Los trabajadores de la agencia tenemos por estos días muchas angustias pero una certeza: Télam no se cierra. Esa convicción no nace de un mero triunfalismo de asamblea sino de la misma decisión arbitraria e ilegítima del Gobierno de «apagarla» y de la fortaleza y dinamismo de sus trabajadores para mostrarle a los argentinos su importancia para la democracia y para el sistema nacional de medios.

En estos 15 días sin Télam está claro que el jefe de Gabinete Nicolás Posse y el interventor Diego Chaher no saben qué hacer para cumplir con la promesa de cerrarla. La «dispensa» a los trabajadores, con goce de sueldo, y las vallas policiales en los edificios son un avance pero de ningún modo pueden entenderse como un cierre.

En tanto, pese a las burlas de altos funcionarios que generan bronca y vergüenza ajena en partes iguales, los ataques en las redes sociales y las operaciones de comunicadores aliados al Gobierno, la comisión interna de SiPreBA de la agencia y nuestra asamblea, fogueadas en la batalla contra el macrismo en su intento de cierre de 2018, inició acciones en todos los frentes para demostrar que la Agencia Nacional de Noticias y Publicidad tiene razón de existir y una historia de casi 80 años sirviendo a los medios de todo el país.

La voz de Télam llega a todos los rincones de la Argentina y a todos los medios, sin importar su escala ni sus posibilidades económicas, cubriendo los grandes eventos y sucesos. También poniendo el foco en aquellos valores y grupos sociales que carecen de interés para los medios privados.

Como eje central del sistema federal de medios, Télam es parte de la cultura nacional y como tal ha dado cuenta de los grandes momentos del país, de aquello que interesa y conmueve a los argentinos. Como cuando en exclusiva anticipó el doping positivo a Diego Maradona en el Mundial de Estados Unidos 1994 y plasmó en el servicio esa frase del ídolo que ya es historia: «Me cortaron las piernas».

Las primicias de Télam se cuentan de a centenares pero la importancia de su servicio no está solo en alumbrar primero aquello que no se conoce sino en el inmenso aporte de información textual y contenidos audiovisuales que pone a disposición de periodistas y editores todos los días.

Una muestra de esa potencia comunicacional es la página www.somostelam.com.ar que los trabajadores pusimos en línea para demostrar que a pesar de las vallas y los aprietes, seguimos haciendo lo que venimos haciendo hace 78 años: periodismo de calidad desde las veintitrés provincias y para todo el territorio nacional.

Por primera vez, las movilizaciones del 24 de marzo por Memoria, Verdad y Justicia no contarán con la cobertura de los medios públicos. Milei los silencia: no quiere libertad, sino censura para que no te informes del ajuste que sufre el pueblo, para que no escuches la voz de quienes se movilizan, como las Madres y Abuelas. Frente a eso, montaremos junto a SiPreBA una cobertura propia que vas a poder seguir a través de somostelam.com.ar.

Los trabajadores de la agencia sabemos que los países centrales, aquellos que el Gobierno pretende igualar, tienen medios públicos de calidad, con recursos humanos y técnicos que se entienden como inversión y no como gasto.

«Telenoticias Americanas» (Télam) nació para romper la hegemonía informativa de las agencias estadounidenses Associated Press (AP) y United Press International (UPI), en un mundo muy distinto al actual pero en el que todavía la prensa sigue siendo el sector más «dinámico» de la superestructura ideológica, según definió Antonio Gramsci, un intelectual que cita el presidente Javier Milei.

Precisamente a Milei los trabajadores le aclaramos que en Télam no hay barrabravas, ni violentos, y por eso no entramos en provocaciones burdas, ni reaccionamos a las exageraciones, verdades a medias y falsedades que esgrime una legisladora recién llegada y los trolls pagados y organizados desde el oficialismo.

Más unidos que nunca, los trabajadores de Télam ratificamos el lunes pasado nuestro código de conducta y nuestra respuesta al ataque con una multitudinaria asamblea en el salón «Felipe Vallese» de la CGT, escenario de los actos más emblemáticos del movimiento obrero, para ratificar que exigimos volver a trabajar y que rechazamos una oferta de retiros voluntarios que, con la policía impidiéndonos el ingreso, es más una imposición que una propuesta.

El premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, fue uno de los primeros en reaccionar al ataque a Télam y en acercarse al acampe del edificio de la calle Bolívar: «Esto no puede ser, no sé cómo va a seguir esta historia pero hay que sumar fuerzas. Pero no dejen de sonreírle a la vida; mucha fuerza y mucha esperanza. No hay que bajar los brazos, hemos pasado tantas que una más… Vamos a salir de esta pero necesitamos unidad».

Tenga por seguro Adolfo que la familia de Télam tiene todo eso que pide y mucho más. A pesar de todos los intentos no nos han vencido.