frente de la Capital Federal. Además de incluir al radicalismo, estos cortes de contrato se expanden a todos los espacios que componen al gobierno de la Ciudad. De allí, se materializó la regla de hacer campaña “sólo” -esto se terminó de comprobar el pasado miércoles en el debate de candidatos a jefes de gobierno, en donde el ex bonaerense llegó escoltado por la tropa del PRO y sin una sóla figura del radicalismo- y la salida de la ex ministra de Desarrollo, María Migliore, quien abandonó su cargo sin dar mayores explicaciones. “De subsecretarías para arriba, pidió todas las sillas. No quiere dejarle nada a Horacio ni a los radicales, está decidido a tener un gobierno sólo con su gente”, describieron a Tiempo desde la sede del GCBA en la calle Uspallata.

La interna Martín Lousteau-Jorge Macri alimenta la alianza bajo la mesa que busca Santoro.
Foto: Captura video

Con este escenario, el radicalismo y el peronismo iniciaron una danza de acercamiento que cada vez es más difícil de esconder. El primer paso lo dio Leandro Santoro. El diputado está dispuesto a hacer uso de su pasado alfonsinista para reclutar a todos aquellos boinas blancas agotados con la idea de ser furgón de cola del PRO. Para ello, además de marcar constantemente la diferencia con su contrincante (ya tiene como frase de cabecera “a mi me educó Alfonsín, a Jorge Macri lo educó Franco”), las bases militantes van por más y tienden líneas subterráneas de apoyo silencioso.

Al igual que como sucede a nivel nacional con Sergio Massa, en peronismo de la ciudad entiende que es preciso dejar de polarizar con los espacios con los que se comparten acuerdos básicos. “Tenemos que dejar de hablar de partidos si queremos gobernar una Ciudad sitiada por el PRO. Los que tenemos ideales similares, aunque pertenezcamos a espacios diferentes, tenemos que laburar en conjunto. La amenaza de Javier Milei es cada vez más factible. No podemos seguir hablando de peronistas y radicales si nos están poniendo en duda la democracia”, dicen desde el búnker de UxP.

La confianza de llegar al balotaje emana por cada uno de los poros de los dirigentes de la Ciudad y creen que el agotamiento del modelo PRO puede ser el motor ideal para concretar un cambio que muchos esperan desde hace más de una década. “Tengo mucha fe. Estoy seguro que si no es esta, es la que viene”, sintetizó un histórico dirigente del PJ porteño.