Una semana después del golpe de efecto en la agenda internacional que impuso su protagonismo en la reunión del G20, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva volvió a ocupar el centro de la escena al ser el principal vocero de la necesidad de una política de unidad regional en la reunión de la Comunidad de Estados Latinoaericanos y el Caribe (CELAC), que se realizó entre el jueves y viernes en la nación insular de San Vicente y las Granadinas.

En un encuentro signado, en el plano regional, por la tensión entre Venezuela y Guyana por el territorio Esequibo, las negociaciones de paz en Colombia, y la violencia extrema en Ecuador y Haití, tampoco pudo dejar de lado conflictos globales que conciernen a los principales líderes del mundo, como la guerra de Israel contra Palestina. Lula, que hasta ofició de fotógrafo ocasional para la imagen final del grupo de mandatarios, se llevó la mayor atención de la cumbre que contó con la presencia del secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, y a la que acudieron algunos presidentes de los 33 países miembros, como el venezolano, Nicolás Maduro, el cubano Miguel Díaz-Canel, el boliviano Luis Arce y la hondureña Xiomara Castro. Aunque la mayoría envió representantes, como el gobierno argentino.

La presencia de Lula significó un claro gesto de posicionamiento regional, y un giro en la dinámica que se había esbozado durante el pasado cónclave en Buenos Aires, que se tradujo en el regreso de Brasil al bloque del que había quedado temporalmente excluido en el 2019 por decisión del derechista extremo Jair Bolsonaro. En ese sentido, se encontró con el colombiano Gustavo Petro para luego coincidir en exigir el «fin inmediato» del «genocidio» en Gaza, un día después de que más de un centenar de personas murieran durante un operativo de reparto de ayuda humanitaria, bajo disparos de soldados israelíes y en las estampidas en medio de la confusión. «La tragedia humanitaria en Gaza requiere que todos seamos capaces de decir basta al castigo colectivo que el gobierno israelí impone al pueblo palestino. La gente muere haciendo cola para conseguir comida. La indiferencia de la comunidad internacional es chocante», dijo Lula en su intervención.

En la misma dirección se manifestó Petro, quien además de condenar el «genocidio en Gaza», introdujo su visión acerca del «fracaso» de la guerra contra las drogas liderada por Estados Unidos. «Nosotros hemos vivido un genocidio de un millón de latinoamericanos en el último medio siglo», aseguró el mandatario en Kingstown, basado en que la política estadounidense «se finca sobre la represión, la cárcel, la policía y el asesinato» y no «sobre la prevención y la salud pública».

El presidente brasileño también fue una pieza clave en la desescalada en el enfrentamiento entre Venezuela y Guyana, a juzgar por las declaraciones del guyanés, Irfaan Ali, quien el viernes, al finalizar la cumbre, aseguró que su país quiere mantener la paz con su vecino Venezuela en medio de la pugna centenaria por la soberanía del Esequibo, que elevó el tono a finales de 2023. «Estoy dispuesto a hablar con el presidente Maduro sobre cualquier aspecto que pueda contribuir a mejorar la relación entre nuestros dos países», señaló. Maduro y Ali se comprometieron a no usar la fuerza ni aumentar la tensión. Lula se había reunido previamente con ambos presidentes, aunque aseguró que no hablaría específicamente del tema.

Lula fue enfático en señalar la necesidad de constituir a la CELAC como, un órgano multilateral que integra a todos los países de América, con excepción de Estados Unidos y Canadá, como un factor de unidad y de fortaleza política regional, en sintonía con lo que vienen planteando otros dirigentes, como el expresidente de Ecuador, Rafael Correa. En su discurso, dijo que el Brasil «cree en la CELAC como foro de construcción de consensos, que cultiva la vía del entendimniento y que no se deja tentar por soluciones impuestas. Para atender sus objetivos estratégicos de desarrollo, los estados de la periferia del mundo capitalista necesitan comtemplarse unos a otros a través de los propios ojos y no del prisma de los países centrales. La CELAC nos proporciona esa posibilidad de pensar en la inserción de América Latina y el Caribe en el mundo a partir de nuestras agendas e intereses».

Como invitado especial, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, celebró el viernes el «compromiso para buscar soluciones pacíficas» de la CELAC, en referencia a la tensión entre Venezuela y Guyana y las negociaciones en Colombia, al tiempo que pidió mayores esfuerzos por Haití. «América Latina y el Caribe han demostrado que la unión por la paz es posible y marca la diferencia», dijo Guterres. Lula aprovechó esta presencia para proponer una moción «para el fin inmediato del genocidio» en Gaza.

La octava cumbre del bloque tuvo como ejes centrales la seguridad alimentaria, la estrategia sanitaria, el cambio climático y el mantenimiento de la paz. La apertura estuvo a cargo del anfitrión primer ministro de San Vicente y Las Granadinas, Ralph Gonsalves, quien realizó el traspaso a su par de Honduras, Xiomara Castro, la presidencia pro témpore (PPT) del organismo.