Cuando se estaba por cumplir una semana del acampe, apareció un grupo particular, esencial en una provincia como Misiones: los productores de yerba mate, quienes atraviesan una crisis en la que aparecen las consecuencias de políticas nacionales. Todo esto a pesar de atravesar una temporada histórica de cosecha, tras la sequía.

Pero llegó el DNU 70, que le quitó la facultad de regular los precios al Instituto Nacional de la Yerba Mate, poniendo en jaque la producción. Y algo más: ni bien comenzada la época de cosecha en marzo, el Estado abrió las importaciones. Ahora deben competir con lo que viene de Paraguay y Brasil donde pagan menos impuestos.

«Nosotros tenemos una muy buena producción pero si sigue entrando yerba de otro lado, el productor se va a quedar con su yerba en la chacra», advierte desde Misiones Luis Grezak, presidente de la cooperativa yerbatera Aristóbulo del Valle. El conjunto espera en estado de asamblea permanente que el estado provincial y nacional reaccionen, en medio del estallido social.

Yerba, crisis y desregulación

La gran mayoría de los productores misioneros viene de una tradición familiar de cosechar la yerba mate junto con otras actividades como la siembra de té o la cría de ovejas en parcelas pequeñas de una, cinco o diez hectáreas. Los grandes productores que acaparan porciones más extensas de tierra son la excepción.

Por eso, el golpe al Instituto Nacional de la Yerba Mate, que permanece acéfalo y sin actividades, tuvo un impacto directo en sus vidas. «Esa desregulación hace que entremos en un panorama de incertidumbre donde no hay fijación de precios para la materia prima, las industrias determinan qué precio quieren pagar y a qué plazos quieren hacerlo, y eso repercute directamente en la economía familiar de los productores pero también de los obreros rurales, hay un impacto social«, cuenta el ingeniero agrónomo Iván Sand, productor de la cooperativa Yerbal Viejo de localidad de Colonia Guaraní.

En su caso, cosecharon los primeros meses y ahora pararon «porque uno trabaja a pérdida. Es insostenible la actividad de esta forma, lo que se busca con esto es desplazarnos».

El Instituto Nacional de la Yerba Mate se creó por ley hace 20 años y establecía una mesa de diálogo para fijar el precio de la materia prima. El rol no solo era de intervención para regular los precios, también brindaba financiamiento a los productores para la compra de maquinaria y equipamiento, generaba capacitaciones a productores, financiaba investigaciones científicas sobre la protección del suelo, del agua; daba a conocer los beneficios de la yerba mate, promovía el hábito de su consumo en las escuelas y garantizaba la calidad de la yerba.

Según cuenta Sand, en 2023 se pedía $ 505 para la hoja verde «pero al desregularse la actividad, ya no están obligados los sectores industriales a conformar la mesa y a sentarse, así empezaron pagando en marzo 370 (por debajo del precio de 2023) y al día de hoy están pagando aproximadamente entre 315 y 270 pesos». En paralelo, los equipos e insumos como los fertilizantes, no pararon de subir.

Sand alerta sobre otra consecuencia de la desregulación del valor de la materia prima. «Las industrias no vienen solo por una materia prima barata, vienen por un recurso sumamente importante que tienen los productores que es la propiedad de las tierras. Cuando desfinancian al productor, éste va a tener que abandonar su chacra y venderla. ¿Y quién está en capacidad de comprársela?«. Una muestra más de lo que pasa cuando el Estado se aleja y el mercado se concentra. Mientras, Misiones arde.