Desde el primer instante, al atravesar las puertas del edificio Scalabrini Ortiz de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), el transeúnte es convocado a un territorio que trasciende lo académico: la sala de Identidad se despliega como un umbral entre el presente cotidiano y los ecos de una historia que todavía late con fuerza. Al pisar el piso de la exposición, la luz se filtra de manera estratégica, acompañando cada espejo y cada fotografía; los murales y grabados dialogan con la arquitectura, guiando al visitante por un pasillo de memorias compartidas.

En el corazón de la instalación, espejos de distintas formas y tamaños se mezclan con retratos de madres y padres desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar. Al reflejarse, el público no ve una obra de arte estática, sino un espejo vivo donde coexisten dos realidades: la propia imagen y la de quienes fueron arrancados de su historia. Ese instante de doble mirada produce una sacudida emocional:

Identidad: la memoria no se rinde en la UNLa

“¿Y si esa mirada compartida también hablara de mí? ¿Quién podría estar esperando mi propio nombre?”. A partir de ese encuentro íntimo, la muestra revela su propósito más profundo: visibilizar la tarea perseverante de las Abuelas de Plaza de Mayo y sostener vigente la búsqueda de los 86 nietos aún no identificados en la Provincia de Buenos Aires. Su labor incansable, tejida con el hilo de la solidaridad, el amor y la justicia, late tras cada espejo y cada placa, recordándonos que la identidad no es un dato burocrático, sino el derecho fundamental a una historia propia.

Consciente de esta urgencia, la UNLa decidió alojar Identidad durante todo el mes de mayo, ofreciendo entrada libre y gratuita. En un contexto en el que muchas políticas de memoria han sido debilitadas o desfinanciadas, abrir este espacio en una universidad pública se vuelve un acto político por sí mismo: un compromiso tangible con la verdad y la restitución de derechos. Al garantizar el acceso, se envía un mensaje claro al país: la memoria es patrimonio de todos y todas, y su transmisión no puede depender de recortes o desinterés institucional.

En ese escenario, la voz de Daniel Prassel, graduado de la Licenciatura en Justicia y Derechos Humanos, integrante de la Federación Universitaria de Lanús y referente de la Mesa de Trabajo del ex Pozo de Banfield, aporta claridad y urgencia. Frente a los espejos y los rostros, él invita a ver más allá del reflejo: “La muestra sirve para acompañar el laburo de las Abuelas de Plaza de Mayo en un momento muy difícil del país, donde desfinanciaron lugares donde trabajaban profesionales y donde se hacía esta tarea. Es para destacar que son todos artistas unidos para este laburo, y que además hoy está en una universidad pública. Vincular la universidad con estos temas es esencial: no solo para que no se olvide, sino porque aquí figuran muchas de las embarazadas con su foto, y los compañeros de los nietos que faltan todavía. Es una invitación a comprometerse con la causa de las Abuelas.”

De este modo, Identidad trasciende su carácter de exposición: se convierte en un gesto colectivo que une generaciones, saberes y territorios de resistencia. Cada declaración y gesto curatorial refuerza el vínculo entre el arte, la academia y el activismo por los derechos humanos, subrayando que la restitución de la identidad es también un acto de reparación social.

Identidad: la memoria no se rinde en la UNLa

El recorrido continúa con una serie de instalaciones sonoras y textuales que acompañan los espejos: fragmentos de testimonios, audios de entrevistas y citas de documentos oficiales recuerdan el contexto de terror de aquellos años y las estrategias de invisibilización y apropiación de menores que desplegó el terrorismo de Estado. Al fundirse la palabra escrita con la presencia viva de los retratos, el espectador accede a un relato poliédrico, donde la estética y la ética dialogan y se potencian mutuamente.

Para cerrar este viaje emocional, resuenan las palabras de Nora Hochbaum, exdirectora del Parque de la Memoria, quien resumió con énfasis la potencia de este proyecto: “Mientras haya un espejo y alguien buscando un nieto, Identidad va a seguir existiendo.”

Así, la exposición no se agota en su instalación física, sino que fluye más allá de las paredes del edificio Scalabrini Ortiz. Es un llamado permanente a la acción: a tomar partido, a indagar en nuestras raíces y a acompañar con convicción a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, cuyo amor inquebrantable y compromiso profundo con la búsqueda de verdad y justicia mantienen viva la esperanza de reencontrar a cada nieto y nieta que aún falta.

La UNLa te espera hasta el 31 de mayo. Vení a sumergirte en este espacio de memoria activa, a descubrirte reflejado en esas ausencias y a unir tu voz al eco de aquellas madres que, con amor y coraje, nunca dejaron de buscar. Porque la identidad no es un dato cerrado, sino una pregunta que late y una búsqueda que sigue adelante.