En la Universidad Nacional de Luján se realizó el Primer Congreso de Agroecología de los Pueblos, un espacio que reunió a familias productoras, comunidades indígenas, cooperativas, investigadores y organizaciones sociales para debatir, compartir experiencias y fortalecer un modelo de producción agrícola alternativo al agronegocio. Durante tres días, el encuentro combinó debates, talleres y actividades culturales centradas en la soberanía alimentaria, el cuidado ambiental y la justicia social».
El agronegocio se caracteriza por dos cuestiones: la forma de producir insana con el ambiente y con la salud, y la imposición de una forma de consumir que es el negocio de unos pocos», expresó Carla Fernández, integrante de la organización del Congreso. «La agricultura no solo es una cuestión de producción, sino también de consumo. Y el consumo es una cuestión política, estoy convencida de que pensar qué comer, cómo comer, qué tipo de alimentos y a quién comprárselo es un acto político. Alimentarse no es solo ponerse comida en la boca: lleva tiempo, pero también nos hace más libres», reflexionó.
Fernández cuestionó además el modelo que impulsa el Estado, al asegurar que “nos propone una agroecología que coexiste con un agronegocio que nos está enfermando, que nos está matando. Nosotros proponemos algo saludable y el Estado propone algo comercial, nosotros proponemos que la agroecología sea un proyecto de vida, sea un proyecto político donde no exista la explotación del ambiente ni de los seres humanos».
Este congreso que se realizó del 5 al 7 de junio, permitió innumerables debates en torno a la salud socio ambiental, la soberanía alimentaria, la producción sin venenos y el rol del estado. Una de las mesas que generó mayor interés fue “Manos a la tierra, experiencias y posibilidades”, donde se compartieron prácticas concretas de producción agroecológica, desde la regeneración de suelos degradados y el uso de bioinsumos hasta el manejo sustentable del agua y la cría de animales en sistemas mixtos. También se debatieron las tensiones con el modelo convencional, la autonomía de los productores, el impacto ambiental y las nuevas ruralidades que buscan el arraigo y la diversidad cultural en el campo.
Claudia Carolina Sánchez, productora y técnica en agroecología de General Rodríguez, compartió también su mirada desde la práctica diaria: «El desafío más grande que tenemos como productores de agroecología es que el convencional se vuelva a la agroecología. Es una transición que nos está costando mucho, pero la agroecología es un medio de vida, es volver a la vida. Nuestro compromiso es seguir profundizando en la construcción de un movimiento agroecológico anticapitalista, por la soberanía alimentaria, en defensa de los territorios y de las semillas libres, en manos de los pueblos y no de las transnacionales».
El Congreso contó además con la participación de trabajadores del INTA que denunciaron el vaciamiento de la institución, colectivos ambientalistas municipales de distintos partidos bonaerenses y docentes de universidades nacionales, quienes debatieron cómo articular los diferentes niveles del Estado con las organizaciones sociales para impulsar políticas públicas que realmente promuevan la agroecología. En esas mesas se discutieron las trabas al acceso a financiamiento, la falta de reconocimiento institucional y las tensiones crecientes con el modelo agroindustrial.
Más allá de las exposiciones, el evento fue también una celebración de la vida y la biodiversidad. Hubo feria de productos agroecológicos, proyecciones audiovisuales, presentaciones artísticas y espacios pensados para las infancias. Para los y las organizadoras del evento, esta dimensión festiva reafirmó que “la agroecología no es solo una forma de producir alimentos, es también una forma de vivir, de recuperar saberes ancestrales y de reconstruir vínculos más justos y amorosos con la tierra”.
El Congreso fue organizado por el Encuentro de Pueblos Fumigados por la Agroecología y el Buen Vivir de la provincia de Buenos Aires (EPFBA), con el acompañamiento de la Universidad Nacional de Luján (UNLu), que cedió sus instalaciones para la realización de las actividades.
Bajo el lema “Del monocultivo a la biodiversidad”, las jornadas apostaron a tender puentes entre saberes científicos, campesinos y populares para fortalecer la transición hacia sistemas productivos más justos, diversos y sostenibles.
El Primer Congreso de Agroecología de los Pueblos permitió denunciar que “en Argentina existe un movimiento agroecológico plural, diverso y en expansión, que resiste al monocultivo, a los agrotóxicos y al despojo territorial”. Este encuentro en Luján no solo visibilizó esa lucha, sino que consolidó redes entre actores que comparten la necesidad y la urgencia de transformar el actual modelo agroalimentario hacia uno basado en la equidad, el cuidado ambiental y la soberanía de los pueblos.
Eduardo Gil
15 June 2025 - 17:26
Excelente iniciativa urgente es crear la Red nuestra americana d Educadores Populares para construir un sistema d formación d promotores Agroecológicos dónde lo más importante no sea sembrar la matica si no sembrar conciencia política revolucionaria