En su afán por desregular todo lo que se pueda, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, criticó al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires porque “prohíbe a sus habitantes comprar medicamentos por Internet”. El ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, lo acusó de hablar “incoherencias” y respondió que las regulaciones sobre el tema responden a “medidas que toma el Estado para cuidar a su pueblo”.
Sturzenegger se refirió a las medidas que rigen en Buenos Aires como “desregulaciones que la casta bloquea a nivel provincial”. Kreplak respondió que no se trata “ni de casta, ni de bloqueo”, sino de medidas para evitar los riesgos del mal uso de medicamentos, “una de las principales causas de muerte en el mundo”. Agregó que esos riesgos se combaten “con una regulación fuerte, presencia de farmacéuticos, educación popular en salud y buena formación médica”.
Kreplak compartió “evidencia científica al respecto” con un link a una publicación de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, firmada por el médico Peter C Gøtzsche.
El cruce no terminó allí. El ministro de Javier Milei acusó al ministro de Axel Kicillof de defender “la casta empresaria”, en referencia a los laboratorios, que “tiene terror a que la gente elija su medicación en libertad”. Añadió que las regulaciones locales “fuerzan en la provincia a la gente a hacer 20/30 km o lo que sea para ir a buscar el Ibupirac para sus hijos a la farmacia”.
El ministro bonaerense no le dejó pasar que mencionara un medicamento por su nombre de marca en lugar de referirse a la droga genérica. “Ibupirac dice mientras se hace el que critica a los laboratorios… Ibuprofeno se llama. No hable de lo que no entiende”, fustigó Kreplak a Sturzenegger.
Ibupirac dice mientras se hace el que critica a los laboratorios… Ibuprofeno se llama. No hable de lo que no entiende. https://t.co/XliMhAFBsw
— Nicolás Kreplak (@nkreplak) April 13, 2025
Desregular a toda costa
Más allá del cruce en una red social y de las chicanas hacia ambos lados, lo cierto es que las medidas que impulsa el Gobierno Nacional en relación a la desregulación de la comercialización de medicamentos chocan con la evidencia científica sobre los riesgos de la automedicación.
Desde un primer momento la gestión de Javier Milei apuntó hacia allí: el DNU 70/2023 incluyó modificaciones en la regulación de la venta de medicamentos como la autorización para que los de venta libre pudieran ser adquiridos fuera de farmacias, algo que implica eliminar la obligatoriedad de la presencia de un farmacéutico en puntos de venta al público.
La Justicia puso un freno a esa medida. Por caso, el Juzgado Federal Nº 2 de Mendoza suspendió los artículos 313 y 317 del DNU y el juez Pablo Oscar Quirós –como citó el diario La Nación- argumentó que estos cambios representaban un riesgo para la salud pública ya que “para la venta se requieren controles y asesoramiento profesional”.
Luego, en abril del año pasado la Sala V de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo otorgó un amparo presentado por el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB) y suspendió los artículos 319, 320 y 321 del DNU que modificaban entre otras cosas la obligación de presencia del profesional durante todo el horario de atención.
En tanto, en noviembre el Gobierno emitió el Decreto 1024/2024 que permite que los medicamentos de venta libre se exhiban en góndolas dentro de farmacias y que puedan venderse en comercios como kioscos o supermercados. Todo esto, en paralelo con la ampliación de los medicamentos considerados de venta libre, algo que los torna más accesibles para la comercialización pero los deja sin cobertura para afiliados a obras sociales y prepagas.
Los riesgos de la automedicación
En aquel momento, tras la publicación del Decreto 1024 firmado por Milei y el ministro de Salud, Mario Lugones, el entonces director del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar), Rubén Sajem –quien falleció a principios de este mes- advertía en diálogo con Tiempo que “la decisión es temeraria, es peligrosa, emitida por quien no sabe sobre medicamentos”.
“El problema de tener medicamentos en góndolas es que se fomenta la compra por impulso y la automedicación. Hay farmacias que empiezan a ofrecer dos por uno, se compran y se toman medicamentos de más. Con cantidad de efectos adversos, en particular los analgésicos, que son peligrosos cuando se pasa cierta dosis”, alertaba Sajem.
Meses antes, el jefe del Departamento de Medicina Ambulatoria del Hospital de Clínicas de la UBA, Raúl Mejía, advertía ante este medio sobre los peligros de la automedicación creciente en el país: “El primer inconveniente de la automedicación es que uno puede estar tomando algo que no sea para lo que le está pasando. Segundo, eso que está tomando puede estar enmascarando algún síntoma de otra cosa. El tercero es que la persona puede estar gastando dinero en un producto que no se ha demostrado que sea útil, como ocurre con los polivitamínicos; y por último, los efectos adversos que producen. Los antiinflamatorios, por ejemplo, pueden dañar el riñón y el estómago”. Definía además que “la automedicación es un problema de salud pública frecuente”, pero “hay más uso en la actualidad porque existe mucha más propaganda de medicamentos de venta libre”.