Con el aula magna de la Facultad de Medicina de la UBA atestada de público, el diputado Axel Kicillof, el dirigente español de Podemos Íñigo Errejón, y el politólogo y docente universitario Eduardo Rinesi analizaron las razones políticas, económicas y culturales de la ola de gobiernos neoliberales que atraviesa a América Latina.

La charla formó parte, este sábado y a modo de cierre, del Foro para la Construcción de una Mayoría Popular, un espacio de debate político en el que participan organizaciones partidarias, territoriales y sindicales.

El éxito de la convocatoria se reflejó en el hall, los pasillos y las escaleras de la planta baja y los primeros dos pisos de la sede de Medicina. Como los asistentes ya habían llenado un aula de por sí espaciosa, los organizadores montaron una pantalla gigante y un equipo de sonido tras el acceso de la casa académica.

Una primera conclusión de lo que se escuchó en el panel: los tres expositores coincidieron en que hay que profundizar sobre qué significa la consolidación de Cambiemos como coalición nacional.

“No hay que menospreciar lo que sucede porque es el poder económico gobernando con instrucciones que emanan desde lugares muy oscuros”, advirtió Kicillof. Economista, el ex ministro relacionó la restauración conservadora y el avance de la derecha con los efectos de la crisis económica global iniciada en Estados Unidos en 2008.

Errejón fue el más audaz y lanzó definiciones que iban más allá de lo esperado, de lo previsible. Aseguró que una de las claves que harán posible la reconstrucción de una mayoría de sesgo nacional-popular será asumir las demandas y los deseos sociales que logró encarnar el macrismo –entre ellas la demanda de “orden”- pero para reconducirlas hacia un sentido democrático y de mayor igualdad social.

El panel contó con la participación de la periodista y candidata a diputada por Unidad Porteña Gisela Marziotta. Su rol fue el de marcar los tiempos y presentar a los expositores. Al inicio y al cierre del debate se reclamó por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Los organizadores repartieron cientos de carteles con el rostro del joven, víctima de una desaparición forzada según la fiscalía que actúa en el caso.

Encargado de romper el hielo, Rinesi hizo un repaso histórico sobre los significados que tuvo la palabra “democracia” en la Argentina de los últimos 40 años. Su objetivo era contrastar la idea de democracia estática y rutinizada de los años ’90 -mientras el neoliberalismo se aplicaba en lo económico en el marco de un clima de época caracterizado por el desencanto de lo político, el individualismo y la desmovilización- con la concepción innovadora de democracia que, en su opinión, trajo consigo el kirchnerismo: desde 2003 y hasta 2015, planteó Rinesi, se vivió y entendió a la democracia como proceso, como construcción.

“Esta nueva idea de democracia no la entiende como orden (Rinesi recordó que el dictador Jorge Videla hablaba de democracia como una forma de gobierno que terminaría con el populismo, el desorden y la corrupción). Tampoco como rutina (los años ’90), ni como espasmo (por el 2001/2002). Esta idea, que encarna el kirchnerismo, entiende a la democracia como un proceso. Por eso habla más de democratización que de democracia. Y eso significa ampliación de los derechos”, subrayó.

El politólogo y filósofo parafraseó a John William Cooke, quien en los años ’60, a modo de provocación y para destacar que la identidad histórica de la clase trabajadora se expresaba en el peronismo, acuñó una frase: “En la Argentina, los verdaderos comunistas somos nosotros, los peronistas”.

Rinesi, actualizándola al 2017, planteó: “En la Argentina de hoy, los verdaderos republicanos somos nosotros, los populistas”. Una de las obsesiones de Rinesi es disputar el concepto de república, que en la Argentina quedó asociado al pensamiento conservador y elitista. “República es una palabra demasiado preciosa como para dejársela a esa manga de conservadores que hablan de república en los diarios de la derecha”, sentenció.

La disertación de Rinesi, intelectual respetado y muy conocido en la UBA y en otras universidades del conurbano, como la de General Sarmiento (UNGS), de la que fue rector, concluyó con una advertencia sobre el modo en el que deberá darse la tarea prioritaria de búsqueda de mayorías para el espacio nacional, popular y de izquierda.

“Hay que hacer todo un trabajo de construcción que desmienta con fuerza el latiguillo de ‘les hicieron creer’ que todos podían vivir mejor, y que busca convencernos de que el mundo sólo puede ser como es: injusto. Pero, ojo, las mayorías no están ahí esperando que se las interpele como tal. Esas mayorías hoy quizá no existen. Hay que construirlas”, exhortó.

¿Crisis del neoliberalismo?

Cuando le tocó el turno, Kicillof avisó que media hora de exposición le iba a resultar poco tiempo. En el aula magna de Medicina –un foro en semicírculo construido en 1949, con molduras de madera en la cabecera, balcones en dos niveles y, sobre el estrado, un óleo gigante del pintor argentino Antonio González Moreno que representa a los pioneros en el ejercicio de la medicina en la Buenos Aires de 1780- se escucharon risas y voces que festejaban.

El ex ministro de Economía se dedicó desde un primer momento a relacionar la actualidad argentina con el contagio de los efectos de la crisis económica que estalló en Estados Unidos con las hipotecas de alto riesgo. “En 2014 la crisis, que había surgido en Estados Unidos y luego se había trasladado e Europa, se desplaza de forma sorpresiva al mundo de los países emergentes”, diagnosticó.

“Esta crisis internacional provoca una enorme incertidumbre. Voy a ser levemente determinista: por eso la esfera de la política va a ser un quilombo en todos lados”, vaticinó y enumeró situaciones anómalas en lo político, como el triunfo de Donald Trump en EEUU, las muy buenas performances electorales de Jeremy Corbyn en Gran Bretaña y Jean-Luc Melenchon en Francia, la fortaleza de Bernie Sanders dentro del Partido Demócrata, el Brexit votado por los ingleses y la salida de la Unión Europea.

En el planteo de Kicillof, lo que está en crisis en el mundo es el funcionamiento mismo de la economía según sus parámetros neoliberales: la desconexión de la economía real, la primacía de la valorización financiera. Por eso, siguió el diputado, la razón de la crisis “no es la codicia de los banqueros”.

Para hacer frente al efecto dominó detonado por la caída de Lehman Brothers, recordó, el gobierno saliente de George Bush (h) realizó un salvataje a los bancos “cinco veces más grande de lo que significó el New Deal” de Franklin D. Roosevelt. “Pero la crisis sigue y nadie sabe cuándo va a terminar. Recordemos que la crisis de 1929/1930 recién se terminó completamente con la Segunda Guerra Mundial. La crisis no la terminó (John Maynard) Keynes sino Adolf Hitler. Porque, para dar un ejemplo, toda la economía británica se nacionalizó al servicio de la guerra”, siguió el legislador y referente económico de La Cámpora.

Kicillof subrayó que la crisis económica del dogma neoliberal se refleja en los pronósticos fallidos que el FMI viene realizando cada año desde 2008. “Todos los eneros dice que se terminó la crisis y todos los agostos se corrige y dice que no, que la crisis sigue”, ironizó.

En su visión, la paradoja para América Latina es que el neoliberalismo que hoy está en crisis en el mundo, y que vuelve con fuerza a aplicarse en la región, sobre todo en Brasil y la Argentina, ya había fracasado en los países latinoamericanos una década antes.

“Veamos lo que les dicen a los países más débiles de Europa, los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España por sus siglas en inglés). Que habían vivido una fantasía, que vivían por arriba de sus posibilidades. Hoy, en España, el desempleo está en 15% y entre los jóvenes orilla el 40% o 50%. En Argentina, entretanto, Macri ya llevó el desempleo de 6% a 9%. El escenario es incierto: se ralentizó el crecimiento chino, se dinamitó el precio de los commodities, Estados Unidos empezó a revertir su política de tasas de interés, atrayendo capitales que antes venían a los países emergentes”, describió.

“¿Qué hacer con este escenario? ¿Cómo se aborda una crisis? Hay dos opciones. Según la ‘solución’ neoliberal, o tratando de defender los intereses populares. En la Argentina, hasta 2015, hicimos un experimento contrario a la solución neoliberal: protegimos el empleo, regulamos el servicio bancario y cambiario, regulamos la entrada de importaciones, que el salario estuviera siempre por arriba de los precios. Enfrentar una crisis económica mundial desde los intereses populares es políticamente complicado”, reconoció Kicillof.

“La otra opción, la neoliberal, es hacer lo que hacen los ministros de Macri: o sea, nada. Pero las políticas neoliberales para abordar una crisis del neoliberalismo sólo puede producir una profundización de la crisis”, vaticinó con tono grave. En términos de acción política, el diputado kirchnerista convocó a multiplicar y profundizar la resistencia a las medidas de Macri.

“Ellos saben qué programa quieren aplicar, a qué velocidad y con qué profundidad. En qué medida lo logren depende de qué nosotros, los argentinos, se lo dejemos aplicar. Lo de ellos no es ensayo y error. Si sus intentos chocan con una resistencia fuerte, se frenan. Nuestra tarea es organizar una opción que vuelva a gobernar la Argentina a partir de esa resistencia”, arengó al final entre aplausos.

En el adversario siempre hay una cuota de verdad

Miembro de la conducción de Podemos, ex portavoz nacional de esa fuerza política española, Errejón definió el momento de Sudamérica –condicionado por la derrota electoral del kirchnerismo, el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff y la salida del PT del gobierno en Brasil, la tensión en Ecuador entre Lenin Moreno y Rafael Correa, las enormes dificultades que atraviesa el chavismo, que sigue en pie en Venezuela- como “la insubordinación de los privilegiados”.

Una “ofensiva oligárquica” que también localizó en Europa, y que en el Viejo Continente, continuó, tiene como objetivo desmontar “los pactos sociales de posguerra” que le dieron institucionalidad al Estado de Bienestar.

“La exigencia de los grandes poderes es que vuelva a reinar la ley del más fuerte. Las elites de nuestros países se consideran con poderes naturales que están por encima del Estado de Derecho. Vienen a reclamar con furia lo que es suyo: tienen una concepción patrimonialista del Estado, una dinámica de depredación”, describió el joven dirigente español (33 años), que es hincha del Real Madrid.

“Pero en el caso de Sudamérica, y esto lo digo con cariño y con afecto y con reconocimiento por la experiencia política de sus países, no se trata tanto de que vengan a restaurar los beneficios económicos perdidos. Porque en los últimos años no habían retrocedido tanto en lo económico como en lo político. Con los gobiernos populares no habían perdido tantos beneficios”, acotó luego Errejón.

En este punto, al referirse a Argentina, alguien le podría haber planteado que una de las primeras medidas de Macri tras asumir fue eliminar o disminuir los derechos de exportación (retenciones) para distintos sectores de la economía, sobre todo al complejo agro-exportador y minero. No hubo tiempo para un intercambio de ese tipo. Entonces llegó el momento quizá más controvertido y atrapante de la jornada.

Errejón avisó que iba a salir de los lugares comunes que adjudican al adversario político (la derecha) una condición “pérfida”. Se preguntó por qué un partido como el PP español de José María Aznar había cosechado “7 millones de votos en España” a pesar de “haber hipotecado el futuro” de nuevas generaciones. ¿Por qué obtenía esos números pese a haber sumergido a los jóvenes españoles “en la precariedad, la emigración o la resignación”, o pese a haber realizado “un proceso de envilecimiento social” en España? ¿Por qué el PP obtenía victorias políticas “en lugares en los que los indicadores económicos y sociales no lo justificarían”?

Sus preguntas calzaban justo para la actualidad de Argentina, tras unas PASO que mostraron el crecimiento de Cambiemos a pesar del fuerte ajuste que aún no termina.

El dedo en la llaga

«Tenemos que salir de la receta moral que nos tranquiliza y que pone el eje en cuánto de pérfidos son nuestros adversarios. Voy a decir algo quizá provocador: en el adversario hay siempre una parte de verdad. Pero esa parte de verdad que nosotros queremos combatir. Y para eso nos preparamos, nos formamos, nos organizamos. Otra cuestión: la acumulación de desastres económicos, de medidas que perjudican a las mayorías, de denuncias de corrupción, no va a sustituir la construcción de una alternativa posible que haga factible un orden nuevo”, provocó Errejón con una andanada que despertó aplausos entre la multitud que lo escuchaba en silencio.

“Pensemos la disputa por el sentido. Para construir una mayoría hay que articular esperanzas, expectativas. Y para lograrlo tenemos que hacernos cargo de los deseos y anhelos de nuestros compatriotas, incluso de aquellos deseos y anhelos que no compartimos. Nosotros, desde Podemos, vamos a llegar a gobernar España, pero no podemos aspirar a hacerlo sin partir del reconocimiento que el PP gobernó muchos años y por qué. Ustedes, aquí, lo mismo. Para construir una fuerza electoral la pelea cultural es importantísima”, profundizó.

“El Partido Popular logró sintonizar con una suerte de sentido común en un sentido conservador. Nosotros tenemos que ir por ese sentido común pero para darle un cauce emancipador. Un ejemplo: los países no pueden vivir permanentemente en la excepcionalidad y la hiperpolitización. Tenemos que saber distinguir en cómo vivimos política nosotros, a los que nos apasiona la militancia, y cómo la vive la mayoría de nuestro pueblo. No podemos perder la temperatura del sentir social”, indicó.

“Los pueblos no quieren hacer revoluciones todos los días. Los procesos de transformación tienen dinámicas de flujo y de reflujo. Sólo los trotskistas creen que los pueblos viven en revoluciones permanentes todos los días”, siguió Errejón en su saga de las advertencias.

Para completar su llamado a competir con la derecha incluso en el campo en el que el pensamiento conservador se siente más cómodo, el diputado de Podemos convocó a los presentes a “disputar la idea de orden”. Se trata de una cuestión sensible para la coalición de izquierda, porque Podemos gobierna los ayuntamientos de varias ciudades –entre ellas Barcelona- y en la capital de Cataluña se acaba de producir un atentado terrorista.

“El neoliberalismo no termina con el conflicto. Lo que hace es disolver los lazos de comunidad, por lo que nos obliga a procesar el conflicto como seres individuales. Convierten a los pobres en emprendedores, y a los trabajadores que temen por un despido en individuos aislados que tienen que enfrentar esa situación. Nosotros tenemos que convencer a la sociedad, a las mayorías, de que nos va mejor y estamos más seguros cuando nos cuidamos, cuando construimos comunidades”, remarcó.

“A lo que la derecha más le teme es a que nosotros les demostremos a todos nuestros compatriotas que gobernamos mejor nuestros países”, agregó.

Para Errejón, la derecha regresó con fuerza porque tuvo la inteligencia de incorporar ideas y medidas que -propuestas por los gobiernos populares y reformistas- tenían mucho reconocimiento entre la población. Políticas que ya eran parte de su cotidianeidad.

Imitar lo que hace bien la derecha

“Que la gente ya no agradezca la AUH y la considere un derecho es una victoria. Las derechas han registrado la experiencia de los gobiernos progresistas. Lo que nosotros tenemos que hacer es imitarlos en cierto aspecto, aprender de las derechas de nuestros países, que cuando pierden el poder político en las elecciones lo pierden sólo en una parte: se atrincheras en instituciones, crean fundaciones, a la espera de recuperar el gobierno”, afirmó.

Antes de la despedida y de saludar con el afiche de Maldonado en alto, Errejón pronunció una serie de frases que sonaron como consejos específicos para la militancia del kirchnerismo.

“Elijamos bien las batallas que damos. No regañemos a nuestro pueblo. No hay nada peor que esa cultura tradicional la izquierda que se victimiza, que se siente incomprendida. Nuestra acción política no puede convertirse en ejercicios de nostalgia que busca recuperar un tiempo pasado. Necesitamos hacernos cargo del macrismo”, recomendó. En su última recomendación se anotó en el ‘nosotros’, incluyéndose a él mismo, como si fuera un argentino más.