Aunque resta un mes para inscribirlas en la Justicia Electoral, el PRO quiere resolver sus candidaturas en los próximos diez días para evitar que empeoren sus internas y deriven en una crisis que ponga en riesgo al socio mayor de Juntos por el Cambio. Es una de las definiciones que acordaron Mauricio Macri y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, durante la reunión cargada de secretismo que concretaron este viernes en una de las residencias que posee el expresidente en la Provincia de Buenos Aires.

«Macri se va en los próximos diez días a Europa y quiere que la interna de la Ciudad se resuelva la semana que viene y Horacio quedó con la responsabilidad de hablar con Patricia (Bullrich) para acercar posiciones», confiaron a Tiempo en el PRO para reflejar la urgencia que tienen los dos principales dirigentes del partido.

Ambos transitan una dura disputa por el liderazgo del espacio opositor, con una tensión que ahora se expresa en el armado de las listas para las próximas legislativas, pero que corona años de desconfianzas mutuas. Según acordaron, la misión del alcalde porteño es persuadir a la titular del partido para que acepte compartir una lista única para la Ciudad de Buenos Aires con la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.

Se trata de la oferta que lanzó esta semana la exmandataria bonaerense. En su entorno sostienen que está dispuesta a presentarse como candidata a diputada nacional por la Ciudad, pero en el primer lugar y con Bullrich en tercer puesto, en cumplimiento de la Ley de Paridad de Géneros. El planteo viene con una advertencia velada, ya que Vidal deslizó que si no hay lista de unidad, dejaría pasar el turno. El portazo vidalista de estos comicios debilitaría a Rodríguez Larreta, el principal mentor de la candidatura porteña de la exgobernadora.

Hasta ahora, según pudo reconstruir este diario, la posición de Bullrich es mantener su candidatura porteña y encabezar una lista con candidatos propios que se mida con Vidal. Para acceder a la propuesta de Vidal reclama, como mínimo, la mitad de los puestos de la lista porteña. Además, ya no congenia tanto con el expresidente. En su entorno dicen que «se siente usada por Macri» porque «la puso en el centro de la escena para quitarle centralidad a Rodríguez Larreta», pero ahora no la respaldaría en sus posiciones.

Si las diferencias se agravan, los riesgos podrían multiplicarse. La exministra de Seguridad está calzada en el rol de presidenta del partido y podría convocar a una convención para proclamar su lista o, incluso, presentarse por afuera, una opción que algunos consideran «descabellada». Hay dirigentes que  sostienen que también evaluó no presentarse, pero en las oficinas que tiene el PRO en la calle Balcarce aseguran que «ella está decidida a ser primera candidata y va a ser difícil que resigne esa posición».

Para Rodríguez Larreta el escenario porteño es demasiado incierto y el bonaerense asoma promisorio. Su vicejefe Diego Santilli ya tiene puesto el traje de candidato a diputado nacional por la Provincia y cerró una semana con numerosos respaldos de intendentes a favor de su postulación. Sumó también a quienes apoyaban la candidatura del intendente de Vicente López, Jorge Macri. Él ocupa la presidencia del PRO bonaerense y ahora se siente traicionado por sus eventuales aliados.

En el larretismo ven con entusiasmo ese declive y creen que es inminente que el primo del expresidente se baje de sus aspiraciones o apoye a otro candidato para obturar el crecimiento de Santilli.

Con el juego trabado, en las entrañas del partido amarillo hablan de un virtual empate de fuerzas entre Macri y Rodríguez Larreta, si Bullrich no acepta negociaciones y Vidal resigna su postulación. «Si eso pasa, Horacio habrá logrado meter a Santilli en Provincia  y Macri, a pesar de sus problemas ahora con Patricia, habrá mantenido a Bullrich», vaticinó un exfuncionario que se prepara para la campaña que viene.

En las oficinas del expresidente no confirmaron ni desmintieron el viaje de Macri a Europa, pero en el partido ya cuentan con una estadía de una semana con un aislamiento posterior de cuatro días que recortaría su influencia en la rosca partidaria. Tendrá la tarea de persuadir a su primo Jorge de que «no sea funcional» a la posible candidatura del médico Facundo Manes, como cabeza de lista de la UCR en Provincia. La frase revela que el intendente Macri está dispuesto a acompañar al radicalismo con tal de impedir que avance el proyecto de Santilli.

Sin Vidal en Provincia, Manes aparece como una apuesta de la UCR para recuperar parte del terreno perdido como socio secundario del macrismo. En el PRO temen que se transforme en un «núcleo antilarretista» que reúna a todos los que no quieren a Santilli. Las sospechas también se ciernen sobre el extitular de la Cámara Baja, Emilio Monzó, que está más cerca de respaldar a Manes y jugar como aspirante del radicalismo porque el partido centenario le podría ofrecer un lugar en sus listas que el PRO no puede debido a la cantidad de competidores en danza.

Pero no todo son flores en el radicalismo. Este viernes, el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, también dijo que quiere competir en estas elecciones. Al igual que su colega Macri, debería pedir licencia. La movida es para reclamar lugares en las listas y no quedar relegado. También lo hace para contener las nuevas diferencias que mantiene con el senador nacional Martín Lousteau, que ve con preocupación cómo se puede licuar su peso en la Provincia. El riesgo se extiende a la Ciudad en caso de que Vidal se presente en ese distrito, pero en el equipo del legislador aseguran que el vínculo con Rodriguez Larreta se mantiene «inalterable».

Con los últimos cambios en el tablero, se disparan las especulaciones sobre la ampliación del espacio. Hace casi un mes, la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio habló de cambiar de nombre y sumar nuevos socios. Fue una cita sin Macri. La semana pasada, sucedió todo lo contrario: participó el expresidente y los socios descartaron el cambio de nombre. También dieron un giro al discurso: dejaron de hablar de ampliación y optaron apelar a la «consolidación» de lo que ya tienen. Otro indicador del nivel de desacuerdos que se cocinan dentro del principal conglomerado opositor, cuando la cuenta regresiva para definir las candidaturas se encamina a su recta final.