Abrazó el concepto que escuchó en una convocatoria de la revista Anfibia, y lo hizo suyo: la palabra ya no tiene el poder. A los 30 años, con un título de diseñador gráfico y un cargo docente en la FADU, hizo más por la campaña electoral opositora que el más consumado de los publicistas. Sus memes audiovisuales suman seguidores y fanáticos en las redes sociales pero, vaya paradoja, en la era de la exposición, elige el anonimato. 

¿Quién es Tutanka, o @nosoytutanka, el usuario con el que se lo conoce en las redes sociales? Por lo pronto, un artista urbano capaz de editorializar sobre la coyuntura en una imagen pegada con engrudo sobre una pared, o en lo que dura un posteo de Instagram. Su video sobre Axel Kicillof basado en la coreografía de la película 500 días con ella fue premonitorio sobre la lluvia de votos de los distritos del Conurbano que recibiría el exministro en las PASO del 11 de agosto. En esa pieza, hasta la dimensión electoral de cada municipio guarda proporcionalidad con los resultados.


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Del mismo modo, la foto de Susana Giménez empuñando un arma que apunta directo al observador –impresa en las paredes de la ciudad– no necesita ser narrada. Hasta el menos memorioso es capaz de recordar la posición de la diva sobre la «inseguridad».

Su primera intervención, realizada con su amiga, la artista Rosi Foglia, fue TutankaMirtha, una Legrand que mezcla algo de faraona y longevidad de momia egipcia. «Con TutankaMirtha explotó, y a partir de ahí no paré, fue casi religioso. Salíamos con Rosi una vez por semana, de noche, y había que ponerle esfuerzo porque volvía de la facultad, preparaba el engrudo en casa y me ponía el despertador para salir a pegar a las cuatro de la mañana», recuerda.


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De aquellas experiencias, que arrancaron en 2016 y se extendieron hasta 2018 –aunque asegura que ya retomará–, quedaron varios hitos, como su trabajo sobre el aborto, que arrancó con la caracterización de Gabriela Michetti como la Tía Lydia, una de las villanas de El cuento de la Criada, de Margaret Atwood, inspirada en una frase pronunciada por la vicepresidenta durante el debate en el recinto: «Lo podés dar en adopción, ver qué te pasa en el embarazo, trabajar con psicólogo, no sé». Le seguiría el logotipo de Jurassic Park con la palabra Senado que apareció en los alrededores del Parlamento luego de que la Cámara Alta rechazara el proyecto que había recibido media sanción de Diputados.

Esas piezas fueron realizadas junto con el grupo Surdelta, que integró para el laboratorio de periodismo performático de la revista Anfibia y que, entre otras movidas, promovió la realización por las calles de la City de una «corrida cambiaria» como si se tratase de una olimpíada en la que competían «capitales extranjeros, fondos de inversión y pequeños ahorristas».


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Dice que el lugar en el que se siente más cómodo pegando sus diseños son las movilizaciones. «La calle es de la gente, te sentís muy acompañado y a la vez estás blindado», admite.

Retratar la política


Un atleta con la camiseta argentina corriendo una carrera cuyo obstáculo es la boleta de Metrogas, fue suficiente para editorializar sobre los tarifazos. La imagen de la gobernadora María Eugenia Vidal como Heidi, abrazando una cabra esquelética, o el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, como el temerario payaso del film de terror IT, aportaron su mirada sobre las principales figuras de la gestión cambiemita.

 «Todo es político. Que una persona decida ir a intervenir un espacio que sólo está reservado para la publicidad paga o la propaganda del gobierno de turno, ya es un acto revolucionario. Creo que el arte callejero no debería ser naïf», le dijo al blog Hijas del arte en septiembre de 2018.

Más acá en el tiempo, y durante la charla con Tiempo, admite que le gusta «mandar a personajes conocidos a lugares donde no estarían». Esta premisa, y la campaña electoral 2019, parecen haberlo inspirado particularmente porque fueron el punto de partida para su experimentación con los videos que toman series de TV, películas o recitales, y convierte en desopilantes relatos de la coyuntura política. La elección de estas piezas lo delata generacionalmente como un millenial puro: Friends, comedias musicales para adolescentes, Chiquititas, Verano del 98, son sus preferidas: «Entre las letras de Cris Morena y lo que sucede en la política no paro de trabajar», se divierte.

De todos ellos, el que tiene récord de visitas en sus redes es el fragmento de Friends en el que los protagonistas juegan fútbol americano en una plaza, y el «peronismo unido» –personificado en Phoebe– termina derrotando a la «crisis», representada por Chandler. Acumula sólo en su cuenta casi 173 mil reproducciones, seguido por el de Kicillof, con 72.300, cifras que no incluyen la viralización adicional que produce el «compartido» de los usuarios. Sólo Kicillovers, en las cuentas del candidato a gobernador, duplica esas vistas.

Su red más fuerte, la que mejor le queda a sus producciones es Instagram, donde supera los 55 mil seguidores.

Cristina Kirchner es otro de sus personajes recurrentes: la mostró como el centro de la política argentina a partir de una escena de la película Chicas pesadas, el día que anunció su decisión de correrse de la carrera presidencial y promover a Alberto Fernández («pateó el tablero y desarmó a todos», dice Tutanka). Y como Beyoncé, en el que denominó «Sinceramente tour», donde la expresidenta, cuyo rostro aparece montado sobre el de la estrella pop, provoca el fervor de sus seguidores, mientras grita: «¡Quiero decirles que yo también los escuché, los escucho y los voy a escuchar siempre!».


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La incorporación de Sergio Massa tiene su audiovisual inspirado en una escena de Chiquititas: mientras suena el tema «Juntos, no importa el lugar» se van sumando los protagonistas de la unidad del PJ-kirchnerismo. Y el más reciente, del hundimiento del Titanic –realizado en colaboración con El Fan, un sociólogo que lo ayuda a estructurar los guiones más complejos– editorializa sobre la caída en desgracia del periodismo que protegió a Macri con el blindaje informativo.

De aquí a las elecciones de octubre, piensa marchar a la par de la campaña con sus creaciones. Después verá cómo sigue. Se aburre fácil, aunque tiene claro que intentará sostener el anonimato como una micromilitancia. «Más cuando escucho que Patricia Bullrich es capaz de mandar preso a uno que escribió una pavada.»


Un lenguaje democrático
El «collagista» de la FADU, el que cortaba y pegaba, trasladó la técnica al formato digital y creó un estilo. ¿Cabe la palabra «meme» para definir su arte? «Es una palabra grande, que está en construcción –dice–. El meme es súper democrático, no necesitás tener el último paquete de Photo Shop para crear, lo podes hacer con programas básicos como el Paint. La gente que hace memes tiene muchas veces una perspicacia más interesante y espontánea que nosotros, que estamos tratando de trabajarla».