Daniel Ricci es Doctor en Bioquímica, profesor adjunto de la Universidad de Buenos Aires y secretario general de ADUBA y de la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN) que nuclea a los docentes de las 57 universidades públicas del país.

-¿Cuál es el protocolo que preparó ADUBA para el retorno a la presencialidad?

-En el caso de las universidades, un primer punto que tenemos que tener en cuenta es que, a diferencia de la educación primaria y secundaria, la educación universitaria no es de proximidad. Tanto docentes como estudiantes viajan en transporte público para ir a la universidad. Con lo cual la presencialidad se hace mucho más compleja que en otros niveles educativos. Es por eso que para el segundo cuatrimestre de 2021 las clases van a ser virtuales y solo va a haber un pequeño porcentaje de presencialidad en las materias prácticas que tienen que ver con las carreras de la salud, y las tecnológicas que tienen un trabajo de laboratorio, como las de las facultades de Odontología, Medicina, Agronomía, Farmacia y bioquímica. Pero la presencialidad es menor al 5%. Para eso tiene que haber un protocolo que cumpla con las normas de seguridad e higiene y la cantidad de gente que tiene que haber en la unidad académica que ya hemos preparado.

-¿Cuándo cree que se podrá retornar plenamente a las aulas?

Este año no volverán las clases presenciales a las universidades, aún no están dadas las condiciones. Estimamos que, en 2022, cuando toda la población esté vacunada, retomaremos las clases presenciales.

-En los niveles iniciales y secundario hubo algunos problemas de conectividad en un porcentaje considerable de alumnos, ¿qué pasó con los alumnos y alumnas  de las universidades?

-El tema de la conectividad es un problema de los sectores de menores recursos, ya sea porque no accede a internet o a una computadora disponible en su casa. Para nosotros es muy importante que haya un programa del Estado Nacional, y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, para repartir computadoras tanto para estudiantes como para docentes. Fue muy buena la experiencia del plan Conectar Igualdad, que creo Cristina Fernández de Kirchner, y que luego discontinuó Macri. Habría que hacerlo extensivo a las y los estudiantes universitarios. El paso a la educación a distancia fue una situación de emergencia, porque el año pasado cuando se decretó la pandemia, no tuvimos varios meses para preparar las clases de manera virtual, hubo que hacerlo de un día para otro. Eso significó un esfuerzo muy grande de los docentes. Lo que vemos en el caso de los estudiantes es que la cantidad de inscriptos es muy similar a la de años anteriores y estamos viendo además que hay un proceso de retención algo mayor, o sea que hay menos estudiantes que abandonan la carrera.

-¿Sería una de las ventajas de la virtualidad?

-Nosotros defendemos la presencialidad, creemos que es irremplazable. Hay una interacción en el aula, entre docentes y estudiantes y entre los propios alumnos y alumnas que no se logra en la virtualidad. Pero la virtualidad tiene, a través de las plataformas digitales, la ventaja de ser una ayuda muchas veces para la enseñanza. Yo digo que esta es la segunda gran reforma tecnológica en la educación. La primera fue la imprenta, cuando se pasó de la enseñanza oral al conocimiento escrito a través de los libros. Hoy estamos en la segunda reforma con las plataformas tecnológicas que, puestas al servicio de la educación, tienen algunas ventajas. Por ejemplo: un estudiante que trabaja y que tiene que trasladarse hacia la universidad se ahorra dos horas de viaje. Es una ventaja sobre todo en los primeros años, cuando tenemos aulas abarrotadas con cien o doscientos alumnos y no hay casi interacción entre ellos y con los docentes. Las plataformas vinieron para quedarse y seguramente iremos hacia un sistema mixto en la educación.

-Por último. desde la Asociación y la Federación de docentes universitarios, ¿cuáles son los reclamos paritarios de este año?

-Nosotros cerramos un primer aumento de 35%, que en este momento se está quedando corto con la inflación, con lo cual hemos pedido al Ministerio de Educación un nuevo reclamo de otros 10 puntos porcentuales de aumento antes del mes de octubre para empatarle a la inflación. También trabajamos con el ministerio de Educación para la creación de un programa de rentas ad honorem a partir de un programa que conseguimos para rentar a unos mil docentes de la Universidad de Buenos Aires. Tenemos que fortalecer la vinculación con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que hay políticas de Estado a largo plazo, algo que no está lo suficientemente trabajado. Es también imprescindible la construcción de nuevas universidades, programas de becas y de conectividad. La educación pública es la principal forma de ascenso social que tienen los argentinos. Hay que tener en cuenta que el 50 % de los estudiantes de la UBA son primera generación de estudiantes universitarios y provienen de estratos sociales medio y bajos. En el conurbano bonaerense esos porcentajes crecen nada menos que al 80 %. Por eso me pareció lamentable la frase de María Eugenia Vidal quien, en su momento, cuando era gobernadora, dijo que no pensaba construir una sola universidad más porque total los pobres no llegaban a las universidades. Es importante no solo que haya más universidades gratuitas sino también más cantidad de becas, becas de conectividad y repartir computadoras para crear las posibilidades de ascenso social que crea la universidad pública y gratuita.