A lo largo de este año, el tango fue una presencia constante en el Centro Cultural Borges, dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación. La programación  estuvo destinada a fomentar y visibilizar el tango y sus diferentes manifestaciones producidas no sólo de la ciudad de Buenos Aires, sino también en las provincias, apuntando a la federalización de esta expresión. 

Además de las múltiples actividades programadas, el domingo 11, Día Nacional del Tango, se inaugurará la Sala Tango, un espacio único de 170 m2 con pisos de madera, luz natural y ventanales que dejan ver la vida de la ciudad. Para el estreno de esta sala se realizará una milonga con música en vivo, la actuación del cuarteto Tango Bardo y la musicalización de la DJ Ornella Simonetto.

Tiempo dialogó con Cecilia Troncoso, Coordinadora de Tango del Centro Cultural Borges, quien adelanta detalles de la programación.

– ¿Qué actividades tienen previstas para esta Semana del Tango?

– El 11 de diciembre, que es el Día Nacional del Tango, vamos a inaugurar la Sala Tango, que está ubicada en el segundo nivel y cuenta con un impresionante piso de madera y unos ventanales increíbles que permiten ver la ciudad, más concretamente la esquina de Córdoba  y Florida,  y que posibilitan que el paisaje exterior conviva con todo lo que ocurre dentro del salón. La inauguración va a ser con una orquesta en vivo, que es la agrupación Tango Bardo, que está integrada por músicos que tienen un promedio de edad de 35 años. Ornella Simonetto será la disc jockey, que tiene 27 años, sabe muchísimo de tango y viaja musicalizando milongas por todo el mundo. En las otras jornadas también habrá conciertos de Lidia Borda acompañada por Daniel Godfrid, y dos orquestas típicas: la Juan D´arienzo y Misteriosa Buenos Aires.

También está programado un ciclo de video clips, cortos y mediometrajes de tango. No son obras testimoniales, sino que se basan en la idea de contar el tango de hoy. Son reflejos de diversas miradas sobre el género, desde lo musical, la danza o la poesía. Se trata de trabajos de gran calidad que, lamentablemente, no encontraban  espacios donde mostrarse,  pero finalmente lo hallaron en el Borges.

Foto: Prensa Centro Cultural Borges

– ¿De qué manera surgió la idea de dar espacio al tango en este centro cultural y qué actividades se llevan a cabo en el lugar?

– Hace treinta años que estoy en el mundo del tango desde lo escénico o de las milongas y encontré en el director del Borges, Ezequiel Grimson, y en la directora de Programación, Jimena Pautasso, una receptividad notable sobre los proyectos que fui presentando a lo largo de este año. Todos los fines de semana damos clases de baile en un taller que se llama “Tango al paso”. No se trata de clases en el sentido estricto de la palabra, sino que la gente viene un día y aprende un paso, viene otro día y aprende otro, y esto hace que no se lo tome como una obligación, como si tuviera que dar un examen. Es simplemente el hecho de disfrutar de aprender algo tan lindo como es bailar tango. Son sesiones que duran dos horas y que se llevan a cabo en el primer piso del centro cultural. Hay cientos de miles de personas que bailan tango en todo el mundo. Cuando llegan a nuestra ciudad suelen caer en esos reductos for export o, los más informados, pueden llegar a ir a una milonga. Desde el espacio que empezamos a crear este año todos tenemos la posibilidad de encontrarnos con un lugar en el que al tango se lo puede sentir y vivir al ritmo de hoy. Repito que la tradición es la base de todo, pero tanto en lo musical, como en la danza o en la poesía hay nuevas maneras de encarar el tango con un espíritu actual sin que necesariamente se tenga que renegar de las raíces.

– ¿Qué importancia tuvo la danza en la programación de esta año?

– Tuvimos la oportunidad de programar compañías que provienen de todo el país y que tienen relación con el tango y la estética actual, y que no tienen nada que ver con el clisé del tango for export. Son personas que investigan, que cruzan el género con otras artes, con otras maneras de encarar la danza y la música. Se respetan las raíces pero siempre apuntando hacia adelante. Si no hubiera este tipo de movida, nos quedaríamos con la idea de que lo más moderno es Piazzolla. Y Libertango ya hace 50 años que se dio a conocer. La Sala Ástor Piazzolla ofrece, además, una caja escénica que es ideal para el tango-danza. No existe en Buenos Aires y te diría que ni en el resto del mundo, una sala como ésta en la que se pueda presentar tango escénico. Esto hizo posible programar compañías que trabajan en la investigación del tango como danza y que permiten  hacer visible lo que ocurre en este género en la actualidad.

Foto: Prensa Centro Cultural Borges

– ¿Cómo fue tu acercamiento al tango  y, en especial, a su expresión bailada?

– Fue hace treinta años, cuando tenía veinte y éramos muy pocos los jóvenes a los que nos interesaban esta  música y esta danza. En la actualidad hay una cantidad increíble de gente muy joven a la que le atrae bailar tango. Hoy, por suerte, cambió mucho el panorama. Cuando comencé a bailar en el Club Almagro, los tangueros viejos nos empujaban a los codazos para que no pudiéramos hacerlo. El tango representa a la Argentina así como el carnaval representa a Brasil. Creo que esto ya es indiscutible. Porque a nuestro país se lo conoce desde lo musical por el tango. Y, aunque parezca mentira, se respira tango en todo nuestro territorio. Hay orquestas, bailarines, cantores de tango en todas las provincias. Se transformó en una música federal, que convive con las músicas que se hacen en cada región.

Foto: Prensa Centro Cultural Borges

– Teniendo en cuenta la gran repercusión que se consiguió en este espacio, ¿qué planes hay para el año próximo?La propuesta es armar laboratorios de investigación, que es algo que empezamos a hacer en esta temporada. Por ejemplo, tuvimos a la compañía Noestango dirigido por Ollantay Rojas que hizo un trabajo magnífico junto con el Quinteto Revolucionario y se plasmó en un espectáculo innovador y que muestra todas las posibilidades que ofrece tener un espacio en el que se puede experimentar y expandir los límites del género. Se puede fusionar lo tradicional con la música, las sonoridades, la poesía y la dramaturgia actuales, lo que refleja el hoy de una ciudad que no es la misma a la que le escribieron y cantaron los precursores de los años cuarenta. Es importantísimo lo que ocurrió en los cuarenta y en los cincuenta. Pero da la sensación de que el tango se quedó en esa época y después no ocurrió nada más. Y esto no es así. Hace varios años que hay toda una movida que indaga en las raíces del género para otorgarle un nuevo aire. Y esto ocurre desde la música, la poesía y la danza. El tango como género puede servir, además, para contar cuestiones actuales o se puede abordar simplemente por el placer y la poesía que encierra la danza. Y el Borges da espacio a todo esto que está sucediendo y que es el reflejo de lo que ocurre en el tango hoy.