El gobierno argentino blanqueó ante el Fondo Monetario Internacional su intención de ir hacia un nuevo régimen que implicará la competencia de monedas. El organismo tomó nota de las intenciones de las autoridades, aunque recomendó que antes de ello proceda a una devaluación para que la paridad sea más alta que la actual.

El nuevo cuadro se desprende del comunicado de prensa que publicó ayer el FMI, en el que se informa el entendimiento entre el staff técnico del organismo y el equipo que encabeza el ministro de Economía, Luis Caputo. Las discusiones se dan en el marco de la octava revisión del programa de facilidades extendidas, que se dio por exitosa y se giró al directorio para su aprobación y el desembolso de 800 millones de dólares.

El acuerdo, del que Tiempo informó este lunes, detalla que se alcanzaron “entendimientos sobre políticas económicas para afianzar los logros alcanzados hasta la fecha”. Allí se indica que “en la transición hacia un nuevo régimen (que involucra la competencia de monedas), la política monetaria evolucionará para seguir anclando las expectativas de inflación y la política cambiaria se hará más flexible, al tiempo que se seguirán reduciendo las restricciones y controles cambiarios a medida que las condiciones lo permitan”.

La mentada competencia es una versión mucho más light de la dolarización sobre la que el presidente Javier Milei basó su campaña electoral. La evidencia de que no hay aportes de divisas para respaldar ese proceso derivó en este régimen más suave, en el que el peso y el dólar (o también otras monedas) podrían convivir de manera legal.

Según fuentes parlamentarias, en las respuestas por escrito que adelantó el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, quien acudirá este miércoles al Senado a realizar un informe de gestión, se consigna que “la dolarización de la economía no está en la agenda económica, pero si la libre competencia de monedas vigente como fase final para el proceso iniciado en diciembre con el saneamiento de la hoja de balance del Banco Central”.

Aun así, es la primera vez que el tema surge en un documento oficial del FMI. En la anterior revisión, en enero pasado, con la administración libertaria recién llegada al poder y una suba todavía fresquita de 118% en el tipo de cambio, las discusiones pasaban por la necesidad de incrementar las reservas netas del Banco Central, el desmantelamiento del SIRA (el sistema de importaciones a través del cual se regulaba la entrega de divisas para el comercio exterior) y la puesta en marcha de un plan para saldar la deuda de las empresas con sus proveedores del exterior.

Una lectura más atenta del comunicado, sin embargo, deja en evidencia que la preocupación del FMI es otra: que el gobierno convalide un tipo de cambio más elevado que atraiga a los exportadores y garantice la acumulación de divisas por parte del Banco Central. Al menos en cuatro ocasiones (tres de ellas en boca del subdirector del Departamento para el Hemisferio Occidental, Luis Cubeddu), la declaración alude a reconstituir las reservas internacionales, fortalecerlas y/o garantizar la tendencia hacia su crecimiento. También señala la necesidad de “afinar los marcos de política monetaria y cambiaria” y confirma que las autoridades argentinas prometieron que “la política cambiaria se hará más flexible”.

La insistencia busca romper con la pauta de microdevaluaciones o “crawling peg” del Banco Central, que se mantiene en el 2% mensual desde fines del año pasado. Desde entonces el tipo de cambio apenas subió 12 por ciento mientras que la inflación fue de 106 por ciento. En términos reales, la brusca devaluación de diciembre ya fue absorbida casi en su totalidad.

A pesar de la recomendación y de las numerosas señales de atraso cambiario (entre ellos la escasa liquidación de agroexportaciones de abril, 21% menos que el año pasado según las cámaras empresarias del sector), el gobierno insiste en que no habrá devaluación. Más aún, instala la sensación de que la apreciación cambiaria vino para quedarse. En un evento con empresarios rurales, Juan Pazo, secretario de Planeamiento y uno de los hombres más cercanos a Luis Caputo, aventuró que, a valores de hoy, el dólar podría bajar a 600 pesos. ¿Podría haber incentivo a exportar y a liquidar divisas con esa paridad?