Las banderas son de color rojo y negro. Llevan tatuadas consignas de luchas obreras más viejas que el capitalismo. “La conquista del pan”, “Salud y libertad”, “Ni dios, ni patria, ni patrón, ni marido”. Son el telón de fondo que abraza el acto convocado por la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) para conmemorar el 1º de Mayo. La cita es en la populosa Plaza Miserere, en el popular barrio del Once. En una tarde soleada de un auténtico domingo anarquista.

Ni jornada de fiesta, ni feriado, ni acto celebratorio, los anarquistas proponen, como debe ser, un Día de Protesta Universal. Miren si no sobran razones para que los trabajadores dediquemos un día a reflexionar y organizar nuestras propias luchas. Ahí están la miseria, la inflación y el hambre que muerden los talones. Las guerras masacrando a la vuelta de la esquina. La donación forzada al antojo de un patrón por un mísero sueldo. Dice los muchachos y muchachas de la FORA cuando toman la palabra por asalto al inicio del ágape: “Hoy no hay nada para festejar: hoy no hay fiesta. Hoy no hay descanso, no hay tiempo para descansar. Es el día en que los trabajadores y trabajadoras del mundo juntamos fuerzas para perseverar en la lucha por la dignidad, que no es el trabajo, sino la emancipación.”

Anarquistas, “la palabra –escribe el ensayista Christian Ferrer en su brillante libro Cabezas de tormenta– suena hoy menos tremebunda que extraña, como si se mencionara un animal extinto. Un ave pesada que nunca pudo volar o un mamífero cuyo último ejemplar fue avistado décadas atrás”. Tantas veces los han matado, tantas veces los persiguieron, tantas veces los borraron de la historia. Sin embargo siguen aquí, dando pelea por un mundo de iguales.

La FORA cumplió 120 años de tórrida historia sindical en 2021. Fue la primera organización gremial del país y al inicio del corto siglo XX llegó a nuclear a miles de laburantes. Su corazón fue, es y seguirá siendo la actividad sindical. Además, cobija en su sede porteña de La Boca una generosa biblioteca, documentación histórica obrera y otros tesoros que son un festín desnudo para historiadores y cientistas sociales.

Jorge “Cacho” Smokvina, miembro activo de la comisión de jubilados de la federación, dijo lo suyo cuando pasó al frente. Recordó a los Mártires de Chicago y trajo su legado a las luchas del presente. Las batallas ya no son para conseguir las ocho horas, sino para que el trabajo remoto sin frenos salga de nuestras casas. “Hemos perdido mucho terreno con estos años de miserable pandemia –aseguró don Cacho, 68 pirulos bien llevados y elegante boina-, y los sindicatos y partidos políticos están al servicio de los patrones y de los gobiernos de turno. Ese es el modelo sindical que denunciamos”. Cacho también le dedicó un párrafo a los falsos libertarios que encabeza en el Parlamento el economista mediático Javier Milei, el huevo de la serpiente liberal: “Se llenan la boca hablando de libertad. Libertad de mercado”.

Contra la guerra en Ucrania, contra todas las guerras. Ese fue el principio que atravesó como un rayo que no cesa el discurso de Carlos Splausky, poeta y jubilado ácrata. “Tanques, bombas, fusiles, todas esas armas que usan para someternos a los trabajadores. Pero nosotros tenemos armas más fuertes, nuestros principios de igualdad”, arengó don Carlos, hijo de migrantes llegados a estas pampas desde Ucrania.

La organización de la FORA está basada en los principios anarquistas de la 1º Internacional Obrera: un sistema federalista y horizontal sin cúpulas dirigenciales ni profesionales del sindicalismo. Sociedades de resistencia, que es la unidad más clásica de los obreros tradición española. Se adhieren y se forman federaciones sin una conducción central. De la jornada participaron representantes de diversas zonas del Conurbano y se leyeron adhesiones que llegaron desde Europa y otros puntos del planeta.

“A desalambrar, a desalambrar / Que la tierra es nuestra”, suena la voz de Víctor Jara por los parlantes cuando el acto ácrata por el 1º de Mayo acaba. Pero la lucha sigue. ¡Salud y anarquía!