Una jueza de paz de Mendoza fue noticia por recurrir a la biodescodificación como herramienta alternativa ante faltas contravencionales como madres y padres que no enviaban a sus hijos e hijas a la escuela. Aunque trascendió en los últimos días, ese juzgado lo viene implementando hace tiempo. Y pese al impacto que generó, forma parte de un fenómeno que no sólo se da a nivel local: la creciente presencia de discursos como los que promueven las constelaciones familiares y la biodescodificación en el derecho y el ámbito jurídico.

“No es una terapia, es un encuentro. Las personas no van a una sesión. El facilitador las recibe y acompaña para que hagan su reflexión”, dice la jueza de Paz Civil y Contravencional de San Martín, en Mendoza, Verónica Guevara Sisti. Así define a la biodescodificación, que suele ser señalada como una seudociencia y postula entre otras cosas que las enfermedades se desencadenan por emociones que no fueron bien procesadas.

“En algunas contravenciones y según el perfil de la persona y lo que permite la ley, explicamos que existe un programa de biodescodificación en el centro de intervención comunitaria de la Municipalidad. Se les explica que van a poder resignificar eso que han vivido. Porque lo que buscamos es que la persona realmente reflexione y no repita. En el caso de los chicos que no van al colegio hemos logrado la reinserción del 80%. Notábamos que cuando condenábamos a la multa ni siquiera la podían pagar. Yo sentía que no era justo y no se estaba cumpliendo con la esencia de la sanción”, detalla la magistrada sobre por qué apuntó a esta práctica alternativa desde su juzgado, donde también recurre a la biodanza con el mismo fin. Aclara que las plantea como opción: la persona puede no aceptar ese camino. 

Guevara Sisti se capacitó en biodescodificación en una institución de La Pampa que tiene convenio con la formación que dicta Pablo Vázquez Kunz, quien se presenta como “el biodescodificador más influyente de América Latina”. Influencer y autor de varios libros sobre el tema, ofrece diplomaturas que a fines de 2023 costaban casi 500 dólares y entre los objetivos del curso promete: “Lograrás comprender y dominar el factor emocional que influye en la aparición y el desarrollo de problemas físicos y emocionales”.

“Yo tenía que empaparme de esto para poder ponerlo en práctica. Cuando lo estudié y lo abordé y empecé a ver los resultados, dije ‘guau, cuánto la gente necesita este tipo de espacios’. Pero al no conocerlo, no se involucran y lo relacionan con una terapia. Es otra cosa”, asegura la jueza. 

Por todas partes 

Nicolás Viotti es sociólogo y antropólogo, investigador del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín. Durante años estudió sobre religiosidad en sectores populares. Luego, puso el foco en los sectores medios, la espiritualización y búsqueda holística. Analiza el auge de las terapias o prácticas alternativas como “una especie de gramática de autodescubrimiento, gestión de uno mismo, dispositivo holístico, donde las cosas que ocurren en el mundo están conectadas, y a la vez son concepciones muy intimistas, individualistas”.

Para Viotti, se trata de un “código de época” que incluye desde el budismo, el Arte de Vivir, el mundo de los hongos, la autoayuda. No acuerda con la denominación de seudociencias, pero sí da cuenta de su proliferación. “Empecé a ver en los últimos años que lo que veía en el mundo más terapéutico empezó a aparecer en un montón de lados. Lo que antes era new age, movimiento espiritual, salió de ese mundo de nicho y empezó a entrar en la cultura en general. El mundo de la música se llenó de DJ espirituales. El mundo de la medicina está lleno de psiquiatras con estudios serios sobre los hongos, pero a veces mezclan ese discurso híper científico con la cuestión alternativa sobre el uso terapéutico. El mundo médico era reactivo a esto y ya no tanto”, apunta sobre el avance de prácticas alternativas en universos como el jurídico. 

Según el investigador, la aceptación y el crecimiento de estos espacios solían encontrar un límite en el ámbito estatal. “Cuando desde el Estado tenés una jueza o médico que te manda a hacer flores de Bach o una maestra que se pone a hacer meditación y reiki, se prende una alarma. Se produce un conflicto que permite ver hasta qué punto la concepción de laicidad en Argentina rechaza cualquier práctica que produce una sacralización en el ámbito de lo público”. 

Sin embargo, puede que algo esté cambiando: “Lo que está pasando –plantea Viotti- es que de modo muy tímido ese campo alternativo entra al espacio público. La educación, lo jurídico, la salud pública. Es parte de esa ambivalencia contemporánea de este holismo alternativo que desborda los espacios habituales y produce controversia”. Todo esto, en tiempos en que el terraplanismo y los movimientos antivacunas ganan visibilidad, redes sociales mediante. “No sé si ahora hay un discurso anticientífico, lo que sí hay es alta visibilidad de estas prácticas. Todo lo que bordea lo bizarro tiene mucha prensa”, concluye Viotti. 

A favor y en contra 

La decisión de la jueza mendocina Guevara Sisti dio que hablar en el ámbito jurídico, donde hay voces a favor y en contra de la implementación de lo que algunos llaman herramientas alternativas y otros, seudociencias.  

Ana María Carriquiry, del Juzgado de Familia 2 de Orán (Salta), es una de las más entusiastas sobre este cambio. La magistrada fue reconocida por sus fallos con perspectiva de infancia, por ejemplo en casos de triple filiación. En relación a las prácticas que apuntan al entrenamiento de las emociones, considera que son “herramientas para una justicia restaurativa”. 

“Vengo notando ya desde hace varios años que por más que uno ponga medidas cautelares en cuestiones de violencia y de familia terminan siendo un Geniol ante un aneurisma. Entonces me aboqué a buscar. Tiene que haber algo alternativo para ayudar. Me certifiqué en coah ontológico, neuro-oratoria, programación neurolingüística, como manejar el estrés. Te para en un lugar distinto”, sostiene. “El coaching es el entrenador personal, es un personal trainer de tus capacidades, metas, objetivos, de vos mismo. Te enseñan a descubrir tus capacidades, tus competencias, y a llevarlas adelante. Es un entrenador de la vida”, sentencia.

En Catamarca, la jueza del Juzgado de Familia de Segunda Nominación Olga Amigot Solohaga también generó fallos innovadores, como el que hizo lugar al reclamo de una adolescente e impidió que el progenitor le impusiera un cambio de escuela. Comparte con Carriquiry la perspectiva de infancia, pero no la mirada sobre la irrupción de seudociencias en el ámbito jurídico: “Por supuesto todo lo que colabore a solucionar un conflicto familiar es bienvenido, pero me parece que debe estudiarse muy bien el tema y saber con qué profesionales se cuenta. Al no ser aún terapias reconocidas y tratándose de la vida misma de las personas, hay que ser muy cuidadosos/as”.

Coaching Jurídico y Derecho Sistémico en la universidad 

“¿Cuántas veces un juez dicta una sentencia y el conflicto sigue? Vamos por más. Vamos por la sanación del conflicto jurídico”, dice Silvina Dubini, abogada especialista en Seguridad Social y Derecho Civil y una de las coordinadoras de la Diplomatura en Coaching Jurídico y Derecho Sistémico, que va por su tercera cohorte en la Universidad del Este, en La Plata. 

El Derecho Sistémico tiene que ver con la aplicación de las constelaciones familiares a lo jurídico. Una terapia desarrollada por el teólogo y espiritualista alemán Bert Hellinger, quien planteó que los problemas físicos y emocionales están atados a la transmisión generacional. Así, se apunta a ‘resolver’ conflictos de los vínculos en el pasado para desentrañar problemas del presente. Algo que atraviesa un auge también en países como España, donde se usa cada vez más en casos de herencias o divorcios.  

“Estamos por una justicia más humana, que tiene en cuenta las emociones –remarca Dubini- Uniendo estas dos disciplinas (coach y constelaciones) empezamos a entender que todo conflicto jurídico es la punta del ovillo para sanar. Ya la universidad nos está dando pie. Eso significa que estamos entrando al campo científico”, celebra la abogada, y planea citar en sus clases el caso de la jueza mendocina que usó biodescodificación.