De la mano del reconocido mangaka japonés Gou Tanabe, Planeta Comic trae una nueva adaptación de otro de los clásicos relatos de H.P. Lovecraft, en este caso El color que cayó del cielo, escrita en 1927. Una obra que es considerada por muchos lectores como un buen primer acercamiento para conocer al autor, ya que no es ni la más compleja ni la más sencilla, muy adecuada para que los no iniciados se acerquen a él. Y más teniendo en cuenta que se trata de un manga, un formato que proporciona una lectura ágil y muy rica visualmente.
No es posible entrar de lleno en el análisis de esta adaptación sin antes rememorar quién fue Howard Phillips Lovecraft y cómo impactó en el género fantástico. Nacido en 1890 en Providence, Rhode Island, fue una persona excéntrica, algo antisocial y criada con los anticuados valores de esa época. Sus historias, pese a haber sido escritas hace más de ocho décadas, incluyen numerosas innovaciones literarias, algunas muy avanzadas para su tiempo, que ayudaron a definir la ciencia ficción moderna. Un hecho que fue reconocido mucho después de sus publicaciones e incluso luego de su fallecimiento en 1937.
El universo lovecraftiano
Conocido popularmente por ser el creador de Los mitos de Cthulhu, Lovecraft es famoso por ser el padre del horror cósmico, un subgénero en el campo de los relatos de horror donde se ponen en juego situaciones y cosas que escapan al conocimiento humano, sobre nuestro mundo y el cosmos. Cuestiones sobrenaturales o criaturas extraterrestres con capacidades divinas y el modo en que usualmente los humanos reaccionan y actúan ante estos inusuales descubrimientos, haciéndoles entender lo pequeños y frágiles que son en este universo.
Por su parte, Tanabe, oriundo de Kanto, Tokio, es un mangaka (así se denomina a los artistas de manga, la historieta japonesa) que en los últimos años se ha dedicado a adaptar fielmente varias de las obras de Lovecraft. Entre ellas se encuentran títulos tales como Las montañas de la locura y La llamada de Cthulhu, junto a otras todavía no publicadas en Argentina.
La historia de El color que cayó del cielo se sitúa en 1882, en las afueras de la ficticia ciudad de Arkham, espacio habitado por varios de los personajes de las historias de Lovecraft. Ahí, un joven agrimensor tiene encomendada la tarea de explorar la zona boscosa con el fin de hacer unos planos, destinados a la construcción de un embalse.
Ya en el lugar encuentra un sitio particularmente extraño, conocido como El Páramo Maldito debido a su extrema falta de vegetación, a pesar de estar en el centro de un tupido bosque. Intrigado, el muchacho entrevista a los ancianos del pueblo acerca de ese macabro paisaje y de lo que ellos llaman “aquellos oscuros días”, en referencia al período de tiempo en el que se desarrollará la historia.

Son ellos quienes le aconsejan hablar con el viejo Ammi Pierce, el último habitante que sigue viviendo cerca del Páramo a pesar de todo lo que allí aconteció. Al encontrar la casa, será el propio Pierce quien comience a relatar la historia de su vecindad con la familia Gardner y de cómo ellos fueron perdiendo todo apetito de vida, siendo víctimas de una insana locura, desatada luego de los acontecimientos que trajo consigo la caída de un extraño asteroide que impactó junto al aljibe de su jardín.
El color que cayó del cielo es una obra relativamente corta y muy dinámica, que deja en claro el gran manejo de Tanabe sobre recursos como el suspenso bien ejecutado o el diseño de paneles amplios que permiten entrever su gran capacidad artística y la versatilidad para plasmar sobre el papel las complejas ideas y conceptos que Lovecraft proponía.

Siguiendo con lo que el apartado artistico suma a esta adaptación de un relato crudo, cuyo original deja mucho a la imaginación, resulta muy satisfactorio poder ponerle formas e imágenes a las inenarrables situaciones y criaturas que Lovecraft presenta en sus obras. La ilustración le da a la historia una escencia distinta, que todos aquellos que hayan leído el original sabrán apreciar. Y para los que no, también resultará atractiva y atrapante la manera expresiva que tiene Tanabe a la hora de trabajar y darle su impronta a este tipo de obras.