El peso de Brasil en América del Sur es decisivo. Es una cuestión muy concreta. El país carioca representa cerca de la mitad de toda la extensión del subcontinente y también alrededor del 50% de sus habitantes. Su fuerza de gravedad es inevitable. También es cierto que un repaso por la historia reciente de Sudamérica muestra que suele haber oleadas políticas regionales. Ocurrió con las dictaduras, con el retorno de la democracia, con el neoliberalismo en los ’90 y con los procesos nacional-populares, progresistas, de la primera década de este siglo.

Por eso es preciso analizar si el posible triunfo en la carrera presidencial brasileña de Jair Bolsonaro, expresión de extrema derecha, es una bola de nieve que empieza a rodar por la pendiente, una muestra exagerada de lo que ya está instalado o un fenómeno sólo carioca.    

«En este momento lo primero para señalar es que la mayoría del pueblo argentino no conoce mucho al candidato. Es un hombre de la política, pero no muy conocido. No es un outsider, pero tiene esas características. Me parece que acá lo ubican más quienes lo rechazan», dijo el consultor Ricardo Rouvier para empezar. 

«Hay mucha distancia entre la realidad que votó a Bolsonaro en Brasil y lo que ocurre en Argentina. Nosotros tenemos históricamente una clase media muy amplia y los mensajes tan extremistas no entran. Acá nadie podría ganar reivindicando la dictadura».

El analista agregó que «hay un voto subterráneo, en Bolsonaro al igual que lo hubo en Donald Trump, que va más allá de los partidos, incluso de los medios de comunicación. En Brasil lo votaron porque la gente quiere tolerancia cero con la delincuencia y porque hay sectores que están contra de la agenda de igualdad de género. Es una sociedad más tradicional que la nuestra, más conservadora. Se votó también en contra del sistema político, de los incumplimientos de la democracia. Lula sacó millones de personas de la pobreza a la clase media y hay nuevas demandas».

Al ser consultado por los posibles puntos de contacto con el fenómeno del macrismo, Rouvier sostuvo: «No se parece a Macri aunque ambos estén más cerca de la derecha. Bolsonaro puede decir cosas que Macri quizás reprime. El presidente argentino  corrió al centro su discurso  para construir mayoría, tanto en 2015 como en 2017». «No creo que la elección de Brasil tenga influencia regional –agregó el consultor–. Lo que sí es necesario es que el sector progresista se siente a pensar qué está pasando en las sociedades».

El sociólogo Carlos De Angelis, coordinador del Observatorio de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, tuvo una visión parcialmente distinta. Sostuvo que el ganador de la primera vuelta en las elecciones brasileñas tiene varios puntos de contacto con el macrismo.

«Hay algunas cosas de la agenda de Bolsonaro que son importantes para una parte de la opinión pública argentina. El tema de la seguridad y de cuestionar los planes sociales que reciben los más pobres. Acá hay un discurso antipobre, antimorocho, antipiquetero. Son sentimientos con los que se identifica un sector de la población. Lo que me parece es que ese segmento es parte del caudal electoral de Cambiemos. Ya tiene una representación. Lo mismo ocurre con la antipolítica. Macri también se presentó en parte como un outsider del sistema de partidos tradicionales. Era un hombre que venía de la empresa privada supuestamente con la marca de la eficiencia. Lo que quiero decir es que la parte del electorado argentino que buscaba esos elementos los encontró en el macrismo».

El sociólogo, sin embargo, aclaró: «Esto no quiere decir que sea la única vertiente de votos de Cambiemos. Hubo muchos votantes moderados, incluso progresistas, que acompañaron al oficialismo y Macri trata de mantener un discurso bastante más medido que el de Bolsonaro». «Además –agregó De Angelis–, hay muchas diferencias, cosas que son irreproducibles.  En la Argentina, por ejemplo, no hay un sentimiento promilitar. Eso en Brasil sí es muy fuerte».

El tiempo dirá si Bolsonaro es un fenómeno nuevo y contagioso o la cara extrema del mismo proceso de derechización de la región. «