El ataque a una integrante de H.I.J.O.S. –cuyo nombre se mantiene en reserva por razones de seguridad– fue perpetrado en su domicilio durante el anochecer del 5 de marzo por dos tipos que no ocultaron su condición “libertaria”. Pero el asunto –denunciado al día siguiente ante la Justicia y difundido por aquella agrupación dos semanas después– fue asimilado por la opinión pública con dosis equilibradas de indiferencia y naturalidad.

Tal vez el contexto influyera en ello. En sintonía con las calamidades económicas del ajuste, ya al clarear el 22 de marzo, la prensa informaba que el ministro de Defensa, Luis Petri, veía con simpatía la intervención militar en la lucha contra el narcotráfico. Y que su colega de gabinete, Patricia Bullrich, anunciaba una versión aún más severa del “protocolo antipiquetes”. Y que el Gobierno preparaba un spot negacionista en conmemoración al aniversario del último golpe de Estado. Y que Teresa Laborde Calvo –hija de la sobreviviente del Pozo de Banfield, Adriana Calvo– denunciaba las amenazas que padece desde la noche en que Javier Milei ganó el balotaje. Y que Estela de Carlotto sospechaba la intervención de su teléfono. Y que Mirtha Legrand temía una represalia del presidente por sus opiniones sobre el cierre del INCAA. Y que el ejército de trolls que actúa desde la Casa Rosada aterra hasta a los propios ministros. Tales fueron las noticias de un solo día.

Pero bien vale reparar en esta última, puesto que grafica la metodología comunicacional de los “aprietes” del Poder Ejecutivo.

Lo cierto es que las redes sociales –en espacial, X (antes Twitter), Tik Tok y Facebook– son para el régimen de La Libertad Avanza (LLA), lo que la revista El Caudillo fue para la Triple A: una marcadora de enemigos, incluso en sus propias filas.

Este semanario –editado entre 1973 y 1975 bajo la dirección de Felipe Romero– era el órgano de la ultraderecha peronista. Su gran especialidad fue, digamos, la primicia anticipatoria. Dos ejemplos: los extensos artículos sobre el diputado peronista Rodolfo Ortega Peña y el intelectual marxista Silvio Frondizi, publicados, respectivamente, en julio y septiembre de 1974. Pues bien, ambos fueron asesinados por la Triple A justo cuando los números de El Caudillo, con sus perfiles impresos, ya estaban en los quioscos. En resumen, aparecer en sus páginas equivalía a una condena a muerte.

Cabe recordar que la Triple A, que operaba bajo la tutela de José López Rega, incluía entre sus recursos humanos a tres vertientes: policías al mando del comisario Alberto Villar, militares como el capitán Héctor Pedro Vergéz y lúmpenes reclutados por el sector más retrógrado de la burocracia sindical. En aquellos años, sus acciones cosecharon alrededor de 1500 víctimas, siendo sus esbirros una suerte de teloneros del terrorismo de Estado que aplicarían las Fuerzas Armadas durante la dictadura.

Ahora regresemos a la manía twittera de las “fuerzas del cielo”. Porque, más allá de que Milei mitiga su insomnio con la red social de su amado Elon Musk –donde ha llegado a efectuar más de 600 posteos en una sola noche, discutiendo con personas fallecidas, como el actor Hugo Arana, o con cuentas falsas, como una atribuida a Axel Kicillof–, X le sirve además para proferir advertencias, represalias y escraches. Tanto es así que los funcionarios caídos en desgracia se enteran por esa vía que han sido despedidos. Lo cierto es que X es la filosa espada de Damocles que él sostiene sobre las cabezas de todos sus gobernados, y siempre con la asistencia de Santiago Caputo, su glamoroso López Rega, dado que únicamente basta que éste castañee los dedos para que los mastines virtuales comiencen a morder.

En semejante marco, el reciente ataque a la integrante de H.I.J.O.S. es nada menos que un punto de inflexión a tomar en cuenta.

De hecho, hubo señales previas no debidamente atendidas. Tal es el caso de “El Club del Falcon Verde”.

Creado en 2020 por almas anónimas que añoran la última dictadura y el terrorismo de Estado, dicho grupo –cuya principal actividad es postear retazos de su cosmovisión en sitios como Tik Tok y Facebook– posee en la actualidad alrededor de 14 mil miembros.

La identidad de uno de ellos saltó a la luz de manera voluntaria al subir un video en el que se las agarra con el ex candidato a vicepresidente de Unión por Todos (UP), Agustín Rossi. Luciendo una campera de aviador militar y con expresión de suma gravedad, el tipo lo denuesta por la “humillación” de haber tenido que pilotear el helicóptero que lo llevó alguna vez desde Campo de Mayo hasta el Ministerio de Defensa, cuando su indeseable pasajero era titular de aquella cartera. La cuestión es que, de inmediato, se viralizó otro posteo de su cuño en el cual exhibe un Falcon y la siguiente leyenda: “Siete… aunque un poco incómodos, entran en el baúl”. Una hermosura de persona.

Se trata del capitán (r) del Ejército Iván Volante.

Mucho más no se sabe acerca de este individuo que, durante los años de plomo, era apenas un niño. Y ahora, aún relativamente joven y con grado de oficial subalterno, ha sido “jubilado” prematuramente del servicio activo por alguna razón que todavía no trascendió.

La cuestión es que el tipo recibió un aluvión de elogios por parte de sus “camaradas” de Tik Tok. Y entre estos, hay uno de Victoria Villarruel con las siguientes palabras: “Mi apoyo al Capitán y a todos nuestros hombres de las FFAA y FFSS que padecen la demonización y el maltrato del kirchnerismo”. Conmovedor.

La imagen del Falcon subido por Volante se enlaza, simbólicamente, a la siguiente frase: “No vinimos a robarte, vinimos a matarte. A nosotros nos pagan para eso”. Y fue pronunciada por uno de los hombres que atacaron a la militante de H.I.J.O.S, antes de pintar en una pared la sigla “VLLC” (iniciales de “¡Viva la libertad, carajo!”). ¿Les suena?

Da para preguntarse si es el primer signo de algún plan sistemático.

Por lo pronto, a diferencia de la organicidad de los grupos parapoliciales del pasado, este régimen quizás apueste a la reacción indignada de quienes los libertarios denominan “argentinos de bien”. O sea, energúmenos espontáneos con sed de sangre, tipo Gavrilo Princip (quien en 1914 asesinó al archiduque Francisco Fernando de Austria) o Lee Harvey Oswald (quien en 1963 asesinó a John F. Kennedy) o, sin ir más lejos, Fernando Sabag Montiel (el frustrado magnicida de Cristina Fernández de Kirchner). Pero ya se sabe que detrás de esa clase de lobos solitarios siempre subyace un poder oculto.

También es posible que Milei y los suyos sueñen con una organización tipo la Liga Patriótica, compuesta por civiles que, en enero de 1919, durante la Semana Trágica, colaboraron con la policía en la matanza de casi 700 obreros anarquistas y comunistas para sofocar una huelga en los talleres Vasena.

¿Acaso ahora otra tragedia histórica está en plena gestación?   «