Alejandra Soria se enteró casi por casualidad, cuando miró las noticias. Así supo que el Gobierno cerró “momentáneamente” la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE), dependiente del Ministerio de Capital Humano. A través de esa área recibía la medicación que toma su hijo de 13 años para la colitis ulcerosa. Sin previo aviso ni notificación oficial, la mujer ahora no sabe cómo adquirirá la próxima caja de Mesalazina, la droga de la que depende la salud de su nene. En agosto costaba 70 mil pesos. Ya está llegando a los 135 mil.

La DADSE funcionaba otorgando “subsidios para la adquisición de medicamentos o insumos médicos por razones de salud a personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad social y sanitaria, que no poseen cobertura médica”. Sobre todo, medicación costosa y difícil de conseguir.

Este lunes, cuando el personal llegó a esa Dirección que responde al área de Niñez, Adolescencia y Familia dentro de la cartera que conduce Sandra Pettovello, se topó con el siguiente cartel: “La DADSE permanecerá momentáneamente cerrada por readecuación en los sistemas y procedimientos”.

Trabajadores y trabajadoras de esa dependencia hicieron circular un comunicado para exigir “el resguardo de los puestos de trabajo; la seguridad e integridad física de todxs lxs trabajadorxs, frente a situaciones de tensión que resulten de esta decisión; claridad en la comunicación de la medida, su duración y motivos, tanto a lxs trabajadorxs como a lxs titulares” y “dar respuesta urgente frente a los casos de solicitudes de medicación donde está en riesgo la vida del paciente (pacientes oncológicos, pediátricos, embarazadas, patologías agudas urgentes, entre otros)”.

Suspensión e incertidumbre

Ante la consulta de este medio, desde la cartera de Capital Humano respondieron que “se inició una investigación y se detectaron irregularidades en el procedimiento de selección de proveedores para la adquisición de costosos productos farmacéuticos destinados a pacientes oncológicos y con diversas patologías graves y crónicas. Se detectó que la forma que la DADSE utilizó para comprar los medicamentos viola todas las leyes vigentes para la contratación de bienes por parte del estado. Por esto, se decidió suspender el procedimiento de selección de proveedores para garantizar el pago de los subsidios a los beneficiarios correspondientes, pero en forma transparente, conforme la normativa nacional vigente de compras del Estado”.

Hasta el cierre de esta nota no hubo respuesta sobre qué pasará, mientras dure esa investigación, con quienes dependen de la medicación entregada vía DADSE para continuar con sus tratamientos.

Esta vía “es la última instancia para poder recibir la medicación de alto costo: después de las negativas municipal y provincial, salud de Nación hace esta compra especial de la medicación de alto costo. En muchísimos casos esta medicación sirve para ir sobreviviendo mes a mes. Al no reemplazar, condenan a los pacientes a la angustia, incertidumbre y la muerte”, alertó Rubén Reyna, al frente de Cero Blastos, organización social que acompaña a pacientes oncológicos y con otras patologías severas.

Desde ese y otros espacios que respaldan a familias que enfrentan este tipo de tratamientos ya venían advirtiendo que desde el cambio de gobierno no tenían contacto con las autoridades de Salud ni certezas sobre cuándo se normalizaría la entrega de medicamentos, pañales y otros insumos a través de programas como Incluir Salud. La confirmación del cierre temporario de la DADSE agravó el panorama.

Todo esto, en un marco en el que la compra de remedios cayó un 46% en el primer mes del año, según el monitor mensual de ventas de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came).

Un baldazo de agua hirviendo

Lautaro fue diagnosticado con colitis ulcerosa hace un año en el Hospital Posadas, después de varios diagnósticos errados en distintas instituciones. Vivía con mucho malestar y llegó a pesar 35 kilos, 20 menos de los que pesa hoy. Con el diagnóstico y la medicación adecuada, su vida mejoró. Pero su bienestar depende del sostenimiento de ese tratamiento, que además de la costosa Mesalazina incluye otras ocho medicaciones.

“Al principio teníamos Osde. Mi marido justo había cambiado de trabajo. Nos cubrió un mes y cuando quise autorizar un estudio nos dijeron que habíamos mentido en la declaración jurada porque sabíamos lo que tenía Lautaro. Nos la quitaron la cobertura a todos. Terminé haciendo malabares para poder comprar la Mesalazina”, relata Alejandra, mamá del adolescente.

A través del personal médico del Posadas supo de la existencia de la DADSE. Llegó a tramitar y recibir la medicación por esa vía en dos oportunidades. En el último año también conoció el circuito de solidaridad y donaciones que se teje entre familias que lidian con estos diagnósticos. Ahora, si la situación de la DADSE no se resuelve, dependerá de eso y de lo que pueda comprar.

“A fines de febrero tenía que presentar otra vez la receta para la Mesalazina en la DADSE. La última me llegó en diciembre. Dura tres meses. Generalmente no tardaban: al mes me decían que estaba, se ponía en contacto la droguería y a los cuatro días estaba la medicación. Ahora no tengo otro vínculo con el Ministerio. Lautaro toma una caja y media por mes. Es un montón de plata”, lamenta. Cuando se avecinaba el cambio de gobierno y con las perspectivas que eso implicaba, la familia de Lautaro logró “acopiar vitaminas para meses, porque sabíamos que podían venir tiempos difíciles”.

Alejandra ya no llora a diario como cuando recibió el diagnóstico. A un año de aquel golpe, conoce redes solidarias y sabe cómo moverse. Pero está enojada. “Yo sabía que esto iba a pasar votando a este tipo, peo hay gente que no tiene empatía. Si no lo vive, no lo sabe. Cada vez hay más gente así”. Anhela que la situación de la DADSE se revierta pronto y dice lo que debería resultar obvio: “La medicación es lo último que se debería sacar. Estas medidas no son buenas para nadie. Ojalá se revierta. Pero no va a mejorar. Tengo 40 años y esto ya lo hemos pasado, pero esto es demasiado. Y de golpe. No da tiempo a nada. Me enteré de casualidad. Fue un baldazo de agua hirviendo, no de agua fría. Me puse a llorar y después dije ‘lucidez ante todo’. Y ponerme en campaña, moverme”.