Hay frases que quedan grabadas en la Historia por el contexto en que son pronunciadas, por su significado y sobre todo por quienes las dicen. La siguiente será difícil de olvidar. Le pertenece a Mauricio Macri: “Hacia adentro, en la Argentina, a la mayoría de los argentinos nos ha parecido que había una cantidad de delitos importantes cometidos por parte de Milagro Sala que ameritaban que esas causas que tiene estén abiertas, pero es importante que esa información sea compartida en todo el mundo”.

Durante la conferencia de prensa con la que cerró el promocionado “retiro espiritual” que realizó junto a funcionarios del gobierno en la residencia de Chapadmalal, el mandatario borró, con un puñado de palabras el Estado de Derecho, la división de poderes, la presunción de inocencia y los tratados internacionales… Ante la requisitoria del Grupo de Trabajo de la ONU, el pedido de la OEA y el reclamo de la CIDH por la liberación de Sala, el jefe del Estado definió “a la mayoría de los argentinos nos ha parecido que…”

Podría ser insólita su respuesta si no conllevara la gravedad institucional que tiene. Estamos ante una suerte de abolicionismo estadístico versión Cambiemos. Quizá mañana la usina creativa que rodea al mandatario interprete que “a la mayoría de los argentinos nos ha parecido que…” no debe amanecer y, en ese caso, estaremos ante un absurdo; pero aquí y ahora, lo que sucede tiene ribetes delirantes en otro sentido: hay una dirigente social que está presa injustamente hace 11 meses, reconocido por los principales organismos planetarios, pero lo que resulta doblemente alarmante es que tras la definición de Macri (quien estuvo años procesado, incluso en la campaña que lo llevó a la presidencia, y no pasó ni 60 segundos preso) se orquestó una articulada escalada judicial-mediática con el fin de contrarrestar el escándalo internacional. Pasado el mediodía de ayer se informó que el Superior Tribunal de Justicia jujeño negó dos recursos de inconstitucionalidad presentados por los abogados de la líder de Tupac Amaru.

Pero no hay que leer ni interpretar este realismo mágico como hechos aislados, descontextualizados. En la semana que pasó, como se refleja en esta edición de Tiempo, a pesar del “retiro espiritual” de los referentes de Cambiemos, no hubo tregua en la construcción del paradigma macrista de un país para pocos, y no únicamente por el caso Milagro.

Tres ejemplos:

lPor decreto presidencial se habilitó el blanqueo de capitales de familiares de funcionarios.
lSegún el Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud nacional se incrementó en un 26% la cantidad de personas afectadas por herbicidas. En ese marco, la Tevé Pública le da espacio para que tenga programa propio a Monsanto, la principal productora de glifosato.

lEl gobierno nacional dispuso la defunción de la soberanía satelital. Arsat solo ejecutó el 10% del presupuesto asignado.

El gobierno cada día escribe el futuro. Aunque en ese futuro la “mayoría de los argentinos”, a la que hoy apela para justificar lo injustificable, se quede afuera.

Por último.

Mientras tanto: ¿en qué discusión está enfrascado ese amplio sector de la oposición mientras el neoliberalismo avanza?