A Ezequiel Fernández Moores le alcanzaron unos pocos días en enero de 1978, algunas horas, algo así como tres coberturas en Télam para llevarse una clase acelerada de precisión periodística. “Merlo, Alonso y JJ”, dijo cuando se acercó al teléfono público más cercano a la cancha de Defensores de Belgrano para pasar el equipo de River en el amistoso. “¿JJ qué?”, le retrucó -hoy serían mayúsculas en WhatsApp- el colega que recibía la información en el edificio de la agencia nacional. “López”, canchereó el joven que todavía cursaba el último año de la carrera en el Círculo de la Prensa. “Decilo bien”, remató la voz y cortó para irse a redactar el cable, insumo básico que ofrece toda agencia. Unos días después, Fernández Moores entró como redactor a Noticias Argentinas y trabajó en distintas agencias hasta 2019.

En 2001, un aspirante de Télam que salía a la calle a hacer coberturas ya llevaba un celular cuando casi nadie tenía uno. Le pasó a Alejandro Bercovich, que entró a la sección Economía en enero de ese año después de una pasantía de tres meses y otras tres que se renovaban a cada mes. Su jefe fue Eduardo «El Pelado» De la Fuente, compañero reconocido en partes iguales por su oficio y su militancia en el gremio. “La cotidianeidad era como estar en Disney. También me daban un grabador para ir a hacer notas”, recuerda sobre la primera redacción de su carrera. Esta semana volvió a ese viejo amor para hacer una transmisión especial de Pasaron Cosas, programa que conduce en Radio Con Vos, desde el acampe que realizan los trabajadores y las trabajadoras de prensa para defender el rol fundamental de Télam en el paisaje de medios de la Argentina. “Acá aprendí a estructurar un discurso para decirlo al aire o la tele. Siempre está presente la escritura del cable porque es el periodismo puro”, repasa sobre el legado de ese paso por la empresa nacional creada en abril de 1945.

Foto: Somos Télam

En una agencia, el trabajo pocas veces lleva nombre y apellido: la protagonista es la noticia. Es una tarea más anónima, donde cada periodista se convierte en las iniciales que aparecen al final del cable. Entre miles y miles de ellas durante los 78 años de Télam, se encuentran las de Oscar Raúl Cardoso, Mauro Szeta, Eduardo Van der Kooy, Ignacio Miri, Eduardo Anguita, Marcelo Figuera y Gabriela Granata, directora del diario Bae Negocios desde hace más de cinco años. “Me impresionó y me sigue impresionando la posibilidad de contar con ojos, oídos, y manos para teclear lo que pasa en cada rincón del país en una época en que mucha de la información es un commodity copypasteado”, reflexiona Granata, que ingresó a la sección política en 2004 cuando ya acumulaba 10 años en Noticias Argentinas. “Se cumplían las rutinas laborales que ya conocía: definición de temas, reuniones de sumario, búsqueda de fuentes, chequeo de información, intercambio con colegas de la sección y de otras secciones, especialmente de Economía y Sociedad, ya que varias veces los temas requerían datos de esas áreas, con jefes especializados, super profesionales”, enumera sobre la incursión en el medio estatal que cuenta con más 800 clientes para los que produce por mes 12.844 cables, 6030 fotos, 761 boletines, 72 infografías, 152 audios y 402 videos.

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Fiel a su ADN disruptivo, Bercovich recuerda una de sus andanzas en los ocho años en Télam: hizo subir el riesgo país con una declaración de Daniel Marx, en ese entonces secretario de finanzas de Domingo Cavallo, que ponía en duda el pago de un bono. La frase encabezó primero un boletín y después se convirtió en un cable más extenso. Y el efecto llegó al mercado: “Vino mi jefe, había recibido un llamado directamente de Cavallo y me pidió escuchar la grabación. Después me dijo: “Ahora este cassette lo vamos a guardar en este cajoncito porque es nuestro seguro de vida”.

Muchos años antes, El Gordo Cardoso anotó a la agencia pública entre su extensa trayectoria. Fue entre 1975 y 1977. Allí conoció a Van der Kooy, con quien también se cruzaría en Clarín. Cardoso tuvo una segunda etapa en la empresa estatal durante los noventa. “Hacia unas colaboraciones, un panorama política internacional. Me acuerdo que todos los sábados venía al tercer piso del edificio de la calle Bolívar y entregaba su columna”, rememora Jorge Pailhé, que desde 1979 trabaja en distintas secciones en Télam, mientras atraviesa los primeros días del acampe sobre la avenida Belgrano. Otras personas se suman a la conversación, hacen memoria, aportan datos y precisan fechas de otros colegas que tuvieron a la agencia, la más importante de América Latina y la segunda de habla hispana del mundo después de la española EFE, como escuela de formación. La charla suma más voces y anécdotas. Entretiene en medio de la ronda de mates al calor del conflicto declarado por Javier Milei en la Asamblea Legislativa. Mantiene la vitalidad y la curiosidad que el dispenso laboral por siete días no puede apagar. Sergio Rubin (hoy en Clarín como especialista en temas religiosas), Martín Kanenguiser (ex La Nación y ahora en Infobae), Carla Revello (en el canal C5N) y Agustina Larrea (DiarioAr) son otros de los tantos nombres que aparecen en una lista amplia que traspasa generaciones. “Es cierto, como aspirante Kanenguiser fue el primer periodista que cubrió la agenda ecológica”, detalla Pailhé y fecha su ingreso a mediados de los ’90.

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La doble ruta del conflicto viaja entre la permanencia en las puertas de las redacciones y las tareas de prensa para generar contenido en Somostelam.com.ar, el portal que se puso en marcha para contrarrestar el apagón informativo impuesto por el interventor Diego Chaher desde el lunes a la madrugada. “En Télam entendí lo importante que es el despliegue territorial de un medio: sabíamos que todo lo que pasara en cualquier lugar de la Argentina iba a tener un corresponsal cerca e íbamos a tener la mirada nuestra puesta ahí”, valora Berco.

“Como en todo medio, empresa o equipo de trabajo, la conducción marca la impronta del profesionalismo: no es cerrando ni prescindiendo de la empresa como se prestigia el periodismo, sino profesionalizando todas sus líneas”, apunta Granata, que también participó en Crítica de la Argentina, el proyecto dirigido y aniquilado por Jorge Lanata.

Foto: Somos Télam

“Las agencias están obligadas a informar con palabras austeras y lo más precisas posibles porque se dirigen a todos sus abonados que pueden ser de una u otra tendencia, de este u otro país. Que la noticia sea noticia y el lenguaje sea preciso son bienes que hoy escasean en el periodismo. Y las agencias son una trinchera de ambos”, sostiene Fernández Moores.

Su reflexión es el final de una nota que si fuera un cable nadie dudaría en ponerle como título guía Escuela-Télam.