Tras la clase magistral, que mantuvo atenta por una hora y media a la dirigencia que llenó la renovada Sala Ginastera del Teatro Argentino, Cristina Kirchner salió a saludar a los más de veinte mil militantes que siguieron su discurso desde las pantallas dispuestas en las inmediaciones del teatro y también en la plaza San Martín, en pleno corazón de La Plata. Lo hizo desde un escenario montado en una de las calles laterales y bajó un mensaje claro: «Hay que bajar a discutir, en la escuela, en la cola de la panadería, en la cancha. Hay que pelear por las ideas».

En ese acto improvisado, que duró apenas unos minutos, la ex presidenta le agradeció a los militantes y les marcó cuál es su tarea de cara a las elecciones. «Estuvimos compartiendo, reflexionando, diciendo y viviendo porque la política no es sólo decir sino vivir», dijo en el arranque frente a la multitud que había ocupado la calle 9 entre 51 y 53 y les recordó que todo en la vida está atravesado por la política. «No es sólo cuando estamos en un acto o en la movilización. La política es todo, cuando estamos en la escuela, en la cola de la panadería, en la cancha», subrayó.

Entonces, en la misma línea que había marcado minutos antes durante su clase sobre el FMI y la economía argentina, llegó el pedido: «Hay que debatir, compatriotas, hay que bajar a discutir, a pelear por las ideas, a pelear por la patria, a pelear por la historia y por la memoria. Esto es lo que queremos hacer».

Con banderas, bombos y toda la liturgia peronista, la militancia revolucionó el centro de la capital bonaerense desde temprano cuando comenzaron a llegar a la ciudad desde la estación de trenes, en 1 y 44, y concentraron en plaza Italia, en 7 y 44, para marchar por la avenida principal hasta el Argentino.

Primera fila: Magario, Moreau, Máximo, Kicillof, Larroque, Wado.

No faltaron los clásicos puestos de choris y hamburguesas ni los de merchandising con pañuelos y pins de Perón, Evita, Néstor y Cristina, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, las Islas Malvinas y el slogan para romper la proscripción: «Nada sin Cristina». También hubo remeras y gorras de CFK, La Cámpora y Lula Da Silva, y un canto que se repitió una y otra vez, adentro y afuera: «Cristina Presidenta».

Adentro del teatro, la dirigencia del Frente de Todos llenó todas las bandejas de la Sala Ginastera, reinaugurada tras su remodelación hace apenas una semana, luego de haber sido cerrada en 2017 por la gestión de María Eugenia Vidal tras años de abandono. Apenas comenzó su discurso, la vicepresidenta no dejó pasar el dato y felicitó al gobernador Axel Kicillof por el trabajo. «Es especial estar en este lugar que recuperó el esplendor. Está hermosa Axel la Sala, hermosa», subrayó. Ese mismo lugar fue testigo de decisiones electorales claves en su vida política: allí se lanzó en 2005 como candidata a senadora por la provincia y en 2007 como candidata presidencial. Y en 2009 volvió a elegir ese escenario para anunciar el proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, con el que le declaró la guerra al Grupo Clarín.

Apenas unos minutos antes del inicio del acto, Kicillof también se llevó los aplausos y la ovación del público al ingresar junto al diputado nacional y presidente del PJ, Máximo Kirchner, y ubicarse en el centro de la primera bandeja, de frente al escenario. Junto a ellos, en primera fila, se ubicaron la presidenta de la Cámara de Diputados de la Nación, Cecilia Moureau, la vicegobernadora Verónica Magario, el jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, ministros bonaerenses y los intendentes Mayra Mendoza (Quilmes), Jorge Ferraresi (Avellaneda), Mariel Fernández (Moreno) y Juan Ustarroz (Mercedes), además de los ministros bonaerenses Andrés Larroque (Desarrollo de la Comunidad); Julio Alak (Justicia) y Leonardo Nardini (Infraestructura), entre otros.

En las filas siguientes se sentaron funcionarios nacionales como el ministro del Interior, Eduardo «Wado» De Pedro; su par de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, y el de Defensa, Jorge Taiana; la presidenta de ANSES; Fernanda Raverta; el titular de la AFIP, Carlos Castagneto, el procurador del Tesoro de la Nación, Carlos Zannini; el diputado Carlos Heller, Leandro Santoro y Gisela Marziotta, y el senador nacional Oscar Parrilli. También hubo fuerte presencia del sindicalismo: estuvieron el líder de La Bancaria, Sergio Palazzo, y su par de la CTA, Hugo Yasky; además del secretario general del SUTEBA, Roberto Baradel. Otros dirigentes que participaron fueron el dirigente del Frente Patria Grande, Juan Grabois, el ex canciller Felipe Solá y el ex ministro de Asuntos Agrarios, Julián Domínguez.

El ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa, no participó por estar de viaje, pero estuvo representado por Moreau, por el ministro de Transporte bonaerense, Jorge D´Onofrio, y también por su espada legislativa en la provincia: el vicepresidente de la Cámara de Diputados de la provincia, Rubén Eslaiman, además de intendentes y legisladores del espacio.

Tampoco participaron del evento ni el jefe de Gabinete nacional, Agustín Rossi, ni el ministro de Seguridad nacional, Aníbal Fernández, ni tampoco el canciller Santiago Cafiero, quienes integran el círculo de confianza del presidente Alberto Fernández.

La que sí estuvo en primera fila, aunque alejada de sus otros compañeros de gabinete, fue la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Victoria Tolosa Paz, la única funcionaria de la «mesa chica» albertista que asistió acompañada por su esposo, el empresario Enrique «Pepe» Albistur. La presencia de la dirigente platense -que el sábado pidió pista para competir en las PASO en la Provincia- no pasó desapercibida para la vicepresidenta que le hizo un inesperado guiño en su discurso cuando hablaba de los planes sociales.

Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo también dijeron presente en el Teatro. En los palcos más cercanos al escenario estuvieron Estela Barnes de Carlotto; Herenia Sánchez de Viamonte y Taty Almeida, quienes se llevaron un saludo especial de la vicepresidenta.