La imagen se repite: una mujer yace desnuda con un cisne blanco entre las piernas. Desde da Vinci hasta Dalí, los artistas buscaron condensar el erotismo del mito de Leda y el cisne en sus obras. Cuenta la historia que Zeus descendió del Olimpo bajo la apariencia de un cisne para seducir a Leda, esposa de Tindáreo y dueña de una belleza inusual. El encuentro fue fugaz, pero se perpetuó a través de la historia del arte. En la exposición “El canto del cisne”, la artista plástica norteamericana Nicole Mazza toma este mito como punto de partida y, mediante el bordado, construye una narrativa poética completamente nueva.

Foto: Gentileza Nico Mazza

Mazza trabaja con textiles y bordados para crear obras figurativas que, en una primera instancia, parecen escenas de mujeres dóciles, pasivas y sensuales, pero a medida que nos acercamos encontramos un twist, los cuerpos curvilíneos y danzantes cortan, castran y matan. En esta serie, hay ciertos elementos que se repiten como leitmotiv: las tijeras y los cisnes. Las primeras, herramientas de costura por excelencia, utilizadas para crear y hacer cosas útiles, representantes del women’s work, son utilizadas en la iconografía de Mazza por los personajes femeninos cuyos cuerpos remiten a ninfas de la antigüedad o bien a las vírgenes presentes en las iglesias europeas, como armas de castración. El cisne, animal que desde la antigüedad y para muchas culturas, representa la espiritualidad, la luz, la pureza, la elegancia, la sabiduría divina y la purificación, aparece fragmentado en distintos lugares de la sala creando una atmósfera de extrañamiento”, dice Irene Gelfman, curadora de la muestra.

Foto: Gentileza Nico Mazza

El canto del cisne

Nicole Mazza aprendió a bordar en la infancia gracias a su abuela, una inmigrante portuguesa que buscó suerte como costurera en una fábrica de Estados Unidos a mediados del siglo pasado. Después, en la Escuela del Instituto de Arte de Chicago, Mazza tomó clases de arte textil y empezó a bordar dentro de los cuadros que pintaba. “De a poco el hilo fue tomando más protagonismo y la pintura fue saliendo del cuadro”, cuenta a Tiempo y continúa:

“El bordado tiene el doble sentido de que es una acción que desde afuera la vemos como algo dócil, una práctica muy antigua parece implicar una actitud pasiva, de estar sentada en un sillón, tradicionalmente lo hacían solo las mujeres. En esta exposición, se produce un choque porque a simple vista los bordados presentan una imagen delicada, pero en un segundo acercamiento se puede ver que las mujeres están tomando un papel activo. En algunas piezas, actúan sobre una fantasía, desde un lugar lúdico, y en otras también toman una acción más violenta, empiezan a adquirir protagonismo sobre las cosas que pasan en la sociedad”.

La exposición, que puede visitarse hasta el 30 de noviembre en el Centro Cultural Borges, consta de 32 piezas que están bordadas sobre distintas capas de tela. Este procedimiento de solapamiento encuentra un paralelismo en la manera en la que la artista entiende el trabajo sobre los relatos. “Me gusta poder construir sobre una base, pero también romperla, reinterpretar algo que es parte de nuestro lenguaje cultural. Estos son mitos que ya todos conocemos; es como reinventar una narrativa y también reinventar un proceso”, dice.

Foto: Gentileza Nico Mazza

En esta oportunidad, sobre la base del mito de Leda y el Cisne, la artista relata la muerte del amor romántico y los procesos de transformación en las relaciones humanas.

“El cisne es un símbolo del amor, gracia y pureza, pero en el mito de Leda y el cisne, toma otra forma, resulta algo engañoso, utilizado para hacer daño. El título de la exposición, ‘El canto del cisne’, viene del canto que larga cuando muere un cisne, entonces, toda la serie tiene que ver con la muerte del cisne, la muerte de esta idea de amor romántico. Y también la muestra va viendo cómo el hombre va tomando la forma del cisne y cambia a un ángel. Esto está vinculado a las transformaciones que tenemos en todo tipo de relación”, concluye Mazza.

Foto: Gentileza Nico Mazza

Con entrada libre y gratuita, la exposición puede visitarse hasta el 30 de noviembre, de miércoles a domingo de 14 a 20 horas, en el Centro Cultural Borges (Viamonte 525, Caba)