“Hablar de identidad es hablar de eso. De que no nos hacemos solos, sino que somos, gracias y a pesar de todo lo que nos rodea”. Así lo expresó Marcela De Grande, autora e intérprete de Unipersonal con canto de cigarras, una obra potente, sensible y necesaria que se presentó en el Club Atlético Banfield como parte de una jornada que dejó mucho más que emociones: dejó memoria.

La actividad se desarrolló en el marco de los 48 años de la primera marcha de las Madres de Plaza de Mayo, y tuvo como escenario el estadio Florencio Sola. No fue un homenaje más. A metros de donde la pasión futbolera suele expresarse con cantos y banderas, esta vez se alzó otro canto: el de las cigarras. Un canto que, como el de las Madres, vuelve cada tanto a recordarnos que hay vidas que no se olvidan y que hay historias que necesitan ser contadas una y otra vez.

En ese sentido, la obra de Marcela De Grande cobra un valor especial. Fue creada a partir de 24 historias de vida de nietos y nietas restituidos por las Abuelas de Plaza de Mayo: hijos de desaparecidos que fueron robados durante la dictadura militar y, más tarde, encontrados —hasta más de 40 años después— por su familia biológica. La autora, contemporánea de esos nietos y nietas, realizó un profundo trabajo de investigación y reconstrucción de la memoria social e identidades individuales. En escena, combina momentos cándidos y hasta divertidos de su propia infancia y adolescencia con historias documentadas de otros chicos y chicas.

Un canto por la identidad: memoria y teatro en el Club Atlético Banfield
Foto: Gentileza Yamila Calviño

Ese cruce entre la experiencia personal y la historia colectiva conmueve profundamente. “La historia no es algo que nos sucede lejos, sino que nos atraviesa”, reflexionó Marcela al finalizar la función. “Poder contarla a través del arte, de la acción, de la música, de los objetos, nos permite transformar. A veces hay cosas que no se pueden contar desde la ternura de lo vivido y, sin embargo, el arte permite llegar de otras maneras. Yo no estuve directamente atravesada por la dictadura, pero desde muy chica sentí una conexión muy fuerte con la generación del 70. Es una herida a nivel nacional. Siempre sentí que había nacido tarde, como si debiera haber estado ahí. Podría haber sido yo. Esa pregunta es para todos”.

Entre el público, la emoción era compartida. Una de las voces más conmovedoras fue la de Teresa Laborde, quien tiene una historia profundamente entrelazada con la dictadura. Teresa nació el 15 de abril de 1977 en condiciones extremas durante la última dictadura cívico-militar. Su madre, Adriana Calvo, física y docente universitaria, fue secuestrada por un grupo de tareas el 4 de febrero de 1977, cuando estaba embarazada de seis meses. Durante un traslado al centro clandestino de detención conocido como Pozo de Banfield, Adriana dio a luz a Teresa en el asiento trasero del vehículo que la trasladaba, con los ojos vendados y las manos atadas. La beba recién nacida cayó al piso del auto, colgando del cordón umbilical, y permaneció allí hasta llegar al destino.

Adriana y Teresa sobrevivieron gracias al apoyo de otras mujeres detenidas en el Pozo de Banfield, quienes cuidaron de ambas durante su cautiverio. Una de esas mujeres era Cristina Silvia Navajas, madre de Daniel Santucho Navajas, quien también dio a luz estando secuestrada en ese centro clandestino. Daniel Santucho Navajas es el nieto restituido número 133, quien se reencontró con la verdad el 26 de julio de 2023.

Tras ser liberada, Adriana se convirtió en una destacada defensora de los derechos humanos, siendo la primera sobreviviente en declarar en el histórico Juicio a las Juntas en 1985. En su testimonio, relató las condiciones inhumanas de su parto y prometió dedicar su vida a la búsqueda de justicia. Teresa Laborde, por su parte, ha continuado el legado de su madre. Es docente de Historia del Arte en la Universidad Nacional de Lanús y participa activamente en causas de derechos humanos. Ha sido querellante en juicios por crímenes de lesa humanidad y brinda charlas en escuelas y espacios públicos para mantener viva la memoria y promover la justicia. La historia de Teresa y Adriana fue representada en la película Argentina, 1985, donde se recrea el testimonio de Adriana en el juicio. Esta representación ha contribuido a difundir su historia y a sensibilizar a nuevas generaciones sobre los horrores de la dictadura y la importancia de la memoria colectiva.

Un canto por la identidad: memoria y teatro en el Club Atlético Banfield
Foto: Gentileza Yamila Calviño

Desde ese lugar tan personal, Teresa compartió su emoción tras la función: “Felicitaciones para la guionista y actriz. Sola en el escenario despliega primero un pedazo de la historia de nuestro país y después un montón de climas y momentos. Me encantó esta obra porque todos esos sentimientos, como ella los despierta, te atraviesan. Lo cuenta en primera persona, y eso genera identificación. La identidad no es solo un concepto: se vive, se sufre, se reconstruye. Y desde el lugar de espectadora, esta obra me disparó muchas preguntas. Seguramente, también a otros les genere la curiosidad de ir a buscar lo que no se cuenta del todo acá”.

La obra también resonó profundamente en Daniel Santucho Navajas, quien recuperó su identidad gracias al trabajo de Abuelas. “Me emocionó en muchos momentos. Me identifiqué con mi niñez, con mi adolescencia, con ese tiempo en que una gran parte de la sociedad insultaba a las Madres o a las Abuelas cuando las veía en televisión. Esa pregunta de quién soy, cuál es la verdad, es muy profunda y está muy presente en la obra. Cuando uno no tiene clara su identidad, todo te atraviesa. Yo, afortunadamente, puedo decir que hoy soy feliz. Sentí paz cuando recuperé la verdad. Fueron años de dolor, de culpa… pero contarle la verdad a mis hijas, poder terminar con tantos años de mentiras, fue lo más importante para mí. Gracias a Madres, gracias a Abuelas, casos como el mío pueden resolverse. Siempre supe que el camino era Abuelas. Ver crecer a mis hijas con la verdad es lo que me da sentido”.

Durante más de 30 años, su familia y las Abuelas de Plaza de Mayo lo buscaron incansablemente. Finalmente, gracias al trabajo del Banco Nacional de Datos Genéticos y la lucha colectiva por la memoria, la verdad y la justicia, Daniel recuperó su identidad. Desde entonces, se sumó a la búsqueda de la verdad para aquellos nietos y nietas que aún hoy seguimos buscando.

Ese sentido colectivo de la búsqueda también se respiraba en el clima de la noche. Sergio “Cherco” Smietniansky, abogado e integrante de Banfield por los Derechos Humanos, lo sintetizó así: “Para nosotros, haber hecho esta actividad con tanta repercusión, con tanta gente acercándose, fue muy valioso. Mezclar el arte y los derechos humanos en una cancha de fútbol es una forma de reivindicar la identidad en un espacio que también forma parte de nuestra historia. Esta obra es un aporte a la lucha de las Abuelas para que más chicos y chicas puedan saber quiénes son. Me impactó mucho cómo a través de los objetos se puede narrar la historia del país. Objetos que marcaban una época, una tendencia. Cuando la historia se cuenta desde el corazón, los recursos más simples son los más poderosos”.

Por todo esto, no sorprende que Unipersonal con canto de cigarras ya haya sido presentada en Brasil, Francia, Alemania y España. Su llegada a Banfield fue posible gracias al trabajo articulado con espacios de militancia y derechos humanos. “Hacerla acá es una alegría inmensa —dijo Marcela—, porque Banfield es un club pionero en la defensa de los derechos humanos. Y porque muchas de las personas que buscamos nacieron acá cerca”.