Cuando alguien dice que Dios está en todas partes —escribió el periodista español Marcel Beltran— se le olvida que hay otra cosa que es aún más omnipresente: el fútbol. “Un fenómeno que se parece a la religión en su modo de volverse irresistible: se manifiesta los domingos, interrumpe la realidad, ciega a la gente, llena un vacío”, define. Jorge Bergoglio fue el Papa que más amó el fútbol. Pero también fue quien desafió las tradiciones arraigadas en la Iglesia al incorporar mujeres a puestos de liderazgo en el Vaticano y quien, en mayo de 2019, presentó al primer equipo femenino de fútbol de la Santa Sede.

“Nos dijo que las mujeres podemos adaptarnos a cualquier situación cuando nos lo proponemos y acá estamos”, declaró Susan Volpini, secretaria de la Asociación de Mujeres del Vaticano y organizadora del equipo femenino, el día de la presentación.

Francisco entendió que el deporte —y más el fútbol—  es un camino hacia la libertad, sobre todo de las mujeres. Jugar nos hace felices, decía, porque se persigue un sueño de manera colectiva sin ser necesariamente un campeón.

“Queridos amigos: el fútbol es un juego de equipo, ¡no se puede divertir solo!”, reflexionó ante una multitud de jóvenes italianos, jugadores de fútbol y entrenadores el 11 de mayo de 2019, en el Vaticano. Dos semanas después, el equipo femenino hizo su debut frente a la selección juvenil femenina de la Roma.

«El papa Francisco ha dado un impulso considerable a las mujeres dentro del Vaticano, por lo que esta iniciativa es una extensión de este impulso», explicó en su momento Danilo Zennaro, representante del deporte en el Vaticano. Y agregó: «Hemos tenido un equipo masculino durante varios años, por lo que fue justo ofrecerles la posibilidad a las mujeres».

A pesar de que el Vaticano es uno de los pocos países miembros de la ONU que no están afiliados a la FIFA, el primer torneo masculino en la Santa Sede llegó luego de la Segunda Guerra Mundial. La Liga Vaticana de Fútbol, por su parte, fue organizada por primera vez en 1972.

A diferencia del equipo masculino, conformado únicamente por empleados, el equipo femenino cuenta con jugadoras que son trabajadoras del Vaticano, pero también hijas y esposas de los empleados varones. Y, además, como ocurre en el fútbol femenino internacional su participación en torneos o amistosos tiene un fuerte vínculo con los derechos de las mujeres.

Con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre de 2023, la selección femenina del Vaticano participó de un torneo para visibilizar esta causa. Estos partidos coincidieron, además, con el femicidio de Giulia Cecchettin, una mujer de 22 años, en manos de su expareja.

“Con un simple partido de fútbol, ​​unimos fuerzas y enviamos un mensaje en el que creemos. Como mujeres —madres, hijas e incluso religiosas—, sentimos que esta lucha para erradicar la violencia nos toca muy de cerca”, dijo Volpin aquel día.

El Papa no se mantuvo ajeno: ni al torneo, ni al femicidio de Cecchettin. “La violencia contra la mujer es una maleza venenosa que afecta a nuestra sociedad y debe ser eliminada de raíz. Estas raíces crecen en el terreno de los prejuicios y de la injusticia”, escribió Francisco en X.

El equipo femenino del Vaticano también fue protagonista de críticas hacia la Iglesia. Lo que hubiera sido su segundo amistoso, frente al Mariahilf de Austria, no llegó a concretarse. Durante el himno del Vaticano, jugadoras austriacas se levantaron las camisetas y dieron a conocer mensajes a favor del aborto y la comunidad LGBTQ+. Las pancartas en las tribunas acompañaron la protesta de sus futbolistas. El partido se suspendió por decisión de la Santa Sede.

El Papa, envuelto en contradicciones propias de un mundo complejo, encontró en el fútbol la belleza de lo simple: “Basta con un balón para que la gente salga y sea feliz”. La popularidad del fútbol se explica, precisamente, por lo que puede significar un equipo femenino del Vaticano en la sociedad. La derrota, dijo Francisco, no significa perder sino dejar de luchar. «