El gobierno decidió resolver el problema de la famosa “bomba de Leliqs” golpeando a la población en sus ahorros. Se trata de una nueva acción de Javier Milei que golpea de lleno a la gente común y deja de lado cualquier casta.

Esta solución refuerza el sentido de la hiperinflación desatada por el tándem Milei-Caputo. Se trata de un proceso que busca licuar salarios, jubilaciones, beneficios sociales y, ahora nos enteramos, los ahorros de la población.

El esquema es simple: busca que la suba del costo de vida sea mucho mayor que la de todos esos ingresos. En el caso de los ahorros, el plan es que el ritmo de incremento de los precios supere a la renta que se obtiene con ellos. Y, específicamente con los plazos fijos, que la inflación sea mayor que la tasa de interés.

El lunes, el Banco Central ordenó a los bancos que bajen la tasa de interés que pagan a los ahorristas por sus plazos fijos, de 133% anual al 110%. Esto, en medio de la escalada hiperinflacionaria que el propio gobierno impulsa y que ha llevado a los economistas a prever que, en diciembre solamente, el costo de vida superará el 30% mientras que el plazo fijo dará una renta del 9%.

Un ejemplo de la licuación: un ahorrista tiene 100 pesos en un plazo fijo. Al final de diciembre recibe una renta de 9 pesos. Arranca enero con 109 pesos y al finalizar ese mes tendrá 119 pesos por el interés del 9% mensual. Arranca febrero con esos 119 pesos y al concluir el mes tendrá en su plazo fijo 130 pesos.

¿Qué pasa con la inflación? Una canasta de productos salía 100 pesos en diciembre. Con el 30% de suba del costo de vida, esos mismos artículos costarán 130 pesos al final del mes. Con una inflación del 25% en enero, esos productos costarán 162,5 pesos al finalizar el primer mes del año. Y si la inflación de febrero fuera del 20% (es decir, en descenso), la canasta de productos costaría 195 pesos al final del segundo mes de 2024.

El resultado es una reducción del 33% del poder adquisitivo de ese plazo fijo. Es decir, el ahorrista solo podrá adquirir un 66% de los productos de la canasta que en diciembre podía adquirir en su totalidad.

¿Por qué con este proceso de licuación se soluciona la “bomba de Leliqs”? Porque cuando el propio Luis Caputo inventó las Leliqs, en medio del derrumbe de Cambiemos en 2018, las concibió como la contracara de los plazos fijo. O sea, para absorber pesos y evitar que se vayan al dólar, el gobierno de entonces subió la tasa de interés de los plazos fijos y al mismo tiempo obligó a los bancos a derivar esos fondos hacia las Leliqs.

Es decir, la “bomba de las Leliqs” era, en realidad, la bomba de los ahorros de la población. Durante cinco años, los gobiernos apelaron al esquema de las Leliqs para inmovilizar esos fondos. El gobierno de Alberto Fernández no quiso resolver la bola de nieve que se estaba armando a pesar de haber esbozado una idea (pagar jubilaciones con los intereses, algo que nunca explicó cómo sería).

Además de bajar la tasa de interés de los plazos fijos, el Banco Central resolvió no emitir más Leliqs. Las remanentes las irá pagando hasta que desaparezcan. Es decir, disolvió el vínculo entre los plazos fijos y las Leliqs.

Entonces, si los ahorristas no derivan el dinero de esos plazos fijos hacia una nueva inversión que al menos iguale la inflación, perderán capital, propiedad privada.

Pero el ahorrista común y muchas de las empresas micro y pequeñas carecen de los conocimientos financieros sofisticados como para apelar a inversiones complejas.

Según los datos del Banco Central, al final de noviembre de este año, los plazos fijos sumaban 12,9 billones de pesos, de los que el 10%, unos 1,3 billones, eran plazos fijos minoristas, es decir de ahorristas comunes. El resto eran colocaciones de empresas, dentro de las que hay una enorme cantidad de pequeñas firmas que colocan allí su capital de trabajo.

El gobierno de Milei, entonces, usa el poder despótico del Estado con el objetivo de licuar el valor de los ahorros de la población. Es una decisión consciente. Y si cumple su propósito, al final del ciclo habrá argentinos más pobres.

Además, el gobierno hizo una brutal devaluación del 54% del valor del peso respecto del dólar, con lo cual los ahorros en plazos fijos ya perdieron capacidad de compra medida en billetes verdes.

Es decir, el gobierno le cerró las opciones habituales de ahorro de la población y las pequeñas empresas, los plazos fijos y el dólar. Y eso en medio de una hiperinflación.

Los bancos y las grandes empresas tienen muchos más recursos para zafar de esta licuadora y apelan a asesores financieros con conocimientos técnicos de primer nivel para escapar de las cuchillas.

¿Este sacrificio soluciona el problema económico y monetario de la Argentina? Para nada. La crisis financiera está asociada a una deuda pública general, en pesos y dólares, que es gigante e impagable y constituye una losa sobre la cabeza de la Argentina que impide su desarrollo.