Lo dicho, lo que decimos a diario, como personas o profesionales, lleva oculto el decir. Lo que importa es el decir, más que lo dicho.  No obstante, hemos sido escolarizados, desde la primaria a la universidad, a con-fundir lo dicho con el decir, lo que se cuenta con el contar, lo que se argumenta, con el argumentar.

Mucho se ha dicho sobre lo dicho por Javier Milei. Menos atención se ha prestado a su decir. Cuando, por ejemplo, dice que si es electo va a dolarizar la economía, lo dicho puede o no ocurrir, por cualquiera y variadas razones. O podemos decir que no es verdad que va a dolarizar, porque al final no quiere o no puede. Pase lo que pase con lo dicho, lo que queda, la verdad, es que lo dijo. La verdad está en el decir, no en lo dicho. Y las consecuencias son notables.

Por ejemplo, en una conferencia que dictó en Chubut (video en Break Point) primero dio una definición de la política. La política consiste en ¨ensuciar¨ al enemigo, al que hay que detener para que no ocupe nuestro lugar o nos ponga en riesgo. Sin nombrar a Horacio Rodríguez Larreta, aunque sin dejar lugar a confusión, describió el accionar de Larreta en ¨ensuciar¨ al enemigo para rebajar. Agrega que este proceder ¨es una forma bien mediocre de hacer política ¨. Ver acá.

Por su parte, después de las PASO, ¨ensució¨ a Jorge Bergoglio. Vida Nueva, periódico digital de España, cita es palabras de Milei: Asno, burro, ignorante, nefasto, zurdo cultor del modelo basado en el odio, la envidia y el resentimiento”. Y no se queda ahí, incluso acusa al Sucesor de Pedro (el primer Papa que recibió la potestad directamente de Jesucristo)“un sorete mal cagado”. Ver acá.

También criticó al gobierno de Alberto Fernández por ¨ensuciar¨ a los liberales (supongo que el presidente se refería a los neo-liberales). Milei no se quedó cortó al ¨ensuciar¨ al socialismo y toda la izaquierdacon toda la izquierda. El DiarioAR, informa el 30 de Agosto que ¨Javier Milei endurece su discurso contra los refrentes de los principales partidos políticos, contra el oficialismo, la educación, los medios de comunicación y el avance en las últimas décadas de lo que denominó ideas socialistas, a cuyos defensores trató de basuras y excrementos humanos. Ver acá.

El secreto de estas historias consiste en un truco bien conocido, sobre todo de la derecha, que consiste en acusar para ocultar que hacemos lo mismo que acusamos. De modo que lo que Milei dice sobre Bergoglio o sobre la izquierda no es lo que Bergoglio es ni lo que el socialismo es sino lo que Milei dice que Bergoglio y el socialismo son.

Estos decires son complementarios con otros que tienen la misma lógica. Pero esta lógica en su decir no es detectable si sólo prestamos atención a lo dicho. Dijo muchas veces (también lo dijo Patricia Bullrich), de distintas maneras, que le daría fin al kirchnerismo. El decir de lo dicho es crucial porque en este, y los anteriores, Milei está invirtiendo el sentido de la palabra libertad: para que la libertad avance es necesario suprimir todo aquello que dificulte o se oponga el proyecto de libertad. Es decir, para conseguir la libertad en Argentina es necesario suprimir la libertad.

Paradójicamente, esta inversión en la civilización occidental tuvo su punto de origen en la institucionalización de la cristiandad. Es decir, en la fundación institucional de la Iglesia. El gran proyecto de la cristiandad de crear un orden espiritual unificado no pudo, y no podría, haber llegado a concretarse. Puesto que para lograrlo tuvo que invertir el sentido de espiritualidad y considerar la suya como la única verdadera.

Cuando el liberalismo desplazó a la Iglesia, John Locke invirtió el sentido de los derechos humanos. Para defender los derechos humanos era necesario violar los derechos humanos. Esto ocurrió claramente en el bombardeo de Kosovo por parte de la OTAN y Estados Unidos en defensa de los derechos humanos.

Para Milei el proyecto de construir un orden institucionalidad libertario está sostenido por la misma lógica que sostiene su decir: el avance de la libertad supone la negación de la libertad a quienes no compartan el sentido único y libertario de la libertad.