Se formó con reconocidos comediantes como Pablo Picotto, Juan Barraza y Martín Pugliese, entre otros. Fue seleccionada para el Festival Ciudad Emergente en 2012, 2014 y 2017, el mismo año  que estrenó su unipersonal Esto tampoco me hace feliz, y realizó una gira por España donde participó en ciclos como Barcelona Comedy Club y Madrid Comedy Club. También estuvo de gira por Chile y Uruguay, al igual que por todo nuestro país. En televisión, Agustina Aguilar participó en el programa de stand up La noche (C5N) y en Hora de reír (El Nueve). En radio colaboró en Casi famosos (Rock & Pop) y condujo Viernes y te vas (Radiomano).

Es de Tigre. Estudió publicidad y al recibirse fue un año a trabajar en Estados Unidos. Pero la comedia la encontró y no la soltó nunca más.

–¿Cómo comenzó tu carrera?

–Me había recibido de publicista, pero no tenía trabajo. Un día random, caminando por el Paseo La Plaza, vi un cartel que decía que se podía estudiar para hacer monólogos. Tenía 20 años y me mandé.

–¿Pero sabías de qué se trataba?

–Sí, había visto en YouTube algo. A Dalia Gutmann, Fer Sanjiao, Lucho Mellera… Pero empecé como para sentirme productiva y potenciar la creatividad. Yo todavía tenía la ilusión de aplicar a la publicidad lo que saldría de ese experimento. Pero me encantó y no paré. Era un hobby, hasta que no. Estuve como diez años con un pie en mi carrera y otro frente al micrófono.

–¿Cuándo fue el cambio?

–Hace dos años. Gracias a las redes. Una locura. Es una forma de expresarse en que vale todo si lo encajás en tu código. Tenés que lograr un estilo propio. No soy de contar anécdotas, sino de buscar la empatía en esas cosas que nos pasan a todos.

–¿Sos esclava de las redes?

–No y sí. Las uso para jubilar chistes y mostrar lo que hago y para despertar curiosidad en otros. Algo de la publicista encontró una manera de promocionarse por ahí. Hoy en día necesitás esa aprobación, los seguidores, para que te elijan. Estuve diez años construyendo esto y por suerte el anhelo se concretó. Y hoy vivo de esto que me gusta.

–¿Qué te hace reír?

–Lo ridículo de las situaciones cotidianas. Eso que no mirás, pero si lo analizás tiene detalles graciosos. No descubro el chocolate, pero supongo que lo hago de una manera propia y eso puede enganchar a algunos. Casi digo engañar (risas). Pero no, quédense tranquilos que hago todo para que la pasen bien, y soy mucho más de lo que vieron en un reel o en TikTok. ¡Qué bien me vendo! (risas).

–¿Hay humor en todo?

–Los seres humanos somos inexplicables. Te podes amargar o te podes reír de eso. Son elecciones.

–¿Qué hacés si no se ríen con tu material?

–Nada. Seguir. No tenés tiempo de lamentarte frente a un micrófono. Ahora medio que el que te va a ver ya viene con onda y sabe el estilo de humor que hago. Pero hay que saber qué guerras pelear y con qué: si es un evento para gerentes de una empresa y hacés chistes de algo que te pasó en el bondi, quizás no funcione. Así en todo.

–¿Qué querías ser cuando eras chica?

–Quería ser veterinaria. Siempre tuve muchos animales en casa: perro, tortugas, hasta mi colegio tenía una granja. Estaba fascinada con los animales. Pero se me pasó.

–¿Cuál era tu juego favorito de niña?

–La escondida. Ahora la juego con mi hijo. Me gustaba cantar, salir al patio a imaginarme cosas o hacer ensaladas con la hojas de los árboles. También me gustaba jugar con las Barbies.

–¿Hay una tiranía de la vida saludable hoy en día?

–Hay algo que si fumás y tomas coca cola, sos el mal engendrado en un ser humano, ¿No? Yo lo hago, pero bueno hay que encontrar el punto medio. El año pasado me enfermé un montón y me puse las pilas para comer mejor y hacer ejercicio, como para aguantar mejor la hora y media de show. Y las giras. Trato  de cuidarme para los shows.

–¿Es fácil no tentarse?

–Los comediantes vivimos a  base de una rigurosa dieta de pizza y cerveza (risas). Tenés que compensar. Antes me costaba más rechazar una copa o dos. Pero ahora quiero ser más profesional, estar lúcida y que no me patine la r. Hay que aprender a decir no. Se puede aplicar a otras profesiones y distintas sustancias.

–¿Tenés una comida a la que te cueste decir no?

–Soy muy fan de las hamburguesas, en todas sus variantes. En realidad, no me puedo negar a nada que venga e entre dos panes y con papas.

–¿Hacés terapia? ¿O con el escenario alcanza?

–Sí, hago. Es necesario. Yo me exijo bastante. Miro mis videos. Me edito y veo que puedo mejorar o sacar. Parece una pavada, pero analizo los silencios o los gestos que hago… Hay mucho por tener en cuenta y eso te pone una gran presión. Además, hay culpa de dejar uno o dos días a mi hijo por laburo. Sería más barato unas buenas puteadas desde el auto a alguno que se te cruza. Pero no tengo auto (risas).

–¿Por?

–Tengo el registro vencido como hace seis años.

–¿Te gustaría actuar en series o películas?

–Hice bastantes castings, no quede nunca. Soy medio chota se ve (risas). Pero no me molesta. Cuando me levanto con ganas de fracasar voy a probar (más risas). Estaría bueno. Me gustaría guionar un programa de tele, quizás.

–¿Es fácil hacer reír en este contexto actual?

–Te pone triste que lo cultural o las actividades artísticas sean variable de ajuste cuando ciertos sectores ostentan el poder. Es lo primero que se ataca, como si no importara. Pero la cultura es como el respiro que se tiene al agobio que provocan las malas noticias o las dificultades. Salir a ver algo o participar de actividades gratuitas que organiza un municipio, por ejemplo, es algo necesario, porque genera comunidad, cariño por lo tuyo y va en contra del individualismo. Ni hablar cuando a la gente que no tiene acceso a pagar una entrada se le da la oportunidad de ver algo que nunca vería.

Agustina Aguilar.