En una señal de cautela, el Fondo Monetario mantuvo sus previsiones sobre el rumbo de la economía argentina para este año, algo que no cayó bien en el gobierno de Javier Milei. En ese ambiente de miradas cruzadas, el ministro de Economía, Luis Caputo, arribará a Washington para participar de la asamblea anual del FMI que se realiza en esta semana.

Al presentar el Panorama Económico Mundial 2024 este martes en Washington, EE UU, ante la prensa, Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI, y su equipo indicaron que las estimaciones del organismo para este año arrojan una caída de la economía del 2,8% y una inflación en torno del 150%.

Para 2025, el Fondo estimó que la economía recuperaría parte de lo perdido, con un salto del 5% en un cuadro de menor inflación, pero todavía muy alta, que calculó en el 45%. El portavoz del gobierno, Manuel Adorni, aseguró que se trataba «simplemente de una estimación más».

El FMI repitió los números que anticipó en enero para este año y el próximo. Este congelamiento de los pronósticos sucede a pesar de los halagos que dirige el organismo a Mlei, tanto a través de los burócratas y funcionarios como en sus comunicados.

Pero el Fondo también ha realizado advertencias al ultraderechista en relación a los riesgos de gobernabilidad que, a sus ojos, se han incrementado. Gita Gopintah, número dos del FMI, dijo en su visita a Argentina, en febrero pasado, que el gobierno de Milei precisaba un mayor respaldo social y político, al tiempo que alertó contra la aplicación de un ajuste excesivo sobre la población.

Sin dólares

Además de la ingobernabilidad, al FMI también le preocupa la política cambiaria del gobierno. El FMI destaca los “logros” en materia fiscal y monetaria, pero es muy distante en relación con el valor del dólar y las iniciativas a tomar en ese terreno.

Gopinath fue categórica en Buenos Aires y descartó un respaldo a la dolarización. Rodrigo Valdés, director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo, dijo a fines de marzo -también en Buenos Aires-, que antes de ir hacia el levantamiento del cepo «es necesario calibrar muy cuidadosamente las políticas de apertura cambiaria».

Esas diferencias son las que explican por qué transcurrió un mes desde que Javier Milei aseguró en una entrevista periodística que le iba a proponer al FMI que le preste U$S 15.000 millones para levantar el cepo, y no pasó nada.

Caputo fue más entusiasta aún y habló de una negociación en marcha para lograr ese objetivo. Sin embargo, la responsable de Comunicaciones del FMI, Julie Kozack, desmintió la especie al ignorar el tema durante su última conferencia de prensa.

Ahora Caputo viaja a Washington -acompañado por el jefe de Gabinete, Nicolás Posse- con el mismo objetivo, lograr que el FMI se avenga a sentarse a hablar de este tema. Ese solo hecho, cree Caputo, impulsaría aun más los valores de la deuda argentina, reduciría el riesgo país y daría más estabilidad al dólar. Lo que a su turno fortalecería la negociación por un nuevo desembolso.

En el FMI no quieren saber nada con dar una señal en ese sentido. Más bien, son partidarios de una mayor devaluación del peso, algo a lo que el ministro Caputo se niega terminantemente. Para romper con ese bloqueo, Caputo espera poder encontrarse con la jefa de Economía (Tesoro) de EE UU, Janet Yellen, mientras Posse podría encontrarse con funcionarios en la Casa Blanca.