El gobierno de Javier Milei tomó esta semana una medida que busca asfixiar a los clubes argentinos. No puede haber otra lectura después de la disposición mediante la cual les aumentó más del doble los aportes que deben realizar al sistema previsional. Ocurrió después de varios meses en los que la AFA le presentó a interlocutores oficiales distintas propuestas que fueran viables tanto para las instituciones deportivas como para las cuentas del Estado que el propio presidente-topo reconoció que quiere destruir desde adentro.

El régimen especial de cargas patronales siempre fue una herramienta de amenaza. El decreto 1212/03, firmado por Eduardo Duhalde en medio de una crisis económica que atravesaba el país y movía los cimientos de los clubes, había establecido los aportes de los clubes en un 2% (más un 0,5% para saldar deudas) de la recaudación de los partidos, las transferencias de jugadores y los derechos de televisación. La alícuota fue aumentando hasta llegar a 7,5% en 2023 con un agregado: se sumó también el concepto de sponsorización. 

Hay que releer algunos de los considerandos del decreto de 2003 para dar una idea de la función que cumplen los clubes. “Que las asociaciones civiles sin fines de lucro, tales como las entidades afiliadas a la Asociación del Fútbol Argentino, han contribuido al proceso formativo del hombre”, dice uno. “Que estas instituciones han puesto a disposición de sus asociados no sólo los elementos específicos de una entidad deportiva, sino y fundamentalmente, el complemento indispensable para la educación formal”, dice otro. Eso son los clubes.

Ese es el modelo asociativo que ataca Milei y que celebra su ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, que en un extenso tuit argumentó que el problema es el déficit entre lo que se recauda y lo que deberían aportar los clubes, algo que calculó en 7000 millones de pesos entre noviembre de 2023 y abril de 2024. Sturzenegger lanzó datos que los clubes desmintieron. Por ejemplo, que Vélez aportó apenas 12 mil dólares entre 2023 y 2024. El club aclaró que sólo en transferencias aportó cuatro millones de dólares. 

River denunció como confiscatoria la disposición. “Amenaza -la decisión oficial- con revertir el impacto económico directo y positivo del accionar del Club, como la construcción del nuevo Colegio River Plate, una obra realizada íntegramente gracias al esfuerzo de los socios y sin ningún tipo de asistencia gubernamental o ventaja impositiva”, sostuvo en un comunicado en el que enumeró las diversas iniciativas y disciplinas que realiza el club más allá del fútbol profesional. 

Ese es el punto a tener en cuenta: la medida del gobierno no le pega a la dirigencia del fútbol, como se hace creer, sino al patrimonio de millones de socios y socias de los clubes argentinos, a quienes los necesitan, los que utilizan sus instalaciones, los se forman y desarrollan en el deporte, o los que lo utilizan como algo recreativo. Y así como sacude a los clubes con esta medida, a la vez desfinancia el deporte, al que lo deja a la deriva, con recorte de becas, vaciamiento del ENARD y subejecución presupuestaria, tal como se contó en un extenso informe en este diario la semana pasada.  

Dijeron por estos días que hay que escuchar lo que dicen y ver lo que hacen. Lo que hacen se ve acá, en esta nota; lo que dicen lo expuso la diputada libertaria Juliana Santillán en X:  “El Estado no busca enfrentar ni desfinanciar al fútbol argentino, sino consolidar un MODELO MÁS PROFESIONAL Y SUSTENTABLE. Los clubes, el Gobierno y la sociedad comparten un mismo objetivo: que el deporte argentino sea una herramienta de inclusión y orgullo nacional. SIN PRIVILEGIOS PARA NADIE”. Las mayúsculas son de su autoría, la confesión también. ¿Cuál es el modelo más profesional y sustentable? ¿Las sociedades anónimas deportivas que los clubes ya rechazaron en su estatuto? Es lo que intentan imponer. Generar la crisis para vender soluciones mágicas. ¿O acaso no es sustentable un sistema asociativo que funciona hace más de 120 años? 

Pero además de intentar imponer las SAD, de hacer desembarcar capitales golondrinas que llegan y se van dejando clubes en ruinas, o directamente ser la atracción de lavadores, lo que quieren es destruir un modelo social, el tejido solidario del país. Hacer negocios es lo que está en la superficie, lo otro es más profundo: es derribar lo que cumple una función clave dentro de la sociedad, donde no todo es hacer plata. A esa estructura, que costó más de un siglo poner en pie, es la que atacan.