Con la cabeza puesta en las elecciones 2025, el presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, intentó revalidar su gestión con una enmarañada consulta popular en un contexto de cuádruple crisis: de seguridad, por la descomunal espiral de violencia narco-criminal que azota al país; energética, que se profundizó en las últimas semanas con constantes apagones; diplomática, tras la insólita irrupción policial en la embajada mexicana que generó el repudio mundial; y económica, agravada por la decisión presidencial de aumentar el IVA y el precio de los combustibles.

Con un récord de ausentismo (28%), la votación dejó un resultado dual, dicotómico, por lo que tanto el presidente como las fuerzas opositoras lo interpretaron a su conveniencia. Todos cantaron victoria.

Noboa apeló a una lectura cuantitativa, matemática. Real pero manipulada. Es que de las 11 preguntas que incluía su referendo, 9 fueron aprobadas, y con holgura. Se trata de todo el paquete temático sobre las políticas para enfrentar el auge del crimen organizado, que lo llevó a decretar en enero “el conflicto armado interno”. Siendo la principal preocupación de la ciudadanía, era previsible el espaldarazo a la estrategia militarista y “bukelista” que viene desplegando el mandatario, por ahora sin mayores resultados.

Entre otras cosas, se convalidó la participación de las Fuerzas Armadas en el combate a las bandas delincuenciales, la habilitación de la extradición, incrementar las penas de algunos delitos complejos y punir la tenencia de armas.

El estado de miedo y zozobra cotidiana dejó en un segundo plano a las otras crisis, por lo que el respaldo masivo al “manodurismo” de Noboa fue contundente: en esas nueve preguntas obtuvo entre el 60% y el 72% de apoyo.

Sin embargo, el tono victorioso del presidente fue moderado. No salió a hablar tras conocerse los resultados y se limitó a un escueto mensaje en redes: “Hemos defendido al país, ahora tendremos más herramientas para luchar contra la delincuencia y devolverle la paz a las familias ecuatorianas”. Su mesura connota cierta desilusión por la derrota en las otras dos preguntas, que creía iba a ganar.

Freno al recetario neoliberal

Eran las preguntas fundamentales, las referidas al modelo económico, el corazón de la consulta. Un 69,5% le dijo NO a la modificación del Código del Trabajo para permitir el contrato por horas, que implicaba una mayor flexibilización laboral, y un 65,1% rechazó también la referida al regreso del país al arbitraje internacional, es decir a que las multinacionales puedan demandar al Estado —como Chevron, que exige una millonaria indemnización— en tribunales que suelen fallar a favor de las corporaciones.

En diálogo con Tiempo, Alejandra Santillana Ortiz, socióloga e investigadora del Instituto de Estudios Ecuatorianos, explica que “la respuesta del NO a esas preguntas fue fruto de la campaña pedagógica de las organizaciones populares, el movimiento indígena, el movimiento ecologista, los colectivos de jóvenes, los influencers y los espacios académicos que nos volcamos a explicar al país qué significaban esos dos elementos”.

Efectivamente fue la poderosa CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) la que encabezó la campaña del rechazo, principalmente de esos dos ítems. Luisa González, excandidata presidencial del correísmo, argumentó en entrevista a TeleSUR que “estábamos claros que era un desperdicio de recursos recibir fondos para hacer propaganda, por eso no nos inscribimos para hacer campaña por el NO”.

Santillana agrega que “el correísmo se sumó en las últimas semanas, luego de que Noboa rompiera el pacto de gobernabilidad que tenían en la Asamblea con el asalto a la embajada de México y la detención del exvicepresidente Jorge Glas”.

De todas maneras, pareciera que la Revolución Ciudadana logró capitalizar esa victoria, en momentos en que el gobierno dio un giro en su estrategia para volver a instalar el clivaje correísmo-anticorreísmo. En la rueda de prensa dominguera, y mediante una videollamada desde Bélgica, Rafael Correa dijo que los resultados eran “una clara derrota de un improvisado aspirante, un fracaso rotundo para una mala persona como Daniel Noboa”.

“Estamos ante un tipo que no tiene límites ni escrúpulos, que se quiso parecer a Bukele, pero en realidad se parece a Calígula, el peor romano tremendamente joven que perdió la cabeza porque no supo manejar el poder”, agregó el expresidente aludiendo a los apenas 36 años del presidente empresario que asumió en noviembre para completar el mandato de Guillermo Lasso, otro neoliberal que debió irse antes de tiempo.

Correa tampoco se mostraba exultante. “No es momento de alegría, no podemos olvidarnos de las circunstancias en las que está Jorge Glas. Tenemos un secuestrado en el país”, explicó.

Foto: AFP

Aislamiento internacional

Aún queda por verse hasta dónde llegarán las consecuencias de ese inédito asalto a la embajada mexicana del 5 de abril, que recibió una condena unánime mundial al violar los tratados internacionales sobre la soberanía de las sedes diplomáticas.

Además de romper las relaciones y pedir la suspensión de Ecuador de la ONU, el gobierno mexicano llevó la denuncia a la Corte Internacional de Justicia, que este martes realizará la primera audiencia del caso. En paralelo, sigue intentando el asilo de Glas. “La Convención de Caracas nos otorga el derecho a solicitar que le otorguen el salvoconducto y que lo liberen, y eso es lo que estamos haciendo”, aseguró Andrés Manuel López Obrador.

El episodio dejó al gobierno de Noboa aislado y deslegitimado en el plano internacional, pero es más difuso el impacto en la población ecuatoriana, inmersa en otras urgencias. Para Santillana, también activista feminista y ambiental, “en términos de sociedad y de estadísticas no influyó tanto como se esperaba, ni para subir ni para bajar la popularidad del gobierno”.

Si Noboa lanzó la consulta para solidificar su legitimidad popular, la jugada no le salió muy bien. Ganó pero perdió… Con el país inmerso en múltiples crisis, con las dificultades que implica mantener el rumbo económico neoliberal, acrecentando un perfil autoritario y una desconcertante política exterior, Noboa camina a su aspiración reeleccionista con una única carta, solucionar el problema de la violencia y la inseguridad.