El último 12 de agosto Mauricio Macri y María Eugenia Vidal fueron agredidos en un barrio periférico de Mar del Plata. Horas después la ministra Patricia Bullrich dijo: “La información que nosotros tenemos es que la agresión fue organizada por un grupo de unas 20 personas, que algunas ya estaban en el barrio (…) La lectura política de nuestro gobierno es que hay un grupo ligado al kirchnerismo, no a todo el kirchnerismo, pero sí a la ex presidenta, con esta posición tan radical que tiene todos los días, cada vez más. Es el reemplazo del lenguaje de la democracia, que es el del diálogo, por los piedrazos, por la agresión. En cada lugar donde va el presidente, hay un grupo que organizadamente lo sigue para intentar que no pueda organizar actos”.

Los medios dominantes reprodujeron esa teoría. Que lo esperaban, que fue una celada, un ataque, que de esa manera se distorsionaba la democracia. Y todo lo que son capaces de decir a la hora de lanzarse a una mentira grande y muy dolorosa como era esa, que además tuvo consecuencias políticas. Llegaron a inventar una acusación sobre una persona que tenía una prenda roja, una campera, que había estado en la Villa 31 al lado de Cristina Fernández y que luego había participado del presunto ataque a Macri. Luego se supo que fueron personas distintas, incluso las prendas eran diferentes.

Este grado de capacidad para mentir es altamente preocupante. Es increíble. Es inadmisible, con los hechos consumados a través de la Justicia, que una persona pueda mentir tan impunemente. El final de esta historia es contundente.

“Hubo una total falta de coordinación entre las fuerzas nacionales y provinciales para atender a la seguridad del presidente. El jefe de la casa militar pidió 800 metros de vallado, le pusieron 150. Militantes del PRO declararon que era una total desorganización”, aseguró Mónica Cuñarro, una fiscal que junto a sus colegas Marcelo Molina y Alejandro Cantaro investigaron el tema y llegaron a la siguiente conclusión: “No se ha recogido indicio o prueba alguna, ni el más mínimo, sobre la existencia de un complot, sedición, plan armado o siquiera mínima estrategia colectiva para atacar, amenazar, incitar a la violencia o intimidar”. Sólo explica que hubo un menor de edad, que fue a declarar con su padre, que no tiene afiliación política y que había lanzado una piedra.

Hay que tener claro este comportamiento del gobierno: miente todo el tiempo y no se entiende siquiera que tenga una utilidad, pero luego claramente quedan en off side, aunque tengan el apañamiento absoluto de la prensa hegemónica. «