En este crepúsculo civilizatorio y de decadencia institucional, Milagro Sala lleva más de 3000 días presa. Encierro que es consecuencia de una decisión clasista, por ser ella una lideresa, mujer indigenista y coya.
Leo y releo el fallo del Tribunal Oral Criminal Nº 3 de Jujuy y no tengo dudas de lo que venimos diciendo desde el 16 de enero de 2016: que su detención constituyó un verdadero laboratorio de persecución política, usando al vergonzante Poder Judicial, sectores mediáticos y políticos.
También debo decir que “la casta”, como se dice ahora, hizo poco y nada. Durante aquellos años privaron arbitrariamente de libertad a muchos compañeros y compañeras de la Túpac Amaru de Jujuy, los 12 miembros de la comisión directiva estuvieron presos y algunos hoy continúan. Emblemas a nivel nacional fueron Amado Boudou, exvicepresidente, pero sin dudas, la detención de Julio de Vido fue la entrega total de las banderas del peronismo. Con honrosas excepciones, su desafuero fue la claudicación de la política en manos de la rancia derecha y sus acólitos.
En diciembre de 2022, el expresidente argentino Alberto Fernández se había comprometido con Abuelas y Madres de Plaza de Mayo e Hijos de desaparecidos a encontrar el mecanismo para liberarla.
Mientras tanto, Milagro se deteriora física y psicológicamente, paulatinamente y sin pausa a pesar del humano y profesional tratamiento que lleva adelante en la ciudad de La Plata, donde se encuentra detenida, para mitigar la trombosis venosa profunda que la aqueja.
Junto a abogadas y abogados de algunos espacios fuimos capaces de imaginar herramientas para destrabar o alivianar esta herida democrática causada por el revanchismo. No alcanzó
Muchos tenemos la convicción de que el Derecho en la Argentina ha muerto y debemos construir uno que sea parecido a lo que necesita el pueblo, un derecho que necesiten las grandes mayorías y no el que estaba vigente hasta ahora, que beneficia a pocos.
El Poder Judicial argentino, algunos jueces y juezas, son la raíz de nuestros problemas.
El Poder Legislativo es lento y viejo, no se corresponde con las corrientes de la urgencia.
Y a pesar de todo eso, seguimos dando batalla al proceso ilegítimo de detención y persecución de la organización que Milagro lidera: denunciar la vulneración a sus derechos humanos, la existencia y vigencia de un plan siniestro de espionaje ilegal en Jujuy, exigir un justo proceso y seguir pidiendo por la su libertad y abrazar de solidaridad a quienes durante todos estos años fueron criminalizados por su compromiso con el pueblo pobre, con el pueblo trabajador.
La persecución política, judicial y mediática a la que es sometida Milagro Sala y mis compañeros de la Organización Barrial Túpac Amaru tiene una autoría intelectual política y judicial clara: El ex gobernador Gerardo Morales y algunos miembros de la Corte Suprema de Jujuy, algunos jubilados y otros “renunciados”.
El claro objetivo era diezmar a la organización popular que logró quebrar el monopolio en la obra pública de viviendas sociales y construir presupuestos participativos en la materia, que puso en jaque al sistema político y económico jujeño al denunciar pactos mafiosos con la última dictadura cívico, eclesiástica y militar, y que dio prioridad y protagonismo a las personas más excluidas, indígenas, desocupados y desocupadas, discapacitados, jóvenes, como sujetos de derechos y de transformación social.
Milagro Sala está presa por ser una dirigenta política que enfrentó al poder real.
Pasó Macri, nos endeudó ilegalmente hasta las coronillas por muchas generaciones y se garantizó un Poder Judicial (raíz de todos los problemas) que solo perseguirá a sus enemigos políticos. Pasó Alberto Fernández y el Poder Judicial no se auto depuró, ocurrió un atentado contra Cristina y el poder judicial sigue incólume.
Hoy en este páramo de la historia nos encontramos nuevamente con detenciones arbitrarias, hoy les toca a personas comunes que salen a protestar contra las políticas públicas de hambre que está imponiendo el gobierno de Milei, que usó el aparato represivo estatal para privar ilegalmente de la libertad, en el marco del tratamiento en el Congreso Nacional de la Ley Bases. Mientras escribía esta columna fueron liberadas 28 personas de las 33 detenidas. Una pequeña gran victoria.
Qué observo entre la detención de Milagro y estas personas. Varios patrones de tratamiento judicial, social, periodístico y político similares a lo que sucedió en Jujuy a partir del año 2016.
Milagro Sala, líder de la Túpac Amaru, fue detenida el 16 enero de 2016 en la provincia de Jujuy. Su detención se dio en un contexto de creciente tensión política y social tras la llegada de un nuevo gobierno en la provincia y a nivel nacional, claramente al servicio de potencias extranjeras en detrimento del país.
Fue acusada de instigar protestas y de varios delitos relacionados con el manejo de fondos públicos destinados a la construcción de viviendas sociales.
La detención generó reproches, tanto a nivel nacional como internacional, con acusaciones de persecución política por parte del gobierno del exgobernador Gerardo Morales. De hecho, el Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-CIDH- y la Corte Interamericana de Derechos Humanos-Corte IDH- entre otros organismos de Derechos Humanos nacionales e internacionales, se expresaron en el sentido de la detención arbitraria.
Los 33 detenidos en la represión del 12 de junio de 2024 participaron en una manifestación contra las políticas del gobierno nacional. La protesta tuvo lugar en un contexto de crisis económica, creciente descontento social y profundización de la desigualdad, masificación de despidos de trabajadores estatales y la instalación de una política de hambre sobre el pueblo argentino en general y sobre los niños y niñas en particular. Esto no va a terminar bien.
Milagro fue maltratada y fue torturada durante su encierro y durante los juicios orales a los que fue sometida. Hoy conocemos que los detenidos del 12 de junio fueron maltratados, vejados y los funcionarios policiales y penitenciarios fueron crueles durante sus encierros. En ambos casos, las detenciones son intentos de ejemplificar, generar terror en la población y de silenciar voces críticas y disidentes, reflejando un uso del sistema judicial con fines políticos. Es indignante y oprobioso que te acuse el pusilánime de Carlos Stornelli. Tanto la detención de Milagro Sala como la de los manifestantes del 12 de junio han provocado reacciones de protesta y denuncias de organismos de Derechos Humanos a lo largo y ancho del país, indicando un patrón de preocupación sobre el respeto a las libertades económicas, sociales, culturales y políticas. Ambos casos muestran una pauta común de judicialización de la protesta social y la libertad de expresión, donde la respuesta estatal frente a la disidencia y las demandas sociales se maneja a través del sistema penal. Los medios de comunicación han jugado un rol crucial en la percepción pública de ambos casos, influenciando la opinión pública y, en algunos casos, polarizando la narrativa en torno a los detenidos y las acciones del gobierno. En resumen, tanto la detención de Milagro Sala como la de los detenidos el 12 de junio de 2024 reflejan dinámicas similares de confrontación entre el Estado y sectores sociales críticos, con implicaciones profundas para el estado de derecho y los Derechos Humanos en Argentina.
Por una democracia plena sin presas, ni presos políticos. Queda en nuestras manos, terminar con este desaguisado. «