En 2023 se cumplieron 150 años de la muerte del cacique Juan Callfucura, una figura tan clave como poco visitada por la historia argentina. El libro Callfucura y los asuntos de la patria, otra historia para ganarle al olvido, presentado esta semana en la Feria del Libro, busca equilibrar esa asimetría cultural y rescatar la vida del jefe de jefes de las tribus que habitaron buena parte de este suelo: sus luchas, alianzas y la relación con los gobiernos y dirigentes políticos de la región.

Tiempo dialogó con sus autores, el abogado Daniel Fernández (especializado en derechos colectivos, laborales e indígenas) y la docente e ingeniera agrónoma, Mercedes Lovato, quienes trabajaron en el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).

Fernández fue presidente y Lobato coordinadora de Gestión Interinstitucional del organismo que hoy está sentenciado a muerte por el gobierno de Milei, tras casi cuatro décadas de existencia. Ambos fueron eclipsados por la vida de Callfucura y tras considerar que la «historia oficial» debía reivindicarla, encararon la investigación que incluyó entrevistas tanto en Argentina como en Chile.

–¿Por qué el libro?

D.F.:–Durante nuestra gestión en el INAI entre 2009 y 2015 hemos tenido mucho intercambio con las comunidades y dirigentes indígenas. Ahí aparece la figura de Callfucura como un hombre que, más allá de haber sido interpretado como un extranjero invasor por parte de la historia oficial, supo organizar a su pueblo a un nivel que llegó al tercer grado de organización, que es la Confederación. Esto nos motivó a indagar más en lo documental, sobre todo porque él no hablaba castellano, sino que le dictaba a un escriba y así se comunicaba.

–¿Qué nuevos documentos aparecieron?

D.F.:–Por ejemplo, Luis Lobo, un filólogo pampeano, rescató en 2015 una carta de 1866 dirigida al gobernador Adolfo Alsina en donde Callfucura habla por primera vez de él, de su juventud, un período que no ha sido transitado por la historia: una juventud comprometida con el Ejército Libertador en Los Andes, transponiendo la cordillera. Ahí confirma que su padre Huentecura fue guía de San Martín.

M.L.:–Llegamos a los indígenas independentistas, tanto del lado chileno como del argentino. Callfucura nació en 1790 en Chile, cuando no era Chile ni Argentina era Argentina. Pudimos reconstruir y vincular lo que dicen las cartas y contextualizar el momento histórico mientras él está en Chile: cómo se desarrollaba la cuestión política aquí y cómo es el acercamiento de él a Rosas para poder llevar adelante un acuerdo muy importante y estratégico. Desglosamos uno por uno los frentes que tenía Rosas y la necesidad de tener un aliado para cuidar la retaguardia, los pasos cordilleranos y las posibles invasiones que se daban desde Chile con tropas favorables al rey. Ese acuerdo de paz fue de palabra. Se da en la Estancia El Pino que tenía Rosas en La Matanza, hoy museo. Lo pudimos desglosar en virtud de los testimonios orales de los protagonistas de la época que fueron pasando de generaciones en generaciones.

–Para Rosas, Callfucura fue clave…

D.F.:-Después del acuerdo de El Pino se inicia un proceso de paz entre el gobierno de la provincia de Buenos Aires y las confederadas (ya se había firmado el Pacto Federal), con los mapuches organizados en la Confederación. Hubo un período de paz hasta Caseros, cuando Urquiza se alía con Brasil y el imperio portugués y derrota a Rosas. Ahí fue la primera vez que Callfucura vino a Buenos Aires y ve desfilar a las tropas portuguesas en la calle Florida. Vuelve diciendo «Mapuche ñi Mapuche», que quiere decir «la tierra es para la gente de la tierra», y llama a reforzar la Confederación indígena. Empieza a adquirir un poderío muy grande. Entre las tres confederaciones, que se armaban y desarmaban de acuerdo a las necesidades del momento, llegó a organizar a su pueblo y conducir a puelches, pehuenches, huilliches, boroganos y tehuelches, entre otros. 

M.L.:-Después de Caseros se produce un quiebre y cambia el modelo de país. Dejó de ser prioritaria la defensa de la soberanía territorial y económica. A partir de ahí ingresan mercaderías y manufacturas, fundamentalmente de Inglaterra. El país se acomoda a lo que sería la división internacional del trabajo y queda consagrado como productor de materias primas.

–¿Cómo fueron los últimos días de Callfucura?

D.F.:–Dos años antes de asumir la presidencia, Sarmiento había traído de Nueva York los fusiles Remington a repetición, con alcance de 1500 metros y con precisión a 500 metros. Eso empieza a desbalancear el enfrentamiento. Se crea la Sociedad Rural en 1866, que va a decir «si el Estado no tiene plata para financiar la campaña, nosotros la ponemos». Son los mismos que se habían beneficiado con la guerra del Paraguay. Sarmiento empieza a ser ofensivo sobre el asentamiento de Callfucura, el triángulo entre las Salinas Grandes, Carhué y Choele Choel en Río Negro. Por esos días, Callfucura le escribe a Sarmiento una carta profética. Le dice: «Presidente, si retira a la gente que está instalada en Choele Choel y en Carhué, vamos a poder vivir en armonía y vamos a ser felices. Si Usted no retira a la gente, nos declara la guerra y si nos enfrentamos, ¿sabe quién va a ganar? Los extranjeros. Yo soy tan sudamericano y americano como usted, y nosotros queremos reconocimiento en la ciudad capital de que hemos luchado por la Patria».

«No fue valorado como debe ser»

Los autores buscan reivindicar la figura del cacique. «No fue valorado como debe ser. Hay un trabajo de 1884 de Estanislao Zeballos que se llama Callfucura y la dinastía de los Piedra donde lo caracteriza como un comerciante poderoso chileno que vino a invadir, a enfrentar a sus propios hermanos para adueñarse de las Salinas Grandes», explica a Tiempo el expresidente del INAI, Daniel Fernández.

Para el abogado, Zeballos «reconoce el valor de Callfucura, pero dice que era inevitable el choque entre la civilización y la barbarie, y la derrota de él como organizador de los bárbaros. Ese fue el mensaje que se trasladó a las escuelas, a los institutos y, lamentablemente, sigue teniendo peso ese pensamiento. Hay intentos de revisión y nuestro libro es uno de ellos». Un dato: Zeballos dedica aquel libro al general Julio Argentino Roca y a los triunfadores de la «Conquista del Desierto».