Bob Odenkirk regresa con un personaje que se parece y no a aquel que lo consagró como un actor popular del streamig y lo elevó a las cumbres de la ficción televisiva. En efecto, William Henry «Hank» Devereaux hijo, el malhumorado, rebelde y taciturno profesor de literatura y lengua inglesa de una modesta universidad de Pennsylvania de la nueva serie Lucky Hank comparte con el inmoral Saul Goodman de Breaking Bad y Better Call Saul la visión pesimista y cínica del mundo, el desengaño de los sueños de juventud y, sobre todo, los dones de la palabra y la charlatanería. La distancia y la gran diferencia entre ambos caracteres radica en el hecho de que la frustración de Hank no lo condujo, al menos hasta ahora, por los caminos del delito ni mucho menos del narcotráfico como al inefable Saul.

Hank y otra mañana difícil.

La crisis de Hank comienza a desatarse cuando, en una clase de escritura, un estudiante llamado Barto (Jackson Kelly) lee un pasaje de un esbozo de su novela y ante el pedido de una crítica sincera por parte del profesor, el joven recibe como respuesta el título de «habitante de la capital de la mediocridad», lo cual desembocará en un escándalo universitario de proporciones inusitadas que requerirá la intervención del decano Rose (Oscar Nuñez) e incluso dividirá  a los profesores del Departamento de Lenguas –del cual Hank es director– en posiciones «a favor» y «en contra» de su destitución. Por un lado, se le endilga al crítico literario maltratar al estudiantado y actuar despechadamente porque publicó una sola novela en su juventud que lo convirtió en promesa frustrada de escritor. Por otro lado y ya en términos personales, Hank no está en su mejor momento: no se lleva bien con el hecho vital de encontrarse un poco más de la mitad de su vida –según su concepción de la existencia «la edad adulta es 80% miseria»–, tiene problemas en la próstata y no logra superar el «síndrome» de la hoja en blanco para una eventual segunda novela que nunca llega. Tampoco parece haber tramitado que su padre, un escritor famoso y profesor universitario de prestigio del cual se encuentra alejado hace décadas, acaba de jubilarse (se entera de la noticia a partir de un artículo en The New York Times). Esa novedad parece acrecentar los caprichos y los métodos heterodoxos de Hank como profesor hasta niveles casi adolescentes. A eso se suma que, incluso su luminosa esposa Lily (Mireille Enos) –que parece manejar muy bien los conflictos entre estudiantes de la institución secundaria que dirige– se está alejando cada vez más de él al encontrar nuevas oportunidades laborales en New York. Al mismo tiempo, su hija le pide dinero para los negocios de su poco rentable yerno.

Basada en la novela ganadora del Pulitzer Straight Man de Richardo Russo, Lucky Hank se presenta como una comedia, aunque no exenta de drama y melancolía. Tiene fino sarcasmo, logrados diálogos, explosivos gags que rondan el ridículo y en ocasiones resulta sumamente graciosa. Algunos de los aspectos que mejor capta la serie es el ambiente de insatisfacción, competencia y el cúmulo de pequeñas miserias de un claustro de profesores de una universidad de poca monta (encarnado por un notable elenco que incluye a Suzanne Cryer, Cedric Yarbrough y Nancy Robertson, entre otros). El hecho de que muchas de las escenas transcurran en la sala de profesores y de que uno de los showrunners sea Paul Lieberstein (The Office) parece convertir a la flamante serie en una The Office universitaria. 

Uno de los aspectos más criticables de los primeros capítulos es que la serie transcurre con un aire de cierta monotonía lo cual la torna algo lenta y que, por momentos, no parece despegar y no se sabe hacia dónde va. Sin embargo, puede decirse a su favor que ese formato y estructura que en principio daría cuenta de aquello de lo que la comedia debe eludir coincide con la propia vida de Hank que, sin rumbo, tampoco halla su destino. Entonces, el efecto puede ser buscado. Para ser justos, tampoco se puede juzgar a la serie tan solo por su primera etapa –cuatro de los ocho capítulos de la primera temporada– que puede ser un punto de partida para presentar a los personajes, sus obsesiones, sus pasiones, sus sueños sus pugnas y que luego exploten los conflictos. De hecho cada episodio parece un in crescendo que enfrenta a Hank con los fantasmas de su vida para llevarlo a su destrucción. Así, por ejemplo, en el segundo episodio, el agobiado profesor de literatura se reencuentra después de un cuarto de siglo con George Saunders (Brian Huskey), un escritor con el que otrora compartió el título de promisorio y que en el presente, al contrario de él, devino en consagrado y popular. En este sentido, uno de los episodios más esperados y que probablemente constituya uno de los clímax de Lucky Hank será aquel en el que el protagonista se encuentre con su padre, especie de némesis que no aparece y siempre acecha, espejo invertido del personaje, una sombra que parece estar en las antípodas de sus logros profesionales.

El ejercicio no siempre asegura la felicidad.

El facto de que Lieberstein comparta con Aaaron Zelman (La ley y el orden), ambos geniales, la creación original y la escritura del serial supone una garantía de que las cosas pueden mejorar con el transcurrir de los capítulos. De todas formas, indudablemente el plato fuerte de Lucky Hank es la interpretación de Odenkirk en un papel mucho más contenido al que nos tenía acostumbrados con el desorbitado Jimmy-Saúl y que, en su nueva versatilidad, provocará furor entre los más fanáticos que se cuentan por millones en el planeta. En efecto, alejado de su personaje más explosivo e histriónico, el actor logra transmitir a través de su ironía y su aparente calma exterior, la tristeza que lo carcome, el creciente deterioro que lo lleva al extremo de estar desmoronándose por dentro y lo pone al borde del colapso de la existencia. «

Lucky Hank

Estreno: 17 de marzo a las 22, por AMC, canal que en la Argentina puede verse a través de Cablevisión, Telecentro, ClaroTV y Movistar TV.

Un matrimonio puede encerrar múltiples contrastes.