La soprano María Callas, tal vez el mito mayor de la ópera, cantó en dos meses en 1949, a sus 26 años, los protagónicos de «Turandot», «Norma» y «Aída» (toda una rareza desde la concepción actual) en el Teatro Colón de Buenos Aires, que acaba de publicar, como parte de un proyecto de restauración de cintas históricas, fragmentos sonoros de aquellos días.

Los registros, disponibles en las plataformas digitales con acceso gratuito, pertenecen al proyecto «Heritage Collection», que ya difundió también un concierto de la pianista Martha Argerich, en 1965; la versión de «El barbero de Sevilla» de Giaochino Rossini, de 1969; el recital de la soprano sueca Birgit Nilsson, en 1967, con la Orquesta Estable y dirección de Roberto Kinsky; y los conciertos brindados en 1972 por Horacio Salgán y su Orquesta, con Roberto Goyeneche y Edmundo Rivero como cantantes, y Astor Piazzolla y su Conjunto 9.

En la plenitud del peronismo, que tenía, claro, un proyecto cultural propio para el Colón, espacio simbólico de la clase dominante, Callas llegó a la Argentina en 1949. No era su esplendor, pero casi. Su tiempo dorado se extendió durante las dos décadas posteriores.



Estadounidense de ascendencia griega, Callas se convirtió en la soprano mejor pagada y más aplaudida. En aquel tiempo de la industria musical, aquello no era incompatible con ser la mejor. Se destacaba por su expresividad, por la forma de ligar las frases musicales y engarzarlas con la orquesta y por una formidable capacidad para proyectar su voz.

Nada de aquello, sin embargo, puede apreciarse en forma cabal en el registro del Colón, que recién comenzó a grabar en forma sistemática en los ’60. El trabajo de restauración de Callas que se dio a conocer como parte del «Heritage Collection», a cargo de Diego Fischerman y con la tarea indispensable de dos técnicos, Roberto Sarfati y Diego Vila, se logró, en este caso, sobre la base de una cinta que conservaba un coleccionista.

«La toma es mala pero es un documento valioso. Teníamos esa cinta y se hizo el trabajo posible», explicó Diego Fischerman. Callas era especialista en el repertorio belcantista y su voz emocionaba. La resonancia de ese efecto puede rastrearse en los registros de la ópera «Norma», del compositor italiano Vincenzo Bellini, y que se corresponden a funciones del 17 de junio y 9 de julio de 1949.

En aquella visita la soprano también interpretó «Turandot», de Giacomo Puccini, y se despidió interpretando «Aída», de Giuseppe Verdi. También tuvo una aparición en la gala por el 9 de Julio con la presencia de Perón y Evita. El peronismo, a la medida de un proyecto político que se asumía transformador, naturalmente se propuso políticas que alcanzaron a la programación del Colón.



«Queremos darle carta de ciudadanía al Teatro Colón, como también queremos comenzar a anotar en el stud book de nuestro arte… trabajaremos por ir elevando la cultura de nuestro pueblo que es la verdadera cultura», dijo Perón, ante el estreno teatral de «El Conventillo de la Paloma», de Alberto Vacarezza, en 1953, según palabras recogidas por el diario La Prensa.

Más allá de la realización de actos políticos, la inclusión de obras populares, la actividad tradicional del teatro no se resintió. En el período 1943-1955 se ofrecieron 1.035 funciones de ópera -una ligera baja en relación al período anterior y un número inmensamente superior al de la actualidad- y la presencia de artistas internacionales de indiscutible jerarquía y perfecta afinidad con la tradición del teatro (además de María Callas, también Erich Kleiber, Herbert von Karajan, Ferruccio Calusio, María Ruanova, Paul Hindemith, Martha Argerich, Leonard Warren, María Caniglia, entre más).

Callas volvió a la Argentina en 1970 para presentar «Medea», el film de Pier Paolo Passolini en el Festival de cine de Mar del Plata. Lejísimo de su esplendor, pero como una diva mundial del espectáculo. Murió en 1977, a los 53 años. En 2023 se cumplieron 100 años de su nacimiento.

En 2019 una empresa organizó un «concierto» de María Callas -con su figura reconstruida a través de un holograma- en el Teatro Grand Rex. Se cobró entrada como si la soprano viviera. La tecnología, en el caso del Colón, restauró obras sobre una cinta real de María Callas. Gratis. Sin artificios. Con valor documental y una huella para ir a buscar, luego, su sonido a otros registros posteriores a 1949.

«No hay conciencia en general de la idea del sonido de la música como patrimonio. El daño al patrimonio nos parece claro si alguien tajea un cuadro, pero con la música esa idea no está tan presente», afirmó Fischerman.

María Callas con George Kalogeropoulos, su padre.