El pedido de disculpas públicas de Andrés Fassi, el presidente de Talleres, a Claudio “Chiqui” Tapia resultó una capitulación qué también expuso la debilidad de un gobierno abollado por la circulación de los audios de la corrupción en el área de discapacidad y la consecuente paliza electoral que recibió en la provincia de Buenos Aires.

No es difícil unir ambas puntas. El año pasado, una semana después de que Fassi ofreciera su conferencia contra Tapia y la AFA, fue recibido por Javier Milei en la semioscuridad de su oficina. Hubo foto de esa mesa, con la misma disposición de las que circularon en los últimos días. En la punta, abrigado con varias camperas, posó Milei con sus pulgares en alto y mirada de Kubrick, la cabeza levemente inclinada hacia adelante, algo sobre lo que ya se conversó varias veces en este tiempo. Fassi y su hijo le entregaron una camiseta de Talleres al presidente. En realidad, dos: le dieron también una de arquero. Aunque aparecieron algo fuera de foco, quizá por la poca luz del lugar, también estuvieron los principales impulsores de las sociedades anónimas deportivas, Daniel Scioli, Juliana Santillán y Tofoni.

Aquello ocurrió en septiembre del año pasado, hace justo un año, después de que Talleres perdiera por Copa Argentina, sin VAR y muy perjudicado por el árbitro Andrés Merlos, responsable por su error en el gol de Boca. Fassi fue a buscar a Merlos después del encuentro, lo que extendió el escándalo. El árbitro dijo que lo hizo armado. El dirigente, en cambio, lo acusó de haberlo golpeado. Luego de unos días, Fassi dio una conferencia contra Tapia, los arbitrajes del fútbol argentino, apuntó a una política de favores y castigos con jueces “serviles”,  pero también fue más allá y apuntó a la organización de los torneos con sus treinta equipos en Primera. 

El apoyo que recibió de Mauricio Macri y Milei lo convirtieron en el dirigente modelo para las SAD. Lo entornaron muy rápidamente. Fassi viene de ahí, del Grupo Pachuca, del fútbol mexicano y sus extensos brazos de negocios. Dirigentes opositores de Talleres, que le reconocen razones positivas en su gestión -sobre todo el reposicionamiento del equipo y mejoras en la infraestructura del club- también señalan manejos poco democráticos. El próximo 19 de octubre, según anunció Fassi en la misma conferencia de las disculpas, habrá elecciones

Talleres fue el único club que saludó la victoria de Milei en 2023, por lo que las simpatías ya venían desde antes. Milei llegó envalentonado con meterse en el fútbol. Apuró por decreto con las sociedades anónimas y hasta fue a votar en las elecciones de Boca al candidato macrista Andrés Ibarra, contra Juan Román Riquelme, aunque tuvo que irse repudiado por los socios. El interés por el fútbol, sin embargo, se fue desinflando de a poco, también a medida de que se fue enfriando su relación con Macri. 

“Chiqui” Tapia, mientras tanto, tejió un buen vínculo con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, una relación que viene desde los tiempos de pandemia, pre Milei, incluso con diferentes acuerdos entre la administración bonaerense y la AFA, que ante la amenaza libertaria de intervención fijó nuevo domicilio legal en la provincia. Tapia, que se reivindica peronista, saludó con un tuit a Kicillof por el amplio triunfo en las últimas elecciones. El presidente de la AFA tiene buen vínculo con varios gobernadores. Su ladero también peronista, el tesorero Pablo Toviggino, que dispara desde su cuenta de Twitter, es hombre del santiagueño Gerardo Zamora. Aún así no es tan común que Tapia se exprese como lo hizo con Kicillof. ¿Se tentará en el futuro con una candidatura por fuera del fútbol?  

En el metatexto del pedido de disculpas de Fassi se lee que Talleres fue perjudicado en este tiempo por su pelea con Tapia y que si quiere no vivir la angustia de la pelea por la permanencia tiene que estar en buenos términos con el presidente de la AFA. Es el sentido común instalado en el fútbol, no sólo entre dirigentes, también va de los jugadores a los hinchas. “No tenemos peso en AFA”, se dice después de un arbitraje que perjudica a un equipo. No es nuevo, se decía lo mismo en los años de Julio Grondona. 

Está claro que el fútbol argentino merece tener su debate interno. La liga local está lejos de estar a la altura de ser, como se repite, la liga de los campeones del mundo. Una liga que, además, tiene formato de copa con zonas y cruces de eliminación directa, con superpoblación de equipos y con arbitrajes que pierden credibilidad, sobre todo en las divisiones de ascenso. Pero se puede pensar ese debate sin que se intente traficar a las SAD en el medio.