María Moliner tuvo una historia de vida increíble. Andrés Neuman tiene la extraña cualidad de escribir textos brevísimos cercanos a la poesía, una suerte de “pequeños poemas en prosa” como Anatomía sensible, Umbilical y Pequeño hablante y otros tan largos como El viajero del siglo. Las diferencias entre unos y otro, por supuesto, no son sólo una cuestión extensión, sino, sobre todo, de lenguaje.

Otra de sus cualidades es utilizar materiales narrativos originales de los que podría decirse que son una tentación para cualquier escritor, aunque sólo a él se le ocurre tomarlo y hacer de ellos una pieza literaria. Tal es el caso de su último libro, Hasta que empieza a brillar, una novela  referida a la vida increíble de María Moliner (1900-1981), la autora del diccionario que García Márquez calificó como el “más completo, útil y divertido de la lengua castellana”.

Moliner es querida por todo el mundo del libro en pleno por las dificultades que tuvo en su vida y por la capacidad de escribir su diccionario en las condiciones más adversas, mientras criaba a sus hijos y hacía las tareas domésticas que en su época eran una obligación ineludible de las mujeres.

María Moliner, la mujer que hacía brillar las palabras

El título del libro está tomado de  una frase de Emily Dickison que Neuman utiliza a modo de acápite: “A veces escribo una palabra y me quedo mirándola hasta que empieza a brillar”.

Al padre de María su condición de médico no le alcanzaba para sustentar a su familia, por lo que comenzó a buscar nuevas oportunidades de trabajo en su profesión hasta que decidió viajar a Buenos Aires para ocupar un puesto bien remunerado que le habían ofrecido.

Al principio las cartas a su esposa y el dinero que le enviaba fluían generosamente, pero poco a poco, las cartas y el dinero comenzaron a llegar con intervalos cada vez mayores hasta hubo que aceptar la triste verdad: su padre había abandonado a su familia, vivía en un lugar lejano y entre él los seres que lo habían esperado ansiosamente durante mucho tiempo mediaba un océano.

La madre de María comenzó a vivir una situación económica difícil que la obligó a realizar varias mudanzas junto a sus hijos en busca de un lugar cada vez más chico y, en consecuencia, también más barato. María, estudiosa por naturaleza, relegó varias veces sus estudios para poder colaborar con la economía familiar.

María Moliner, la mujer que hacía brillar las palabras

Logró uno de sus sueños más preciados: ser bibliotecaria en la República. A los 50 años y con cuatro hijos se puso a escribir el que sería un diccionario famoso, una tarea solitaria que le insumió 16 años.

En 1972, propuesta por Dámaso Alonso, Rafael Lapesa y Pedro Laín Entralgo, la solicitud de entrada a la Real Academia Española fue rechazada. No se sabe si María clasificó los contratiempos de su vida por orden alfabético. Lo que sí es seguro que la Real Academia debe lamentarse aún del acto de machismo y falta de respeto que llevó a cabo al rechazarla.

María Moliner según Andrés Neuman

Como no podía ser de otro modo, Neuman escribió sobre María Moliner un libro entrañable que es algo más que la recreación de su vida a través de la literatura. Se trata de develar más bien, de qué modo su diccionario es realmente su autobiografía y hasta qué punto amaba María las palabras que su diccionario puede ser considerado una pieza literaria semejante a una novela o un cuento.

Es posible apreciar la empatía del autor con el personaje de su novela, sobre todo cuando la mujer que hizo brillar las palabras comenzó a perderlas debido a la arterosclerosis. ¿Fue su diccionario una forma de fijarlas para que no volaran hacia la nada?

María Moliner, la mujer que hacía brillar las palabras

La pregunta sobre cuánto de ficción y cuánto de verdad hay en una obra basada en una vida o en un hecho real es muy frecuente, por lo que el autor aclara al final: “Este libro es una obra de ficción basada en vidas privadas: inventamos para ganarnos el derecho a inventar”.

En este caso, poco importa diferenciar entre verdad y ficción porque Neuman maneja magistralmente la verdad de la ficción.