La recorrida por la localidad de Villa Ramallo formaba parte de la campaña de cercanía y contacto cara a cara con la que este año sorprendió Axel Kicillof. El candidato del Frente de Todos para la gobernación bonaerense caminaba por las instalaciones de una fábrica de conductores de cobre para transformadores industriales. La desolación producida por las políticas del macrismo tenía allí su propia postal: con el ritmo de trabajo reducido al mínimo, los visitantes veían líneas de producción paralizadas y una serie de lonas que cubrían lo que se adivinaba como estructuras cuadradas, macizas, de un metro de altura. Entonces, Kicillof propuso a sus colaboradores, el exsecretario de Relaciones Económicas de la Cancillería Carlos «Carli» Bianco y el especialista en temas productivos Ariel Aguilar, que levantaran las fundas y observaran lo que había abajo. «Che, estas máquinas son nuevas», fue el primer comentario que se escuchó a continuación.

La escena ocurrió hace cuatro meses, durante una visita de campaña al municipio de sesgo industrial del norte de la provincia de Buenos Aires. Aquella circunstancia –la de encontrar máquinas de reciente adquisición pero tapadas por plásticos- se repetiría luego en otras caminatas, en otros distritos, en otras fábricas. En el equipo de Kicillof asimilaron esta experiencia como un indicador de lo que pasó en los últimos cuatro años pero, al mismo tiempo, como una confirmación de que los empresarios pymes del sector industrial invierten, se reequipan, crecen, cuando las condiciones macroeconómicas lo permiten. Y buena parte de ese reequipamiento está a la espera, listo para ser utilizado. A partir de este diagnóstico, la esperanza que Kicillof busca representar al recorrer los pueblos en el –ya famoso– Renault Clio es que a partir de diciembre toda esa maquinaria que está parada empezará, gradualmente, a funcionar.

Este mensaje fue uno de los pilares del discurso que el mismo Kicillof pronunció el miércoles pasado en el Primer Congreso Industrial PyME, en Costa Salguero, al que fue invitado por la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA). El candidato a gobernador más votado en las PASO suele aclarar que la acción sobre la macroeconomía no estará a su alcance porque esas decisiones corresponden al gobierno nacional. Kicillof sí se comprometió a poner en marcha «un canal de diálogo permanente» con el sector. Un entendimiento de ida y vuelta que permita «acercar propuestas, ideas, críticas» en el marco del objetivo general de reconstruir la industria en el distrito bonaerense. «Desde enero de 2016 a junio de 2019, la caída de la producción industrial fue del 11,4%. Se perdieron más de 4200 empresas y más de 145 mil empleos registrados», detalló el miércoles para subrayar lo dramático del punto de partida.

Si en materia económica la prioridad será reactivar al sector industrial, las otras áreas de un eventual nuevo gobierno bonaerense podrían resumirse en los tres valores innegociables con los que Kicillof contagia desde hace años a sus colaboradores: honestidad, austeridad y cercanía. Todos los colaboradores de confianza del exministro de Economía saben desde hace tiempo que en el caso de iniciar un mandato en la gobernación bonaerense a partir del 10 de diciembre la nueva administración deberá responder –y sus funcionarios dar cuenta– a aquellas tres premisas. «La campaña participativa, territorial y austera indica también cómo llevaremos adelante el gobierno en la provincia de Buenos Aires en caso de ganar», remarcó el propio Kicillof en diálogo con Tiempo.

Tras su discurso en el foro de los industriales bonaerenses, Kicillof retomó sus giras por la PBA. Entre el jueves y el viernes pasó con su estilo minimalista y sin intermediarios por las localidades de General Conesa, General Lavalle, Pinamar, General Madariaga y Santa Clara del Mar, partido de Mar Chiquita. Unos cuantos intendentes se acercaron hasta esos distritos de la 5ª sección electoral (este de la provincia) para acompañarlo en plena acción. Allí fueron otra vez testigos de lo que se fue convirtiendo en una de sus fortalezas como candidato: el contacto directo con la gente. Una anécdota revela el clima de sinergia (energías combinadas en función de un objetivo) que circula en el Frente de Todos: el jueves a la tardecita, tras la última actividad proselitista, Kicillof y el grupo de jefes comunales que lo acompañaba se subieron a un colectivo y se fueron todos a Mar del Tuyú para compartir una cena.

Esta sintonía, potenciada por la perspectiva de un posible triunfo (elemento muy ordenador en la política), explica también por qué Kicillof se ocupó en persona de desmentir y transmitir su molestia por una serie de publicaciones que en los últimos días mencionaban nombres y eventuales cargos de un futuro equipo de gobierno. «Hasta después del 27 de octubre no voy a definir a ningún integrante del Gabinete. Tenemos una elección por delante y el objetivo es escuchar y trabajar en las necesidades de los y las bonaerenses para que se sientan representados. Primero debemos definir el programa de acción de cada área en el marco de un plan estratégico integral. Recién después buscaré a la persona indicada para llevar adelante cada programa», advirtió el candidato ante la consulta de Tiempo. «