La votación del directorio del FMI, que aprobó este viernes la renegociación de la deuda con Argentina, activó los interrogantes sobre cómo hará el presidente Alberto Fernández para retomar la iniciativa y superar la interna expuesta del Frente de Todos que dejó la votación en el Congreso para autorizar la operación. No hay un solo pronóstico que asegure la cohesión total de la coalición panperonista, pero ya no surgen amenazas de ruptura entre las tribus que la componen. La convivencia no será fácil, pero, al igual que sucede en la oposición, parece ordenarse por la aceleración de los cálculos electorales para 2023 y una certeza que inquieta a los dos lados de la polarización: con un escenario de creciente inflación y fragilización de las condiciones de vida, las discusiones internas de la política, por más estratégicas que sean, pueden aumentar el malestar social y profundizar la distancia existente entre la realidad de los territorios y la que respiran sus representantes.

Tanto en el oficialismo como en la oposición consumen sondeos que reflejan una escasa o nula paciencia del electorado con casi todo lo que huela a política. Un revitalizador para los políticos posmodernos y una pila de batería para las opciones de ultraderecha, como la que lidera el economista Javier Milei. En Juntos por el Cambio le otorgan un incremento en las mediciones de intención de voto. El dirigente ultraliberal estaría debajo de los 18 puntos a nivel nacional. Envalentonado en esa pendiente previsible, esta semana invitó al expresidente Mauricio Macri a formar parte de su espacio. El fundador del PRO y el execonomista de Aeropuertos Argentina 2000 multiplican sus apariciones públicas para mantenerse como opciones competitivas para 2023, aunque la combinación de ambos apellidos puede transformarse en un verdadero problema para el futuro de la coalición opositora.

En sus entrañas admiten que desde las elecciones de noviembre solo alcanzaron a mantener un acuerdo táctico eficiente en el Congreso, en la negociación con el oficialismo para cerrar el respaldo al pacto con el Fondo. Salvo por ese acuerdo, la convivencia interna de JxC sigue siendo la expresión de las ambiciones internas de cada espacio. Según admiten los socios opositores, ese desorden no le importa «nada» a un electorado que se endurece y que podría mirarlos de reojo si la conversación de JxC sigue enfrascada en los escenarios del año próximo. El coqueteo de Milei con Macri entusiasma a los más duros del espacio, pero cae muy mal en la UCR, que trabaja para disputar la candidatura presidencial del año que viene. Sus dirigentes no están dispuestos a aceptar una nueva candidatura presidencial de Macri. La idea del «segundo tiempo» ha crecido al igual que la hipótesis de una crisis terminal en la economía, que lo vuelva a empoderar para ejecutar el shock de ajuste que quiso hacer en 2016. El pacto con el Fondo corrió esa variable. En boca del entorno del expresidente cada vez suena más a expresión de deseos, aunque el magnate está jugado a reaparecer en los medios para canalizar la agenda del descontento.

A Macri no solo lo persigue su 60% de imagen negativa, sino la incomodidad que genera en sus socios la posibilidad de volver a trabajar por su candidatura. En la UCR no la aceptarán, en la Coalición Cívica tampoco y dentro del PRO, el alcalde Horacio Rodríguez Larreta no ve señales en ese sentido. Cree que el magnate no volverá a presentarse. Con esa lectura el jefe de Gobierno viajó a Berlín y Madrid en una gira institucional, donde la titular de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, lo elogió y lanzó: «Ojalá sus políticas se extiendan pronto por toda la Argentina». El guiño de la dirigenta del Partido Popular resonó adentro de JxC y del PRO, donde miran con entusiasmo el ascenso electoral de la derecha sin criticar el fortalecimiento del fascismo. Díaz Ayuso también camina en esa cornisa y sorprendió con su gesto, porque en el PRO esperaban ese mimo para Macri. Le llegó a su competidor interno.

La jefa del partido, Patricia Bullrich, tampoco descarta que el expresidente vuelva a jugar. Por ahora lo lee como un amague, como una reparación personal para curar las heridas de la derrota. Si vuelve a hacerlo, ella sabe que tiene pocas chances, porque ambos disputan el mismo electorado.

No lo dicen en público para no aumentar malhumores, pero todas las especulaciones confirman que el escenario electoral está muy presente. En el oficialismo ya hablan de desdoblar las elecciones ejecutivas de la provincia de Buenos Aires como una forma de separarse del derrotero nacional que tenga Fernández o el candidato que surja de las negociaciones internas. La propuesta de Fernández de resolver las candidaturas en las PASO de 2023 cayó como una piedra en el kirchnerismo y tampoco suma adeptos en el panperonismo. Menos aun en los intendentes del Conurbano, que ya tienen una sobrevida asegurada en los próximos comicios luego de los cambios que votó la Legislatura bonaerense para la ley que impedía las reelecciones. Si esa opción toma cuerpo, cambiarán todos los posicionamientos en ambas coaliciones. Al menos en el mayor distrito electoral, Milei quedará a merced del largo camino que le queda para consolidar su proyección nacional. En el FdT sería detrás de la reelección de Axel Kicillof, pero la apuesta podría ser más ambiciosa y cambiar todo el mapa. En JxC también lo ven posible y arman sus aprestos con una agenda propia, donde el radicalismo mantiene su hegemonía territorial.

Si el descrédito de la política que aparece en los sondeos se profundizó durante la pandemia, el escenario de pospandemia podría cambiar esa foto. En ese terreno podría aparecer una ventaja para el gobierno, en la medida en que la mochila de las diez auditorías trimestrales que realizará el Fondo no resulte tan pesada. La ebullición interna del panperonismo se encamina a dejar una nueva geografía del Frente de Todos en el Congreso. De ahora en adelante, la diferenciación que hizo el kirchnerismo sobre el endeudamiento con el Fondo se reeditará en otros temas, pero no concluirá en una ruptura, sino en otro equilibrio inestable que, paradójicamente, se irá moldeando en torno a las definiciones electorales que adopte el oficialismo para 2023.

La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner no le deja dudas a sus interlocutores. Asegura que el ministro de Economía Martín Guzmán le mintió y le ocultó información sobre la marcha de la negociación con el FMI. Esa conducta no habría pasado inadvertida para el presidente. El manto de esa sospecha no se disipará, pero no regulará la nueva convivencia que se cocina dentro del oficialismo. A ninguno de los socios del FdT le agradó ver cómo se les diluyó el último dato que publicó el Indec sobre la disminución de la desocupación al 7%, el numero más bajo desde 2016. Se registró en el último trimestre del año pasado e implicó la caída de cuatro puntos respecto de 2020. El dato alivió a Guzmán en la contienda interna, pero quedó perdido entre los intentos para controlar la suba de precios y los tironeos del oficialismo, que también quedaron expuestos en la marcha del 24 de Marzo. «