“Casi 30 años y las canciones siguen vivas. Siempre van a estar bien cuidadas, incluso cuando nosotros ya no estemos, porque están ustedes. Salute”. El que agarra el micrófono conmovido es el Enano (Sebastián Teysera), voz histórica de La Vela Puerca. Van casi dos horas de show en el Movistar Arena y el calor humano ya venció por knockout a las mínimas temperaturas de Villa Crespo. En un 25 de mayo patrio, el público argentino tomó a los uruguayos como propios -como siempre- y festejó a puro agite, en un repaso de toda su discografía que sirvió como excusa para empezar a celebrar sus primeras tres décadas en los escenarios.
No faltó nadie. Desde el cuarentón que fue a la presentación de De bichos y flores en 2001 -disco bisagra para La Vela- que ahora viene con su hijita en brazos y poguea “De Atar” con ella en hombros, pasando por los veinteañeros que los conocieron en la última etapa de Discopático y se sorprenden del fervor que transmite la banda, hasta llegar al fiel, ese que siempre está y canta desde el alma “Vamos la Vela de mi corazón”, abrazado del que vino a disfrutar de un show impecable de una banda internacional en la Capital.
Los invitados, también, fueron dignos de la ocasión que los convocaba y desplegaron todo su talento durante la noche. Juanchi Baleirón, de Los Pericos, en un emotivo “El Viejo”; Néstor Ramljak de Nonpalidece en un excitado “Burbujas”; Sebastián Andersen de El Plan de la Mariposa en un reflexivo “Clarobscuro”; Camila Rodríguez de Niña Lobo en un sentimental “Para no verme más” y Arquero -rapero uruguayo- en un agitador “Pastilla”. La Vela Puerca reunió gran parte del corazón que lo hizo grande en estas tres décadas: somos lo que somos por la gente que nos rodea. Así también lo dejaron en claro el Enano y el Cebolla (Sebastián Cebreiro), que volvieron a recordar los afectos y las emociones de los comienzos de la banda.
Con una lista de 29 temas en la que recorrieron su historia, hit tras hit parecía que crecía la alegría, la reflexión, la militancia y el orgullo que impone la banda rioplatense en sus estrofas. Mientras flameaban banderas argentinas y uruguayas del mismo palo, el abrazo fraternal, emotivo y sudoroso del público despedía entre aplausos un show, como siempre, lleno de vida y lleno de magia. Pero fiel a su historia, en La Vela la simbiosis con el público es total. La banda se abrazaba, saludaba y su público cantaba a capella “José Sabía”, el himno que faltaba en el repertorio. A esta hora, la manija no era solo de la gente. Ya se leía en las caras de los músicos el bis final que todos sabían que iba a llegar. Y llegó, pero en forma acústica, con el Enano cantando el tema pedido por la gente y acompañado por el último invitado: Federico Morosini de Julen y La Gente Sola.
Ramiro tiene 22 años y es de Hurlingham. Lo envuelve una bandera con logos de La Vela, Los Gardelitos, Callejeros, Los Piojos, Los Redondos, entre otras bandas míticas rockeras. “Me enamoré de La Vela por sus letras. Desde la primera vez que las escuché las adopté como bandera y poder cantarlas entre lágrimas y a su vez a los gritos es una sensación liberadora. Venir acá es una excusa para pasarla bien en tiempos difíciles, por eso es tan reconfortante el rock que sigue siendo un grito de resistencia y unión contra las injusticias”, cuenta un experimentado en la materia que espera el próximo encuentro. Sus palabras parecen tener aún más sentido después de escuchar al público, así como sucedió con los Gardelitos en Baradero y en la Kermesse Redonda este mismo fin de semana, contra las políticas del Gobierno.
Los años pasan, el sentimiento se mantiene. “Y empiezo a envejecer, sudando mi verdad” grita La Vela en “Zafar”. El espíritu, el empuje, el corazón y la impronta de estos ex veinteañeros sigue pleno en una generación que, con orgullo, empieza a celebrar sus primeros 30 años hermanados con su público.