Ocurrió durante la realización de una olla popular frente a la escuela 801. Roberto Baradel denunció que le pusieron una bolsa en la cabeza y se la llevaron en un auto. “Ollas no”, le escribieron en su abdomen los captores con un elemento punzante
Al momento del ataque, De Bonis fue increpada y amenazada. El mensaje que le transmitieron fue que tanto ella como sus compañeros de trabajo dejen de organizar las ollas populares, una modalidad de protesta que ya lleva 20 ediciones. La docente denunció el hecho, gravísimo, ante la seccional séptima de la Policía Bonaerense de la jefatura departamental de Moreno, con sede en la localidad de La Reja.
En comunicación con Tiempo Argentino, el secretario general del gremio Sindicato de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA), Roberto Baradel, exigió que el gobierno nacional y la administración bonaerense de María Eugenia Vidal investiguen el episodio, encuentren a los responsables y garanticen la seguridad de los docentes.
“Esto que pasó es gravísimo. Está reñido con lo más básico de la democracia, que es cuidar la vida y garantizar los derechos de protesta. Esperamos el máximo nivel de cuidado de las autoridades políticas, que –le recuerdo- tienen la obligación de cuidar a los docentes, de esclarecer este hecho y de terminar con un conflicto que parece que está detenido en el tiempo. Tienen que dar respuestas a las necesidades de las escuelas. Respecto de lo que le pasó a nuestra compañera (por De Bonis), yo quiero quiero ser prudente. Pero es evidente que esto es mano de obra de alguien. No desocupada, porque evidentemente debe estar ocupada”, aseguró Baradel.
La agresión contra De Bonis impactó mucho a toda la comunidad educativa de Moreno. En ese municipio, desde la muerte de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez, vicedirectora y portero de la Escuela N° 49 de Moreno, se vive un estadio de movilización permanente. La comunidad educativa está organizada y realiza protestas todas las semanas, tanto en las propias escuelas como a través de marchas a las que se suman las familias de los alumnos, los vecinos y los trabajadores de otros sindicatos. El clima, sin embargo, se enrareció en las últimas dos semanas.
De hecho, en la misma escuela en que trabaja De Bonis, el CEC 801 de Villa Anita, ya habían recibido amenazas y mensajes intimidatorios: aparecieron volantes, arrojados al piso y pegados en las paredes, que exigían “basta de ollas” y “vuelvan a trabajar”.
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