“Viajo por el mundo llevando sólo una mochila que pesa diez kilos. Eso incide en mi forma de escribir” dice Flavia Company, la escritora argentina que se autodefine como nómada y que acaba de publicar la novela Que nadie te salve la vida (Editorial El Ateneo), que ya había sido editada en 2012 en España. “Me pareció lógico que se publicara en Argentina –aclara-, porque este es el lugar en el que aprendí a leer y a escribir. Espero, a través de El Ateneo, poder lograr que varias de mis novelas se publique aquí para que se lean en este país”.

Autora de una decena de novelas que fueron traducidas a diversos idiomas, también aborda el relato breve y la poesía. Es licenciada en Filología Hispánica, docente universitaria, traductora, periodista y música. “No es lo mismo escribir cuando no tengo mis libros -continúa explicando- que cuando escribo en una casa en la que he estado años y donde tengo otra relación con el entorno”.  Dice que escribe a mano, con lapicera, en cuadernos de papel blanco que siempre le regalan amigos que la quieren. Cuando el peso de los cuadernos se acumula, los fotografía, se los manda a su hermana y continúa su marcha ligera de equipaje. Su próxima aventura será cruzar los Andes a pie por la ruta que hizo San Martín. De esa aventura escribirá una crónica para el diario La Vanguardia de España.

Pese a su nomadismo, Que nadie te salve la vida está escrita en un castellano con marcado acento español. Es que desde hace años el punto de regreso de la autora es Barcelona. Su padre es catalán, su madre, argentina. Ella habla “argentino”, catalán y también español. Es que cuando sus padres marcharon con ella al exilio durante la última dictadura tuvo que aprenderlo para integrarse y «para pasar inadvertida» .

El personaje de su última novela, Enzo, está a punto de morir a causa de una enfermedad. En su juventud Víctor le salvó la vida y ahora, sabiendo que su fin se aproxima, le pide que le devuelva ese favor cometiendo un acto terrible, contrario a sus convicciones y sentimientos. A partir de este hecho, la novela dispara una serie de preguntas de orden existencial respecto de los lazos que nos atan al pasado y a las obligaciones que esos lazos generan, a la validez de cometer actos contrarios a nuestros principios, a las obligaciones morales que produce el hecho de deberle la vida a alguien.

Esta vez, Company ha elegido Buenos Aires como lugar para reposar de los viajes por un período cuya extensión no sabe. Es así que recibe a Tiempo Argentino en un departamento del barrio de Palermo y mantiene una larga charla en un castellano con marcado acento del Río de la Plata.

-¿Siempre fuiste nómada?

-Siempre me moví mucho, pero desde hace unos tres años eso se intensificó.

-¿Por alguna razón en especial?

-Porque creo que la vida es tránsito. Siempre busqué lugares físicos, pero sobre todo, anímicos para escribir. Eso forma parte de mi vida porque mi vida también es literatura, la entiendo como algo literario. No sólo escribo con la escritura, sino también con la vida. Para mí es muy importante la idea del desapego y creo que éste se experimenta durante ese tránsito del que estamos hablando. Me planteo no apegarme, no acumular, no querer repetir, no acostumbrarme. Es toda una disciplina. Parecería que un nómada no tiene disciplina y es todo lo contrario. Yo tengo una disciplina férrea en todo, en mi trabajo. Soy una persona muy responsable. Trato de aplicar a mi vida mis aprendizajes espirituales.

-¿Y esos aprendizajes de dónde provienen?

-A lo largo de mi vida me fui dando cuenta de que esos aprendizajes tienen que ver con una forma oriental de comprender el mundo. Digamos que siempre bailé esta canción y de pronto alguien le puso letra (risas). En mi caso, la letra viene después. Mi forma de vivir podría considerarse próxima al zen, al concepto budista, pero básicamente creo que tiene que ver con mi pasión por la literatura y la lectura.

-¿Cómo surgió Que nadie te salve la vida?

-Todos mis libros los termino antes de escribirlos. Cuando me siento a escribir ya sé casi todo lo importante. Saber la estructura le da a la novela su fuerza dramática. Esta novela comenzó en mi cabeza y por el final. Sabía cómo quería que terminara, pero no sabía nada más. Me pregunté cuál era la historia que tenía que escribir, qué lugares tenía que cruzar para llegar hasta allí y que resultara algo verosímil. Mi idea era explicar que todos necesitamos que nos pidan perdón por algo y todos tenemos que pedir perdón por algo. La idea del perdón hace que este mundo pueda funcionar. Esa capacidad de retractarnos es el lubricante del mundo porque el perdón es empatía: sólo se puede perdonar si uno se pone en el lugar del otro. Comencé a trabajar con esa idea y así llegué hasta el principio. El otro eje de la novela es la distancia entre gratitud y deuda. ¿Cuándo alguien te da algo, le debés? ¿Cuándo le das algo a alguien, te debe? El agradecimiento, pienso, debería ser suficiente.

-También la novela habla de la muerte y del azar.

-Me gusta que lo señales porque siempre quise escribir una novela que funcionara como las piezas de dominó que si cae una comienzan a caer todas. Creo que es lo que pasa en esta novela: nada habría ocurrido, si no hubiera ocurrido todo.

-Es lo que se conoce como «el efecto mariposa»: nadie sabe todo lo que puede desencadenar el simple movimiento de sus alas.

-Claro. Las cuatro partes de la novela son cuatro dilemas morales antes los cuales cada uno puede reaccionar de manera distinta. Mucha gente dice “yo haría tal o cual cosa”. Pero para saberlo hay que encontrarse realmente frente al hecho concreto. Por eso la novela apela a la empatía del lector y la lectora. Los personajes decidieron lo que decidieron, pero podrían haber decidido cualquier otra cosa.

-También planteas interrogantes cómo qué significa ser “hijo” o “hija” de alguien, qué peso puede tener o no lo biológico en esa relación. También indagás acerca de la naturaleza de la amistad.

-Sí y también me refiero a lo que es una pareja. Por ejemplo, los personajes de Víctor y Rosa están juntos hace mucho tiempo, pero más que una pareja son una sociedad de responsabilidad limitada. Me interesaba cuestionar las bases sobre las que constantemente estamos edificando nuestra realidad. Intenté escribir una novela bastante total, una novela sobre los grandes temas: el amor, la muerte, la amistad…

-…y los hechos realmente importantes en nuestra vida. A veces, contabilizamos los hechos que consideramos equivalentes a la batalla de San Lorenzo (risas), pero por lo general tienen más importancia hechos en apariencia minúsculos como la breve relación que tiene Berta, otro de los personajes, con una mujer que tiene un negocio en el que vende cosas antiguas, entre ellas, un libro sobre las abejas.

-Es que para mí era muy importante lo que parece secundario. Adoro los personajes secundarios de esta novela, esos personajes que no están en foco todo el tiempo, pero que cumplen una función fundamental. Me refiero a Aurora, la mucama de Víctor o la mujer que vos mencionás. En nuestras vidas hay cosas pequeñas que, sin embargo, son muy importantes. El tema es si las enfocás o no las enfocás. Es lo que sucede con una linterna. La linterna enfoca lo que vos querés y un poco más. Si te enfocás en ese poco más a lo mejor que te vas a encontrar con algo que no esperabas encontrar, pero que te cambia la vida.

-¿Qué repercusión tuvo tu novela entre tus lectores? Me refiero a los lectores españoles, porque aquí la publicación es muy reciente.

-A mí me pasa algo muy lindo que es que los lectores me escriben mucho. Recibo muchos mails e incluso, a veces, cartas de papel. Me preguntan cosas como si yo creo que en cualquier circunstancia es necesario decir la verdad. Es como si me dijeran “¿vos qué harías?” o incluso “decime qué debo hacer”. Eso es algo sorprendente y también una responsabilidad que no me niego a asumir. Contesto y digo lo que pienso. Una de las personas que me escribió me lo preguntó porque le habían contado una verdad y estaba destruida por esa verdad. Me hicieron una entrevista por televisión. Cuando terminó la entrevistadora me preguntó si podía hablar conmigo. Fuimos a una salita y me preguntó si de verdad yo creía que en todos los casos siempre es mejor saber la verdad y le contesté que sí. Su verdad era que recientemente, su hermano le había revelado algo que ella había sepultado en su memoria y que era que en la infancia su padre había abusado de ella. Ella se había enojado mucho con su hermano. Yo le pregunté si durante toda la vida no había tenido la sensación de que no le cuadraba nada y ahora le cuadraba todo. Me contestó que sí y yo le dije que eso era un gran alivio.

-¿Y cómo reaccionó?

-Me abrazó y se puso a llorar. Creo que de alguna forma ese día sanó una herida. Estaba sedienta de que alguien le dijera que era mejor saber lo que le había sucedido aunque ella había hecho un gran trabajo para olvidarlo. Hay pequeños hechos que te cambian la vida.

La realidad y la ficción

El próximo libro de Flavia Company saldrá en España en el mes de agosto. “En total llevo publicados más de cuarenta libros si cuento todos los géneros y los libros para chicos. Siempre firmé como Flavia Company, que es mi nombre verdadero. En 2016 publiqué una novela que se llamó Haru y que va por la sexta edición. Allí donde llega el libro se crea una comunidad de lectores que se escriben y se relacionan entre sí. También sucede aquí y ni hablar en España. El libro que aparecerá en agosto, entonces, irá firmado por Haru y no por mí. Y ahora viene la parte en que vas a pensar que estoy loca: mi literatura se convierte en realidad y yo me convierto en ficción. El libro que le seguirá a Haru también estará firmado por uno de mis personajes, la escritora Andrea Mayo. Estoy fascinada con esta locura.”