Con el ascenso de Carla Vizzotti al frente de la cartera de Salud hubo un reordenamiento interno que llevó a Sonia Tarragona (hasta entonces subsecretaria de Medicamentos), a la Jefatura de Gabinete de Salud, el cargo que ocupaba el sobrino de Ginés, Lisandro Bonelli. Muy cercana a la ministra, Tarragona cuenta con una vasta experiencia en todo lo relacionado con medicamentos y vacunas a nivel internacional. Destaca la labor de Argentina en ese contexto, con acciones imperceptibles para el público en general: “Desaduanar un embarque de vacunas, en 2019 tardaba 4 o 5 meses, hoy lo estamos haciendo en un día. Va a ser la campaña más importante en la historia de Argentina”. En diálogo con Tiempo, dice que no la asombran la lucha geopolítica ni la inequidad por la que 18 países poseen el 80% de las vacunas. Y defiende una de las medidas principales de los últimos días, el retraso de la segunda dosis: “Al inicio de la segunda ola, lo mejor que podemos tener es una inmunidad superior al 75% en buena parte de la población, en vez de una del 90% en la mitad, mayor gente con más probabilidad de no contraer enfermedad grave o morir, en el menor tiempo posible”.

“Hay gran evidencia de que es mucho más transmisible el coronavirus por los aerosoles, o sea por el aire, que por la superficie. Por eso es tan importante la ventilación de los ambientes”, sostiene, y enfatiza que no encontraron ninguna variable en las escuelas que genere alarma: “Hoy, no habría razones para tomar ninguna medida en las escuelas”. Remarca asimismo que la presencia de nuevas cepas (más contagiosas y letales) no significa necesariamente transmisión comunitaria: “Es una interpretación incorrecta que se hizo. Aparecieron algunos casos de las cepas de Manaos y del Reino Unido sin nexo epidemiológico, pero puede ser que la persona no sepa o no recuerde haber estado en contacto con alguien que viajó o que es contacto estrecho. Un puñado de casos, apenas cuatro o cinco, a los que no se les encuentra nexo, no significa que esté circulando en la comunidad”.

-¿Qué significan estas mutaciones?

-Las mutaciones son algo habitual en los virus, los virus mutan regularmente, no es algo ni fuera de lo habitual ni desconocido para la ciencia, lo que debemos aprender a estudiar son sus implicancias. Por lo que se está viendo con la información que hasta ahora se conoce, estas nuevas cepas podrían ser más transmisibles y eventualmente más letales, pero todavía no está confirmado que tengan mayor letalidad. Y eso lo que hace es complicar un poco la situación del manejo de la pandemia.

–Dicho de manera informal, ¿es posible “zafar” de lo que está sucediendo en la región?

–No creemos que sea posible. Nunca, nadie, ni a nivel local ni a nivel mundial, ha logrado vencer un virus por evitar que entrara a algún lugar. Recordá todo lo que se hizo a inicios del año pasado para evitar que ingresara, y sin embargo ocurrió. Es tan difícil contenerlo, que todo lo que uno puede hacer es dilatar todo lo posible el ingreso y la transmisión. Eso da tiempo para prepararnos, cuidarnos y, por supuesto, avanzar con el plan de vacunación. Pero que «zafemos» no lo veo tan posible.

–¿Cuántos municipios hoy están en rojo?

–Esta semana vimos 45 municipios en 12 provincias que tienen en rojo los dos indicadores que miramos para la situación de riesgo (razón de los casos e incidencia). En general, siempre preocupan los principales centros urbanos, donde hay mayor velocidad de transmisión. Por eso, es prioritario vacunar primero ahí, y después ir hacia los centros más periféricos.

–¿Es imposible volver a aquella primera cuarentena?

–Es imposible porque tenemos un año de aprendizaje, y ese año nos ha enseñado muchas cosas. Por ejemplo, que las medidas uniformes en todo el país no son la mejor indicación, que tenemos que trabajar en medidas selectivas, focalizadas, restringidas a unidades mínimas: departamentos, localidades, fábricas, escuelas, donde aparezcan las situaciones de riesgo epidemiológico. Segundo: ya tenemos más claro cuáles son las actividades que implican mayor riesgo, riesgo medio y riesgo bajo de transmisión, y eso es muy importante. Sabemos que las actividades comerciales, productivas, industriales no han sido las que generaron mayores brotes, sino por el contrario: se cumplieron muy bien los protocolos. Los brotes se dieron en reuniones sociales, en actividades de distensión. Lo más probable es que no haya ninguna decisión de suspender actividades productivas, sino de restringir justamente las que generan más riesgo.

-¿Cómo está la situación en las escuelas?

-La verdad que en las escuelas no estamos identificando ninguna variable ni situación que nos genera alarma; por supuesto que aparecen casos, como en cualquier otro sector de actividad. En la escuela los niños ahí realmente están cuidados tanto por los docentes como por los equipos no docentes, pero lo que nos pasa es el afuera: los niños salen de la escuela, se juntan, los papás se juntan en la puerta, esas situaciones que acompañan la situación de escuela nos preocupa más que la propia escuela. Hoy no habría razones para tomar ninguna medida en escuelas.

–¿Le sorprende la lucha geopolítica por las vacunas?

–En absoluto. Es una situación habitual en el mundo de los medicamentos y las vacunas. Ocurre que ha sido claramente exacerbada por la pandemia. Tenemos 194 países en el mundo, de los cuales 130 no tienen ni tendrán vacunas este año. Solo 60 y pico están vacunando. Porque las vacunas no alcanzan.

–¿El cambio de gobierno en Estados Unidos puede cambiar su postura frente a la liberación de patentes de las vacunas?

–Venimos impulsando ese proyecto y acompañando a la India y Sudáfrica, que fueron los primeros en presentarlo. Lo estamos posicionando en todos los foros internacionales, pero es una discusión de 194 países. Es claro que lo que decida Estados Unidos marca una posición, pero su sola posición no define de ninguna manera lo que vaya a resultar, a veces le damos demasiada entidad a un único país, y en estas discusiones se tienen que alcanzar consensos de todas las regiones y todos los países, y eso requiere una articulación muy grande para poder conseguirlo. Hoy no vemos una flexibilización de la posición de Estados Unidos.

–¿Y en nuestra región sorprende la actitud de Brasil y Chile, rechazando la liberación de patentes?

–Sí, claro, sobre todo Brasil, porque históricamente ha acompañado esta posición que sigue sosteniendo la Argentina, pero en este momento no lo está haciendo en los foros internacionales. En el caso de Chile se comprende más, porque hace tiempo tiene firmado un tratado de libre comercio, y entonces se mantuvo más al margen de esas discusiones. Si pudiéramos impulsar la posibilidad de liberar patentes o de avanzar en la producción local, con transferencia de tecnología por parte de las compañías fabricantes de vacunas, la Argentina, Brasil, Colombia y México son los países de la región que tienen capacidad de producción, lo que serviría para abastecernos y colaborar con el resto de los países. A veces, cuando se centra en la discusión local, se pierde de vista la situación internacional. Si dicen que vamos muy lento con la vacunación, o por qué no tenemos más vacunas, eso es desconocer la situación geopolítica internacional. Si miramos la situación de la Argentina en el contexto internacional, realmente somos de los pocos países que están pudiendo vacunar. Esta carrera que nos hacen jugar con otros países, a ver quién vacuna más rápido, es, al menos, injusta, porque solamente mira a quienes estamos disputando la carrera, y no mira a los 130 países que se quedaron afuera. La realidad es mucho más compleja de lo que se ve. Estos análisis que trascendieron en las últimas semanas, diciendo que si seguimos vacunando a este ritmo vamos a terminar de vacunar vaya uno a saber cuándo, la verdad es que son falaces porque, si hubiera más vacunas, estaríamos vacunando más rápido. El problema no es el ritmo. El problema es que en el mundo no hay disponibilidad de vacunas. Si las tuviéramos, no tendríamos el ritmo que tenemos. Hacer ese análisis es una regla de tres simplista que no explica la realidad, porque se deja afuera lo más importante, que es la disponibilidad de vacunas a nivel mundial, no en la Argentina. «