El próximo viernes se estrena Comienzo, la obra del dramaturgo británico David Eldridge, que en buena medida debe su suerte en Buenos Aires gracias a la adaptación y la dirección de Daniel Veronese, algo que llenó de entusiasmo a la pareja protagónica, Vanesa González y Gastón Cocchiarale, para darle el sí al proyecto. “La obra en sí misma me parecía linda, divertida, dinámica, pero quizás no era lo que más me convocaba -cuenta González-. Pero sí la mirada que iba a tener Daniel del material, porque es un director siempre atinado en cada trabajo. Me parecía que le iba a dar un vuelco bastante grande a la obra y de hecho eso es lo que pasó.” Su entusiasmo también está relacionado con que es la primera vez que hará una obra con Veronese. En la misma situación está Cocchiarale: “No, tampoco había trabajado con Daniel. Así que también era un deseo muy grande porque siempre me interesó su forma de encarar los materiales y me pasó lo mismo que a Vane: cuando leí la obra y le imaginé trabajada por él me entusiasmó mucho. Además cuando yo me incorporé al proyecto ya estaba Vane, que había sido mi compañera en Jauría y en el espacio, el Picadero, que es un teatro donde se hacen obras que me gustan mucho; me convocaba por todos lados.”

Cocchiarale da lugar a una de las preguntas del momento para cualquier espacio artístico: Cómo llenar la sala en un momento económico tan difícil. “Yo acordé antes de las elecciones -dice González-, y era un posible panorama. Igual por mi parte siempre elijo pensar bien de todo. Esta actualidad es una sorpresa pero acá estamos por algo que deseamos mucho y creo que el público va a acompañar: todo siempre es un misterio (ríe), pero tenemos el deseo profundo y confianza en el trabajo.” “Obviamente hay una economía que no acompaña, pero es un país muy cíclico, permanentemente pasan estas cosas y teatro va a ver siempre y va a seguir igual -entusiasma Cocchiarale-. Nosotros vamos a seguir poniendo el cuerpo desde el lugar que nos gusta y que sabemos, que es el escenario.” “Y que también sabemos que el teatro es el verdadero Ave Fénix del mundo -interviene González-. El teatro nos rescata de todo, sigue siendo una casa tanto para el público como para los actores, un espacio de mucha salvación.” Y sin dejarla picar, Cocchiarale complementa: “Con Vane coincidimos en que la última vez que hicimos teatro juntos estábamos en medio de una pandemia, así que nos gusta hacer teatro con contextos difíciles”, provoca la carcajada.

Vanesa González y Gastón Cocchiarale.

Cocchiarale, González y la oportunidad

No son los únicos actores y actrices que coinciden en la idea de que el momento se presenta como una oportunidad única para hacer teatro. “Es la casa -dice González-. Y esa no es una idea ni leída ni formada en algún lugar. Simplemente sentir que el teatro es una casa, un lugar de mucha libertad, para equivocarse, para hacerlo mal, para no estar especulando con lo que funciona y lo que no funciona; es un lugar donde se puede tener miedo y no detenerse, no dejar de hacer a pesar del miedo. Y también un lugar donde siempre están las puertas abiertas. Para mí es un verdadero romance lo que pasa con el teatro.” Cocchiarale parece quedarse sin palabras ante la rotunda simplicidad de su compañera, pero toma aire y dice: “Tiene algo de refugio. Un lugar al que venimos a disfrutar y en el que creo que el público también lo siente así. Esta cuestión del ritual de apagar los celulares, que se apague la luz y entramos todos en ese cuento, en vivo, en directo, donde todos nos comemos un viaje que es mentira pero todos jugamos a que es verdad. Es hermoso poder generar desde el escenario un espejo al público que le muestra sus conflictos, sus miedos; un material en el que el público se pueda ver, que dialogue con la gente. Sobre todo en tiempos así, difíciles, creo que el teatro ocupa un lugar muy interesante y potente a diferencia de las opiniones públicas últimamente referentes al arte. El arte ocupa un lugar que la gente necesita”. “Y la comunión”, le agrega González; “la misa”, cierra Cocchiarale.

Así entonces, la congregación estará convocada por la historia que ocurre inmediatamente después de la fiesta de inauguración del departamento de Laura, quien le confiesa a Danny: “Tengo 38 años y he sido sensible toda mi vida, Danny” en busca de una conversación que resultará en “una meditación irónica, divertida y conmovedora sobre la soledad, esa vergüenza privada de no estar en pareja en la era de Tinder y de alardear fraudulentamente en las redes sociales”, según la homilía que describe la sinopsis. “Las redes sociales medio que nos convirtieron en catálogos -dice Cocchiarale-: vamos viendo, somos productos a consumir de alguna manera. Pero hay algo que se pierde mucho que es que en el encuentro está lo verdadero, la energía del otro. Creo que hay algo de eso que es un poco perturbador y la obra lo refleja. Es un encuentro muy genuino entre dos seres que están solos y tienen diferentes necesidades.” “Y sumando a lo que decís que pasa en la obra -suma González- hay algo muy lindo que creo que esto de las redes sociales deja afuera, que es cuando dos personas se encuentran con el fin de quererse. Es un encuentro benévolo, bien intencionado a pesar de los errores, de la distancia, y a pesar de no saber quién es el otro. Y eso a mí me conmueve mucho de la obra y es lo que hace que los personajes sean tan cercanos, tan a corazón abierto, con tanta vulnerabilidad, con mucha ternura. Y es algo que puso Daniel, no algo que esté explícito en el texto.”

Las palabras de cierre, como viene sucediendo desde que hay nuevo gobierno, corresponden al ataque a la cultura. “Creo que hay una gran incomprensión y un fuerte resentimiento -dice González-. Creo que produce mucha intolerancia en que te importe el otro, que si el otro está bien, estás bien, que si el otro mejora, mejorás: tienen mucho miedo de lo que no entienden, no pueden creer que no compartamos otro tipo de intereses. Y se sale estando cerca de la ternura. Y creo que la cultura está en su momento más fuerte.” “Lo dijo espectacular, no sé qué más tengo para sumar”, sonríe Cocchiarale con la certeza, y la ternura, de quien entiende que alguien lo hizo mejor.

Comienzo

De David Eldridge. Director: Daniel Veronese. Elenco: Vanesa González y Gastón Cocchiarale. Estreno viernes 29 de marzo en el Teatro Picadero (Pje Enrique Santos Discépolo 1857.